Texto: Estela Zatania
Fotos: Ana Palma
XXII FESTIVAL DE JEREZ
Rafaela Carrasco «Nacida Sombra»
Martes, 6 de marzo, 2018. Jerez de la Frontera
El martes día 6 en el Festival de Jerez, empezó con un interesante encuentro en el Centro Andaluz (CADF) donde la periodista, experta en baile y danza, Marta Carrasco, entrevistó al veterano maestro del baile, Manolo Marín. Entre otras cosas, Marín explicó que en su juventud, en los años cincuenta, los espectáculos tenían un carácter variado, donde el flamenco compartía protagonismo con la canción popular, los bailes regionales, “especialmente la jota”, y otras actuaciones culturalmente asociadas.
A las siete de la tarde, con una persistente lluvia que no logró desanimar al personal, en la Sala Compañía, Ezequiel Benítez, presentó “Quimeras del tiempo-Recuer2”, su nueva grabación. El joven cantaor jerezano maneja con especial soltura el cuplé por bulerías que empleó para abrir el recital, y a continuación, dedicó su cante por soleá a la admirada desaparecida cantaora, María Bala, de la casa de los Sordera. Fabuloso acompañamiento de guitarra con dos jóvenes figuras emergentes, José de Pura y Paco León, además de las palmas de Chicharito, Israel Tubio y José Peña. Tangos, fandangos por bulería, malagueñas, guajira antigua, fandangos naturales y bulerías. Notables, los artistas invitados: la bailaora María del Mar Moreno, y el cantaor Jesús Méndez, ambos muy queridos en Jerez, y por la afición en general. Galería fotográfica Ana Palma.
RAFAELA CARRASCO “NACIDA SOMBRA”
Teatro Villamarta, 2100h
Un trabajo minucioso de preparación e investigación se nota en esta nueva obra de Rafaela Carrasco que ha querido destacar, a través del baile, textos y vivencias de Teresa de Jesús, María de Zayas, María Calderón y Juana Inés de la Cruz que sirven de hilo conductor para un programa abiertamente feminista en este mes de marzo, designado el mes de la mujer.
Tengo por norma no leer la sinopsis de una obra hasta después de verla, para no condicionar mi reacción ante las interpretaciones de música, voz o baile. Pero en esta ocasión, la complejidad de la propuesta exigía al espectador una preparación mínima para no perderse entre interpretaciones similares de mujeres (Florencia O'Ryan, Paula Comitre y Carmen Angulo), vestidas de manera similar, y una voz en off que se escuchaba borrosa desde la fila 16, asiento 25. Personalmente, prefiero que un empeño musical no esté supeditado a un concepto o guion. ¿Quién no ha visto fracasar un excelente trabajo por la falta de fe en el género sin adornos intelectuales?
Dos de las mejores voces actuales del flamenco aportaron la chispa para mantener el interés de la obra: difícil no sentirse “flamenco” cuando las cuerdas vocales de Miguel Ortega o Antonio Campos mueven el aire. También las versátiles guitarras de Jesús Torres y Juan Antonio Suárez “Cano” hicieron un trabajo exquisito con música hermosa que ambientó la obra eficazmente.
Los bailes en solitario de Rafaela, especialmente las alegrías y la soleá, salvaron el día, y nos hicieron recordar el poder del flamenco que nos enganchó irremediablemente hace tantos años.
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