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Texto: Estela Zatania QUÉ EMPIECE LA FIESTA… Baile: María del Mar Moreno, Mercedes Ruiz (artistas invitadas), Miguel Téllez, Angelita Gómez (colaboración especial). Cante: Fernando Terremoto (artista invitado), Antonio Malena, Londro, Mateo Soleá, El Pescaílla. Guitarra: Santiago Lara, Santiago Moreno, Manuel Valencia Pascual de Lorca. Piano: José Zarzana. Percusión: Pedro Navarro. Palmas: Luis de la Tota. Con Luisa Terremoto, Rosario, Juani Peña, La Bastiana. Idea original, libreto, dramaturgia: Francisco López. Coordinación musical: Paco Cepero. Coreografía: Javier Latorre. Jerez se quiere muchísimo. Todas las ciudades y pueblos del mundo se quieren a sí mismos. Pero Jerez más. Y nosotros queremos a Jerez por quererse tanto, porque tienes que admirar esa clase de inocencia de espíritu. No obstante, esa misma ingenuidad puede ser un obstáculo a la hora de construir un espectáculo coherente y equilibrado. Todo artista sabe que el peor delito artístico es enamorarse de su propia obra. “¡Viva Jerez!” luce las mejores intenciones de una serie de profesionales ejemplares: la coreografía es de Javier Latorre, la dirección musical de Paco Cepero y la dirección global de Francisco López. Mirando cada elemento por separado, los respectivos encargados han cumplido sobradamente. Pero a pesar de unos momentos excelentes, la obra padece de un ritmo desigual. Algunos números intensa y eficazmente teatralizados compiten con otros que caen como lagunas de tedio. Una larga nana y cantes de trilla nos tienen mirando el reloj cuando el espectáculo apenas ha comenzado, y nueve o diez martinetes seguidos, sin baile, es excesivo, a pesar de las admirables interpretaciones de Fernando Terremoto y los otros cantaores. De pronto, una pincelada de verdiales con baile te deja rascando la cabeza sin aliviar el paso lento de la obra, y la siguiriya de María del Mar Moreno hubiera llegado más lejos de haber durado la mitad. Cuando por fin Luisa Terremoto grita “¡se acabó la tristeza y viva Jerez!”, sientes un suspiro colectivo, y el antídoto a tanta melancolía es tanguillo, pura comparsa, con el delicioso baile cómico de Luis de la Tota. La obra quedaría beneficiada con la eliminación de los momentos prescindibles, para mayor lucimiento de los imprescindibles, que son muchos, pero el inevitable fin de fiesta por bulerías con las mujeres redondas ata los cabos sueltos, y el sabor de boca al final es bueno.
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