Texto: Manuel Moraga
Fotografías: Anton Voronkov / Festival Flamenco en Moscú
VALE LA PENA
España entera se alegra cuando Rafael Nadal, Fernando Alonso, la selección española de fútbol o cualquiera de nuestros deportistas de élite recibe un reconocimiento internacional. Ver cómo un público de indudable nivel musical y cultural como el de Moscú se pone en pie para aplaudir a Dorantes, a Belén Maya o a Andrés Marín es también un motivo de orgullo. El flamenco de calidad cosecha muy a menudo este tipo de éxitos. Y la imagen de España crece con ellos.
El listón del II Festival Flamenco en Moscú lo ha puesto alto su propia filosofía: solo un buen producto puede tener continuidad en tiempos de penuria presupuestaria para la cultura y, en particular, para el flamenco. Apostar por este tipo de eventos en estas circunstancias es realmente meritorio, pero si se quiere abrir hueco hay que utilizar munición de primera: Belén Maya, Israel Galván, Isabel Bayón y Rosario Toledo entre otros, protagonizaron la avanzadilla de lujo en 2011. En esta ocasión, Dorantes, Andrés Marín, José Valencia y Belén Maya han sido los principales artífices del segundo desembarco. La plaza moscovita está prácticamente ganada para el flamenco.
El flamenco no es un arte monocorde, ni mucho menos. Estéticas más tradicionales conviven con las propuestas más experimentales y lo mejor de todo es que hay demanda para todas ellas. La organización del festival ha tenido en cuenta esta realidad y así lo ha plasmado en su programación. Inauguraron el acontecimiento Andrés Peña y Pilar Ogalla con “A fuego lento” una propuesta clásica y efectiva que ambos bailaores saben defender con pasión y con gusto. Por lo ajustado de nuestro vuelo y la distancia del aeropuerto a la ciudad no pudimos llegar a verlo, pero nos consta la gran aceptación que tuvo. El segundo plato fuerte del festival lo puso sobre la mesa Dorantes, que se presentó con los apoyos de Úrsula López en el baile y de un interesantísimo Javier Ruibal en la percusión. Dorantes planteó su recital como un repaso por algunos clásicos de su repertorio, y el público moscovita –que entiende bien la música- se quedó gratamente impresionado. De hecho, Dorantes se vio obligado a repetir su Orobroy en los bises.
Calor y color
Con solo percusión y piano, la música de Dorantes provocó momentos de mucha intensidad. Sus notas y sus ritmos iban siendo perfectamente acompañados y matizados por un –insistimos- espléndido Javier Ruibal, y por su parte, Úrsula López desplegó sus recursos técnicos –anda sobrada de ellos- para dar plasticidad al mundo sonoro que Dotantes y Ruibal iban construyendo en el escenario. Una noche de color y calor en Moscú.
El baile tuvo descanso el sábado 17, dejando paso a las actividades paralelas y al cante. En la sede del Instituto Cervantes de Moscú, el actor y dramaturgo David Montero impartió una interesante conferencia sobre los planteamientos escénicos en la historia del flamenco. David Montero tiene una dilatada experiencia no solo como actor, sino también en la dirección escénica. Y, por su parte, Manuel Moraga, es decir, un servidor, expuso su visión del fenómeno flamenco en las familias gitanas.
José Valencia y la mala conciencia
Por la tarde, en el Café Art Durov de Moscú, José Valencia presentaba su primer trabajo discográfico, “Solo flamenco”, con la guitarra de Salvador Gutiérrez. El recientemente galardonado con el Giraldillo del Cante en le Bienal de Sevilla nos pegó un buen repaso, porque su cante es sencillamente inapelable, y debería ser la mala conciencia de aquellos cantaores que sin tanto, se llevan todo: los festivales, los presupuestos… Todo. Pero, en fin, esa noche, el cante gitano de José Valencia fluyó con especial fuerza por cantiñas, siguiriyas y bulerías. Pero eso no quiere decir nada: otra noche la puede formar por tientos o por soleá… material hay, desde luego. Además, con José Valencia tenemos la sensación de estar siendo testigos de cómo se escribe en presente la historia del flamenco: la historia del flamenco de verdad.
Al día siguiente, José Valencia se incorporó a la formación de Andrés Marín en “Vanguardia Jonda”, un espectáculo con una cierta edad, pero que nunca habíamos contemplado. Una propuesta muy sobria, pero muy intensa: percusión (Antonio Coronel), Guitarra (Salvador Gutiérrez), piano (Pablo Suárez), cante (José Valencia) y el baile de Andrés Marín. Solo 5 artistas en escena, pero que lograron crear climas emocionales verdaderamente memorables. Realmente, toda la función resultó especialmente brillante, pero hubo un subidón en la soleá. José Valencia, Pablo Suárez y Salvador Gutiérrez se encontraron, sintonizaron y se explayaron. Y cuando arriba hay comunicación, el patio de butacas vibra. Y eso fue lo que ocurrió.
