Festival de Jerez – Un año sin Paco / Paso a Dos. Marco Flores & Olga Pericet

Un año sin Paco - Festival de Jerez

Un año sin Paco - Festival de Jerez

Texto: Silvia Cruz

Fotos: Ana Palma

«Paso a dos» Marco Flores y Olga Pericet – Sala Paúl.
«Un año sin Paco» Gerardo Núñez – Alfredo Lagos – Juan Diego Mateos – José Quevedo «Bola» – Santiago Lara – Manuel Valencia. Barullo. Teatro Villamarta

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El día del homenaje a Paco de Lucía empezó con baile, que para algo es el de Jerez un festival dedicado a la danza. Olga Pericet y Marcos Flores bailaron juntos en la Sala Paúl varios pasos a dos que demostraron la buena sintonía que hay entre ellos. Se pasearon un rato por la historia emulando a parejas flamencas como Antonio Gades y Cristina Hoyos,  Antonio y Rosario o Argentinita y Alejandro Vega. La fórmula era preciosa porque, aunque la diferencia de estatura y envergadura entre ellos podría ser cómica, no lo es porque la saben hacer hermosa. Y es que no se le ve tan abrazador a Marco como con Olga. 

Estos dos se complementan hasta en lo físico porque si el baile de Olga es más expresivo cuanto más se recoge, el de Marcos luce el triple cuando se estira y muestra toda su plasticidad. Fue una lástima que el formato de las parejas se rompiera para dar paso a unos textos dichos por José María Velázquez-Gaztelu que, sentado en una silla, se encargó de ir dando paso a los números o de hablar con ellos en una suerte de entrevista que no acabó de funcionar. No sólo porque Olga y Marco bastante tenían con darlo todo sobre la tarima, sino porque las preguntas redundaban en lo mismo y no hubo la hondura ni la precisión que sí mostraron, por ejemplo, los artistas con sus cuerpos. Marcos estuvo de diez en sus alegrías, y Olga bailó una soleá con bata de cola donde creció palmo y medio. Además de ser buenos bailaores, ambos demostraron ser buenos actores, algo imprescindible para darle un plus a cualquier palo. 

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Los siete locos

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Y llegó la hora del homenaje. Seis guitarristas enormes se subieron al escenario del Teatro Villamarta para recordar al maestro Paco de Lucía en el primer aniversario de su muerte. Arrancó Manuel Valencia y acabó Gerardo Núñez. En medio, Santiago Lara, José Quevedo “Bolita”, Alfredo Lagos y Juan Diego. Puro sabor a Jerez para homenajear al de Algeciras y todo habría quedado en Cádiz de no ser porque en el baile se encargó de recordarlo el sevillano Barullo.

Dos piezas por cabeza ejecutadas al nivel que precisaba el maestro y entre pieza y pieza, declaraciones a cámara de Paco de Lucía en distintos documentales o reportajes que se le hicieron en vida. En cada declaración, muestra el artista la dureza que implica su dedicación a la guitarra. Se queja de que al alzarlo como maestro, nadie le permitía ya el más mínimo fallo. Explica que un día le gusta tanto algo que ha compuesto que rompe su timidez y se arranca a bailar pero que al despertar por la mañana, le parece una basura. “¿A quién hago caso, al de ayer o al de hoy?”, se pregunta en una frase que arranca las risas del público pero que en realidad encierra un drama. Dice que le gusta estar solo, que busca estar solo y que quizás por eso, es raro y parece un pirado. “Fíjate, verás que todos los guitarristas estamos locos”, dice con los ojos de soslayo. 

Eso que expresa resuena en la sala, retumba en cada nota que ejecutan los seis guitarristas que fueron al Teatro Villamarta a homenajearlo. Porque se nota esa obsesión de la que hablaba Paco en el sabor de Manuel Valencia; en la superdotación de Alfredo Lagos; en los estudiados silencios de Bolita; en la destreza y el buen gusto de Juan Diego; en la pulsación veloz y deliciosa de Santiago o en la furia creadora de Gerardo. En todos ellos se ve eso de lo que el maestro habla en los vídeos que de él nos han quedado. En todos y cada uno de esos músicos se perciben las penurias del alma que ocasiona el deseo de perfección; en todos se vislumbra la locura que origina el ansiar la soledad para seguir ensayando una y mil veces, para componer, para estar a la altura de la última vez.

Los siete locos es el título de una novela de Roberto Arlt. “Pero anoche eran seis”; me dirán algunos. No, anoche eran seis honrando al de siete, al más extraño de todos, al más solitario y más loco. Un loco que anoche se manifestó en los dedos de los otros seis locos y vino a decirnos a través de ellos que volverá a nacer en cualquier guitarrista que nazca en el mundo y aspire a igualarlo. 


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