Festival de Jerez: Úrsula López / Mari Peña & La Tana / Manuela Ríos

Texto: Estela Zatania
Fotos: Ana Palma

Lunes, 4 de marzo, 2013. Jerez de la Frontera

Especial XVII Festival de Jerez – Toda la información

LAS MUJERES DOMINAN LA UNDÉCIMA JORNADA DEL FESTIVAL DE JEREZ

ÚRSULA LÓPEZ “LA OTRA PIEL”
Teatro Villamarta, 2100h

Baile, dirección y coreografía: Úrsula López, Cristián Lozano, Mariano Bernal, Tamara López. Artista invitado: Jesús Méndez. Cante: Londro, Jeromo Segura. Guitarra: Javier Patino, Tino van der Sman. Viola: Gretchen Talbot. Percusión: Raúl Domínguez.

 

La noche de lunes en el Teatro Villamarta, el Festival de Jerez nos aportó la oportunidad de conocer otra faceta del flamenco actual en la persona de la bailaora bailarina cordobesa Úrsula López, que también firma la dirección y coreografía de su nuevo trabajo “La otra piel”.

La obra es un bufé libre que abarca desde la danza más contemporánea, hasta el flamenco más tradicional, todo envuelto y presentado con una admirable perfección técnica en todos sus elementos.  Emplea los palillos sin miramientos; durante unos años este accesorio tradicional había quedado tan desterrado como los lunares.  Después de un comienzo lento, los luminosos fandangos de Huelva del cantaor Jeromo Segura exigen nuestra atención.  El poderío de Jesús Méndez por tonás conduce al compás de siguiriyas sin guitarra como base de una coreografía vanguardista.  Liviana y serrana con música atribuida al guitarrista Javier Patino, con Jeromo y el Londro al cante, y la danza sigue rigurosamente contemporánea, las mujeres descalzas y los hombres a pecho desnudo.

Úrsula viste de rojo para las cantiñas, ya en plan más convencional.  Esta polifacética mujer cambia de registro con la mayor facilidad.  El bello arreglo de Tino van der Sman de Asturias de Albéniz es bailado por Cristián Lozano, y un homenaje a Enrique Morente toma la forma de una danza contemporánea de Úrsula y su hermana Tamara donde se nota el genio creativo de Andrés Marín en la coreografía.  Después de tientos azambrados de Méndez, había un arreglo de bulerías con toda la compañía que sirve de introducción a la impresionante caña con armonías poco corrientes, otra vez con música de van der Sman, que baila Úrsula a continuación.  Vestida de blanco, con bata de cola y mantón, dio nueva vida a un cante que tiende a acumular moho, a la vez que aportó lo que claramente fue el momento más inspirado de la obra.  

 


 

MARI PEÑA, LA TANA “DE UTRERA A TRIANA”
Ciclo:  Los conciertos de palacio
Palacio Villavicencio, 1900h 

De Utrera a Triana hay unos cuarenta kilómetros, y de Triana a Jerez, cien.  Pero esas cortas distancias, que hace un siglo eran menos manejables cuando el flamenco estaba en plena etapa de desarrollo, reflejan sabores flamencos y gustos diferenciados.  Se podrían escribir volúmenes comparando el flamenco “sevillano” al “gaditano”, el del interior al costero.  Somos todos una gran familia flamenca, pero una de las cosas más enriquecedoras de este género es su capacidad para adaptarse a diversas maneras de expresar emociones compartidas.

En el salón del Palacio Villavicencio con ambiente de peña flamenca sin barra, Mari Peña de los Peña Pinini y la Tana, hija de Herminia Borja, vestidas de negro como dos monjas de lo jondo, dieron su perspectiva del flamenco.  Casi se ha sentido como una continuación de lo que escuchamos hace pocos días en este mismo lugar de los cantaores Márquez el Zapatero y Antonio el Carpintero, también de provincia de Sevilla – entre ambos recitales se ha pintado un retrato del cante como se entiende “allí arriba”.  Ese compás relajaíto por bulerías con aire de romance, esa soleá aligerada con ganas de bulería por soleá, la magia que practican al cuplé para convertirlo en cante o el fandango por soleá como palo exótico que aporta energía flamenca mediante un trasfondo rítmico. 

Y Mari, dulcemente doliente por tientos, un palo que los cantaores de Utrera elevan a cante grande gracias al legado de Gaspar de Utrera, o tangos de Triana, pero al estilo del Perrate y cantiñas con aroma específico del lugar.  Y el punto de agresividad controlada de la Tana con sus arranques por bulerías, su taranta o por soleá. Y cómo no, la guitarra de Antonio Moya, gran conocedor de estos aires de Utrera, Lebrija y Sevilla para poner el punto perfecto a cada cante.

 

 


 

MANUELA RÍOS “CONSUELO DE PENAS”
Ciclo:  Muy flamencos
Sala Compañía, 12 medianoche  

La velada acaba en la Sala Compañía con baile dentro del ciclo “Muy flamencos”.  Escuchamos el famoso toque de guitarra del desaparecido moronense Diego del Gastor, con la voz de la Fernanda de Utrera para parar el reloj mental y ubicarnos en el pasado reciente del flamenco que es el hábitat natural de la bailaora Manuela Ríos

Manuela posee una chispa especial, fuerza e intensidad magistralmente domadas.  Se arriesga lo justito, y no suele calcular mal.  Su cuidadosamente seleccionado atrás fue compuesto por las voces de Moi de Morón y Pepe de Pura, además de María Vizárraga que entregó un impactante cante por bulerías, y las guitarras de Ramón Amador y Miguel Iglesias.  Cante a palo seco, pero esta vez no ha sido tonás sino granaína, seguido de dos solos de guitarra aderezados con movimiento, sin que llegue a ser “baile”.  Un larguísimo solo de bulerías a palo seco de Cristina Hall tenía que haber durado la mitad, único punto flojo de la obra.  Interesante fue la Tarara que bailó la principal con Hall, pero el número estrella resultó ser la soleá de Manuela con sus arranques de temperamento que no parecen fingidos.  

“Consuelo de penas” es un producto flamenco irresistible con olor a romero para aquellos que añoran un flamenco que respira, suda y emociona.


 

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