El paréntesis de Pablo Suárez
Abrimos paréntesis. Pablo Suárez es una de las personalidades artísticas más interesantes que podemos encontrar hoy en el flamenco. Y lo es justamente por eso, por personalidad. Su piano, su música –su alma, me atrevería a decir- es perfectamente identificable. Muchos artistas buscan una huella propia. Pablo Suárez la tiene. Y además, de una factura verdaderamente bella. No es la primera vez que desde esta revista expresamos nuestro deseo de que Pablo Suárez se decida a dejarnos algo grabado de su propia mano y como protagonista. Cierto es que ha hecho memorables colaboraciones, pos ejemplo, con Rafael Jiménez “Falo”, y que en estos momentos acaba de presentarse “Avant Garde”, el nuevo disco de la Camerata Flamenco Project, que es la formación en la que está involucrado. Pero aun así, echamos de menos un mayor protagonismo de este músico gitano excepcional. Se cierra el paréntesis y volvemos a Moscú.
La exquisita y melancólica sensibilidad de Pablo Suárez encontraba el contrapunto opuesto en el cante expansivo, casi salvaje, pero dolorido de José Valencia: el contraste funcionó de maravilla. Toda una experiencia la que nos encontramos, casi fortuitamente, en este espectáculo de Andrés Marín. Una propuesta en la que, por cierto, y según nos contaba el propio Marín, la mayor parte de su baile es improvisado: “una figura me lleva a otra. Claro, eso tiene su riesgo, pero ahí está la libertad”. Andrés Marín disfrutó e hizo disfrutar a todo el público en una noche memorable: una especie de jam sesión flamenca de pequeño formato pero de excelente resultado artístico.
Flamenco de Moscú
El cierre fuerte del festival correspondió a la pareja Belén Maya-Manuel Liñán que presentaron en Moscú “Trasmin” con el cante de José Valencia y Niño de Elche, y la guitarra de Rafael Rodríguez. No pusimos asistir a esta representación –estábamos de vuelta a España- pero por lo que nos cuentan, fue el espectáculo que más llenó el teatro. Dos bailes de cada uno por separado y un baile de Liñán y Belén juntos es la estructura de este montaje de corte clásico.
Hemos de mencionar también que junto a todas estas figuras, hubo sitio también para el flamenco que se hace en Moscú. La bailaora Eketerina Che propuso dos espectáculos: uno de planteamiento más tradicional, “La vida nueva”, y otro con articulado en torno a un argumento, “Tú mi todo”. En el primero, Ekaterina Che estuvo acompañada por el bailaor chileno afincado en Sevilla Juan Aguirre. Afincado en Sevilla, pero de notable prestigio en Moscú. A su vez, Juan Aguirre protagonizó otro espectáculo junto al también bailaor Israel Moreno, titulado “Soy yo? Eres tú?… Nosotros”.
Medio Festival de Jerez
Con las figuras que han pasado por Moscú en este festival habría perfectamente para medio Festival de Jerez o una semana de una Bienal. Todo un lujo para los amantes del flamenco en Moscú. Desde luego, este nivel artístico no se hubiera podido lograr sin una organización eficiente y comprometida, y sin la propia ayuda de los artistas, siempre dispuestos a adaptarse a las circunstancias adversas que en algún momento se pudieron presentar.
En este sentido, el Festival Flamenco en Moscú es una interesante iniciativa también en cuanto a gestión, ya que se trata de una coproducción hispano-rusa a través de la escuela Flamenco Center y la productora española Endirecto FT. Gestión privada que ha logrado recabar apoyos y ayudas de entidades públicas como el Ministerio de Cultura, la Agencia Andaluza del Flamenco o el Instituto Cervantes en Moscú.
Embajadores de España
Desde hace décadas, los artistas flamencos han paseado a España por los cinco continentes, pero afortunadamente, muy atrás quedó ya aquella imagen folclórica y trasnochada que hace medio siglo se quiso potenciar de este país a través de este arte. Hoy, cuando la imagen de España en el mundo no está en su mejor momento, el flamenco es uno de los pocos valores que siguen exportándose. Aficionados de todo el planeta siguen demandando un flamenco de calidad hecho con un rigor ejemplar, a la altura de cualquier arte de élite y lejos de antiguos estereotipos. Artistas como los que han venido a Moscú, y otro mucho más, son uno de nuestros mejores ejemplos para transmitir al mundo la imagen de país moderno, comprometido con la cultura y con el arte. Vale la pena apostar por ello.