Texto: Isaac Rodríguez
Fotos: Rafael Manjavacas
DE TODO UN POCO
FESTIVAL FLAMENCO CAJA MADRID 2011
JUAN VALDERRAMA “Maestros” Miércoles, 9 de febrero 2011 – Teatro Circo Price – Madrid
Abigarrado cartel el de esta noche, la segunda del festival Caja Madrid. Porque se metieron en un mismo saco al joven y ortodoxo cantaor madrileño Paco del Pozo, al veterano Eduardo Serrano “El Güito” en el baile, y al advenedizo Juan Valderrama (junior) con un espectáculo que dio en llamar “Maestros”. Aunque dicen que en la variedad está el gusto, cuando se va del coro al caño se corre el riesgo de patinar. Pero no se llegó al batacazo. Sólo la mitad de los asientos de este grandioso recinto estaban ocupados; eso sí, el respetable se lo pasó bien y agradeció con calurosos aplausos la entrega de los artistas.
Comenzó Paco del Pozo con los cantes que suele hacer y que siempre hace con mucha generosidad y no poco corazón. Cantó por malagueñas, caracoles, soleá de Triana y bulerías, dichas con absoluta solvencia y sin concesiones a las florituras. Lo dicho: entrega total y fiel respeto a los cantes, muy bien secundado por la guitarra juncal de Antonio Carrión. Tras un baile correcto por alegrías de “La Talegona”, salió al ruedo “El Güito” para bailar la soleá con la parsimonia y el duende que le caracteriza. Como ya no es un chaval, no se le pueden pedir muchas cabriolas, ni taconeos de vértigo, ni piruetas de peonza, pero sus desplantes y su batir de brazos nos dejan un regusto de baile fetén.
Y tras el descanso, el artista que servía de reclamo en los carteles: el hijo de don Juan Valderrama, que, casualmente, se llama igual. Quiso acordarse, para la ocasión, de los maestros cantaores que triunfaron en el siglo XX: Pastora, Pinto, Farina, Porrina, Marchena, La Niña de la Puebla… y, por supuesto, Juanito Valderrama. De todos se quiso acordar, pero el soniquete de su voz –no tiene otra– siempre nos recordaba a su padre, y, en algunos momentos, a Pepe Marchena. Los fandangos que hizo por el Sevillano y por Vallejo, o los tangos de Badajoz del Porra, poco tenían que ver con los de sus creadores. Nos gustó, sin embargo, en un tema de su padre en el que engarzó seguiriya, saeta y granaína, así como en el romance por soleá que cerró su espectáculo, un cante muy emotivo, para el que se acompaña de la extraordinaria guitarra de Daniel Casares y de la voz de su padre saliendo de una silla iluminada y con sombrero. Sin meternos ahora en la flamencura, en la pureza o en el duende de este joven Valderrama, lo que sí es evidente es su absoluta entrega, su madera de artista y sus ganas de agradar y de cumplir, algo que el público le agradeció con una larga y calurosa ovación.
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