Texto: Pablo San Nicasio
Fotos: Rafael Manjavacas
La perenne y agradecida memoria del flamenco
FESTIVAL FLAMENCO CAJA MADRID 2011
Tomatito / Marina Heredia Sábado, 12 de febrero 2011 – Teatro Circo Price – Madrid
Tomatito: “Luz de Guía”. Tomatito: guitarra. Cristóbal Santiago: 2ª guitarra. Morenito de Íllora y Simón Román: cante. Antonio Ramos “Maca”: bajo. Lucky Losada: percusión. José Maya: baile. Marina Heredia. “Marina”. Marina Heredia: cante. José Quevedo “Bolita” y Ricardo Rivera: guitarras. Anabel Rivera y Jara Heredia: coros y palmas. El acto de “acordarse de” es tan flamenco como jalear, pegar patadas (de las inocuas) o decir ole. Es algo que va con quien practica el deporte de lo jondo, y digo deporte porque estamos llegando a tal nivel técnico que me tendría que perdonar algún atleta de los que presumen de palmarés, pero sobre las tablas hay algunos que no les llegan muy lejos. El caso es que se cerró el “Caja Madrid 2011” con la memoria flamenca por bandera, con esa habitual querencia al tributo de lo pasado que, en el fondo, es lo que alimenta el mismo flamenco, lo que deslumbra al que llega. Que con cuatro tercios se puede resumir una vida, y ya lo cantaban hace siglos. Por mucho que busquemos con la bola de cristal, resulta que todo o casi todo esto está inventado, y tan bien hecho, que seguirá emocionando a los que de nuevas busquen sensaciones fuertes. Y de paso inspirando a los que necesiten repertorio. “Tomatito” volvía por Madrid y tenía delante un reto no del todo sencillo: decir algo nuevo. Había pasado por aquí estos años con su séquito flamenco y gitano habitual y lo que se dice novedad, no habíamos tenido demasiada. Pero ayer fue otro cantar. O mejor dicho, otro cante. Al señor Fernández Torres se le vio desde el principio muy metido, con ganas, enfibrado y sin el menor atisbo de querer bajar el pistón hasta bien entrado su recital. “Luz de Guía” es el título del nuevo formato, unos dos años ha, que mueve por los escenarios del mundo este genial tocaor almeriense. Espectáculo basado en una mezcla de sus experiencias con el “latin” que tanta gloria le dio con el piano de Camilo y el flamenco que no menos eternidad le ha dado y le dará. Porque Tomate dirá y tocará lo que quiera, pero él nacerá, morirá y sobre todo, nos dejará a todos rendidos tocando flamenco. Soniquete de una potencia y calidad como hacía años que no le oíamos por aquí. Incluso con nuevas propuestas. A cuentagotas, bien es verdad, pero algo hubo. Como el cierre de su levante inicial por abandolaos o las nuevas falsetas de su inmensa tercera propuesta por bulerías. “Tomatito” basa sus números en introducciones sacadas de los números lentos de sus dos “Spain” y el progresivo acelerón por diversos compases: tangos, la rumba “La Vacilona”, tango argentino…. Siempre respondiendo a todos los envites, nunca se vio ceder en ambición a José y sólo al final, en el apartado que protagoniza el baile de José Maya, anoche irregular en formas e ideas, se le vio ponerse en plan segundón. Hasta entonces la memoria particular de Tomate se había acordado, y mucho, de Camarón. Su José. En letras, falsetas como la que compartió en el ya lejano “Cositas Buenas” de Paco de Lucía o “dejes” de sus viejos tiempos al lado del genio. También le vinieron recuerdos de Huelva, de su tío Miguel, por bulerías y algún que otro homenaje mientras afinaba al aludido patriarca de todos: el maestro Paco. No dejó en toda su hora de ser yunque, clavo y alcayata. Concentrado y dirigiendo banda. Cerró “Luz de Guía” con un enorme recital de cante de Simón Román y sobre todo Morenito de Íllora, y el baile de José Maya. De soleá por bulerías a tangos y fiesta final por bulerías. La segunda parte apuntaba también. Porque Marina Heredia ya no es la misma que prometía y siempre prometía. Ahora es figura y cada recital suyo huele a consagración, a golpe cantado de flamenco y poder. Sobre el papel, cuenta mucho el programa que a uno le dan antes, tendríamos “Marina”. Es decir, un glosario de lo último que el mercado discográfico alumbró con su nombre. Pero su primera mitad de recital se basó en viejos y siempre nuevos recuerdos. Cartagenera y taranta para empezar. Soleá apolá con un “Bolita” al que siempre le gustó ir por la cuerda floja del contratiempo saliendo airoso. Alegrías con más poder que gracia, y el público en el bolsillo. Inicios donde un buen número de flamencos de siglo y medio “pacá” estuvieron presentes. Lo que decíamos de la memoria. Y mitad final apoteósica. Con esos fandangos del Albaicín que son un auténtico diamante en bruto para ella y los cantaores que quieran seguirla. Cantes abandolaos rápidos, excitantes, de un atractivo estético brutal. Ahí hay petróleo para engordar repertorio, y ella ha sido la que ha buscado y encontrado primero. Siguiriya llamando a las puertas de Jerez, de casa de doña Francisca Méndez, “La Paquera” también mentada. Y aquí, en este punto, el dilema: Marina nos habla de Morente. De sus fandangos, los cuales interpretará a continuación. Y nos canta unos donde había letras de Macandé, impronta y ecos de Camarón y sí, música de Morente. Algo muy sutil, donde el granadino apenas se entreveía… nos quedamos como que no hemos comprendido bien. Ella inmensa, y sus guitarristas (ojo con Ricardo Rivera) capaces de poner en aprietos a cualquiera, menos a ella, que estaba pletórica. Pero hubo revuelo con lo de la autoría… ya nos contará. Ella quiso recordar y ahí quedó. Fin por bulerías, rumba de Bambino y bis por tangos, donde sí vimos más nítidamente a un Morente que, aún no nos lo imaginamos fuera de aquí, fue protagonista toda la semana. Hasta en la forma de cogerse la chaquetilla veíamos a don Enrique… La memoria siempre será patrimonio de las almas valiosas. Los que olvidan suelen volar, como los amores de polvo y arena.
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