Texto y fotos: Estela Zatania
David Lagos, Capullo de Jerez, Macarena de Jerez, Andrés Peña, El Torta
XLIII Fiesta de la Bulería
Cante: El Torta, Capullo de Jerez, Fernando de la Morena, David Lagos, Macarena de Jerez. Baile: Andrés Peña. Lo más impactante de esta 43 edición de la venerable Fiesta de la Bulería, con un cartel que ha incluido a los impactantes Torta y Capullo, fue la escasa asistencia. El evento caracterizado anualmente por un público numeroso y un ambiente espontáneo tirando a desmadrado, por poco se hubiera podido celebrar en el teatro Villamarta. De hecho, el tema central de la velada, el que despertaba las mayores pasiones y polémicas, no fue ni el cante ni el cartel ni la (siempre) deficiente amplificación, sino la ausencia de las neveras que se habían convertido casi en simbólicas de la Bulería. Como respuesta a una crisis económica que arrasa en Jerez más que en otros lugares, la organización tuvo la extraña idea de prohibir la entrada de toda bebida y comida, y de subir el precio de las entradas. El resultado fue que había la cuarta parte del público habitual, dos mil personas en lugar de los siete a nueve mil que hemos visto en años recientes, y un montón de aficionados sedientos y hambrientos. Muchos “incondicionales” del Torta y Capullo, las dos figuras más mediáticas del flamenco jerezano, al final pusieron una condición: ‘sin mi nevera no voy’.
Y esto sirvió para tranquilizar el ambiente bastante. Un festival flamenco al aire libre no es una noche en el teatro, y algunos de los artistas se quejaron de la falta de calor del público, a pesar de los gritos rítmicos de “TOR-TA” o “CA-PU-LLO”, según el caso y momento. Se abrió con un plato fuerte. El Torta estaba bastante más centrado que hace mes y medio en Casabermeja. Empezó con cante clásico, alegrías y bulería por soleá, pero hasta que suene el primer rasgueado de rumba, la gente no reacciona. Canciones emblemáticas del cantaor, con coro de dos voces femeninas y bis de bulerías completaron los tres cuartos de hora de su intervención. El presentador pide un minuto de silencio por el añorado Fernando Terremoto cuya desaparición es una herida de muy lenta cicatrización. A continuación, Macarena de Jerez debuta como solista en la Bulería, y maneja la responsabilidad con la fuerza de su personalidad y su voz potente pero dulcemente rozada, tan apta para el cante. Con Juan Manuel Moneo a la guitarra, que también había acompañado al Torta, Macarena interpreta tientos tangos, malagueña y bulería por soleá, terminando de ganarse al público con unas sabrosas bulerías. Es de las pocas cantaoras actuales que conserva la tradición de bailar de verdad, y no la simbólica pataíta homologada. El cantaor David Lagos, tan experimentado en el atrás, también debutó “alante” en la Bulería. Empieza con un martinete de tanto empaque que provoca los “oles” de un público más hecho al cante festero y el botellón, y enlaza con cabales para un primer aplauso entusiasmado. Junto a su hermano Alfredo Lagos que lo acompañó, son dos jóvenes figuras subvaloradas en su tierra, y muy queridos fuera de ella. Malagueña de Chacón con final de abandolao, canción por tangos, alegrías con algún estilo del Pinini y bulerías con toda la dimensión que aporta el haber cantado para baile. El veterano Fernando de la Morena, con Fernando Moreno a la guitarra, sorprendió gratamente al público al anunciar que se limitaría a cantar por bulerías, aunque también incorporó unos fandangos con el peculiar fraseo que es su sello. Y la primera parte acaba con los gritos coreados del público,“¿dónde están las neveras, las neveras dónde están?”
El baile fue a cargo del intenso Andrés Peña, con el inmejorable atrás de Luís Moneo, Miguel Rosendo y Miguel Lavi al cante, y Javier Patino y Miguel Iglesias a la guitarra. En el baile de Andrés siempre se nota su veneración por las formas antiguas, y el sincero deseo de comunicarlas a un público actual. Tonás con bastón para abrir, y se agradecen la seriedad y la energía controlada que impone el bailaor. Llegan las guitarras para unas bulerías que con estas voces son mucho más que relleno. Vuelve Andrés para una soleá en la línea más clásica, y son seis hombres comulgando por lo jondo. Capullo de Jerez es la guinda que esperan muchos, y el popular cantaor entrega sus canciones más queridas, que si le gusta el pan y el queso, que si lucha por la libertad, que si “enganchao” en oro y marfil, con la sabrosa guitarra de José Ignacio Franco. Y a las tres de la mañana acaba la faena del que torea el compás con tanta soltura, mientras que en el pasillo del bar y del pescaíto hay palmas, nudillos y cante para redondear la noche.
|
||||||||