Resumen: Festival Flamenco de Nimes ? 20 ans. Rocío Molina 'Oro Viejo' 'A cinco voces', Antonio Campos
Festival Flamenco de Nimes – 20 ans |
Texto: Estela Zatania DESPEDIDA INOLVIDABLE EN NIMES DE LA FRONTERA La noche de sábado, el Festival Flamenco de Nimes puso fin a la celebración de sus veinte años de continuidad. Y qué pedazo de festival ha sido, desde el día 7 hasta el 23 de enero, un amplísimo programa de los mejores artistas y actuaciones, vanguardia y tradición, formatos grandes o íntimos, recitales de cante, conferencias, cursos, exposiciones y presentaciones, figuras como Israel Galván, Mayte Martín, Miguel Poveda, Javier Barón, Andrés Marín, Diego Carrasco o Pastora Galván entre otros. El último día empezó temprano, a las once y media de la mañana, con un interesante encuentro con el maestro Antonio Fernández “Fosforito”, que después de hablar sobre diversos aspectos del flamenco, se prestó a responder a las preguntas del público. A primera hora de la tarde, el joven granadino Antonio Campos, un cantaor experimentado en el atrás de los mejores grupos y que ahora está construyendo una digna carrera en solitario, ofreció un recital acústico con el acompañamiento de Daniel Méndez. El pregón de Macandé, malagueña con rondeña y fandango de Frasquito, y luego, por solea. Los granadinos dominan los repertorios de Andalucía occidental y oriental con igual soltura. Cante minero, tientos recordando a Gaspar de Utrera terminados por tangos con fuerte sabor granadino, martinete, siguiriyas y cabal de color mairenero, bulerías y dos bises, campanilleros y un antiguo romance a palo seco. Campos llegó preparadísimo a este encuentro con la afición de Nimes, y fue muy bien recibido.
“ORO VIEJO”. Baile: Rocío Molina, Eduardo Guerrero, David Coria. Guitarra: Paco Cruz, Rafael Rodríguez. Percusión: Sergio Martínez. Palmas y coros: Guadalupe Torres, Vanesa Coloma. Cante: Rosario “Tremendita”. Rocío Molina, la joven bailarina bailaora artista, porque es todo eso, sigue su peculiar viaje por los caminos del flamenco experimental y vanguardista. Ya no albergamos esperanzas de volver a ver el baile tradicional que tan bien domina y que nos dejó boquiabiertos hace unos años en su primera intervención en el Festival de Jerez. Igual que otros genios, Rocío Molina ya no nos pertenece a los aficionados, porque el mundo la reclama para otros menesteres.
Entonces, me conformo con poderla ver en “Oro viejo”, una obra con hilo argumental con alusiones al paso del tiempo y la vejez, sin cante propiamente dicho y con un planteamiento surrealista onírico como todo lo que hace la malagueña. Detalles retro, como la rumba “Ponme la mano aquí, Catalina”, referencias hermafroditas, especialmente en el baile de pareja de dos hombres, coreografías que recuerdan al baile break, momentos audiovisuales, algo de humor vodevilesco en la escena del autobús, el dramático arreglo instrumental grabado de “María de la O”, el contraste de estilos en un “dúo” de polo bailado por turnos por Rocío y un bailaor, tocado a la guitarra como caña…Rocío Molina es la Ferrán Adrià del flamenco; como el famoso cocinero catalán, emplea elementos cotidianos de manera absolutamente novedosa y sorprendente, e igual que éste, hay grandes aciertos, y algún desacierto, pero la genialidad siempre está ahí. La pequeña joya, una guajira sin cante con el acompañamiento del imprescindible Rafael Rodríguez a la guitarra, brilla en el recuerdo como el momento más perfecto de esta obra. La voz de la Periñaca, cantaora fallecida hace un cuarto de siglo, está de moda en las obras contemporáneas, y aquí es empleada con otras voces históricas para ambientar un baile de martinete. Rocío, más que bailar, lo que hace es dibujar y crear imágenes que se te graban en la retina. Incluso con elementos de alta calidad, ella misma es superior a esta obra. El aplauso final, educadito para los componentes, estruendoso para Rocío Molina, da fe. En el café cantante Odeón, el Festival Flamenco de Nimes clausuró su vigésima edición con un largo fin de fiesta a cargo de los sobresalientes guitarristas Antonio Moya y Daniel Méndez y sus “Cinco voces”. Mujeres de máximo empaque: Herminia Borja, La Tana, María Vizárraga, Mari Peña y Fabiola con el baile de Carmen Ledesma, flamencura y energía por un tubo, y tampoco faltó el cante clásico con la ronda de tonás con la que abieron, la siguiriya de Fabiola, el cante minero de la Tana, las cantiñas de la Vizárraga, los tientos tangos de Mari Peña o la malagueña y abandolao de Herminia. El final de las cinco cantaoras en círculo alrededor de la Ledesma más pareció rito que música y baile, y las casi dos horas y media habían pasado sin que nos diéramos cuenta.
Más información: Otras reseñas Nîmes 2010: Seguimiento ediciones anteriores:
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