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EMOCIÓN Y RACIONALIZACIÓN
Texto: Manuel Moraga
Fotos: Rafael Manjavacas Lara
Cante, guitarra y baile. Los tres elementos de la pasión
flamenca se esparcieron por el Aula Magna del colegio de Médicos,
templo de la racionalización científica. Quién
le iba a decir a don Santiago Ramón y Cajal que aquellas
paredes y techos, entre los que explicaba los mecanismos más
íntimos de nuestro sistema nervioso, iban a albergar un siglo
después las emociones intangibles de un arte que apenas si
puede ser escrito.
Como suele ocurrir en este ciclo, el calor del público arropa
en todo momento a los artistas, pero lo que hizo Gerardo Núñez
fue elevar esa temperatura a punto de ebullición nada más
comenzar la velada. El jerezano es un maestro en la construcción
de climas y de clímax, y tiene la habilidad de crear melodías
sencillas, emotivas, universales, que después desarrolla
casi hasta el infinito. Gerardo va tejiendo una tela de araña
musical que termina atrapando inexorablemente al espectador llegándole
primero al corazón y después a la cabeza. Te lleva
de la lágrima al deleite intelectual. Dos mundos expresivos
que él logra unir mediante transiciones calculadas y siempre
efectivas. El Trío lo completa Cepillo a la percusión
y un soberbio Pablo Martín al contrabajo. El público
estalló en aplausos incluso en medio de la ejecución
de las piezas.
Quizá hubiera sido mejor que Argentina hubiera actuado antes
de Gerardo Núñez. Era muy difícil superar la
temperatura ambiental que había logrado el guitarrista. La
onubense sintió y padeció esa responsabilidad. Cantó
con oficio, pero no llegó a profundizar en el alma. Tuvo
en contra, primero –insisto- el orden en el programa y, segundo,
sus lógicos nervios: Argentina está ahora presentándose
en sociedad, como quien dice. Acaba de publicar su primer trabajo
discográfico y el deseo –casi necesidad imperiosa-
de responder con brillantez a las expectativas generadas le pudo
dificultar la fluidez necesaria para sentirse y hacer sentir. Aun
así, ya digo, cantó valiente y con mucho oficio, especialmente
por siguiriyas. Pero ella puede con mucho más. Argentina
tiene afición, conocimiento, voz y mucha ilusión para
labrarse su propio camino. Sólo es cuestión de que
la experiencia le permita sacudirse un poco la racionalización
para expresar con libertad toda la emoción que ella lleva
dentro.
Tras el descanso, la apoteosis. Sara Baras sigue demostrando que
es una fiera. Desde el primer cabello de la cabeza hasta la última
uña del pie, Sara convierte su cuerpo en una máquina
de expresión: pies, piernas, caderas, espalda, hombros brazos,
cabeza, mirada. Todo. Su dominio es total. El cuerpo al servicio
de la emoción flamenca. Con arrebato unas veces, con señorío
otras, Sara Baras enloqueció de emoción al Aula Magna
en la que en su día, Ramón y Cajal se devanaba los
sesos exponiendo sus estudios sobre las transmisiones neuronales.
Programación
completa del festival 2006
Gerardo Núñez |
Argentina |
Sara Baras |
Peter Müller |