Pedro Sierra |
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Fotos: Ana Palma Pedro Sierra Guitarra: Pedro Sierra. Cajón: José Carrasco. Su vida es la música y es lo que ha venido a demostrar nuevamente a Jerez. Pedro nos recordó que para crear música flamenca no son necesarios los artificios. Pedro Sierra (L’Hospitalet, Barcelona, 1966) es uno de los guitarristas más prolíficos de la escena actual, tanto por su trabajo como intérprete como por su labor de productor (véanse los últimos trabajos de Manuel de Paula, El Ecijano o Miguel López). Su mente estructura los mensajes con claridad meridiana y su argumentación musical prácticamente no deja lugar a la contestación. Si fuera guionista de Hollywood estaría forrado, pero ha tenido la mala pata de ser guitarrista flamenco en España, y esa es una carrera de obstáculos. Abrió Pedro Sierra con granaína para seguir su discurso por farruca y fandangos. Subió después José Carrasco para acompañar con el cajón una bulería mezcla de fuerza, equilibrio y buen gusto. Sus alegrías invitaban al baile en cualquier momento. Los tangos, de lo más entretenido y la bulería final tuvo un aire jerezano. Sólo con guitarra y cajón. Si más. Así fue como Pedro Sierra nos ofreció una hora de su mundo. La verdad es que se echa de menos su nombre en las programaciones: la experiencia, constancia y creatividad que día a día, año a año, viene demostrando le confieren un espacio propio en la historia actual de la guitarra flamenca. Estévez y Paños Dos Por Medio y Cía Baile: Rafael Estévez, Nani Paños, Sara Vázquez, Moisés Navarro, Encarnación López, Raquel Lamadrid, David Coria, Christian Lozano, Laura Rozalén, álvaro Paños, Rosana Romero, Irene Lozano. Artistas invitados: Antonio Ruz y Concha Jareño. Estévez y Paños nos recordaron que la danza es un lenguaje universal capaz de contarlo todo. En un programa –algo extenso, la verdad- repasaron simbólicamente la historia del cante, baile y toque flamenco, y lo hicieron con originalidad y calidad. Originalidad en la forma de enfocar sus planteamientos y calidad en la ejecución. La visión circular de quienes se han formado en el amplio mundo de la danza -con mayúsculas-, les aporta una riqueza de elementos y conceptos con los que plasmar sus inquietudes. El cante de Chacón, de Talega, de Varea, del Gallina… La guitarra de Montoya, de Sabicas, de Niño Ricardo… La Escuela Bolera, Antonio, Argentinita, Vicente Escudero… Todos estos nombres y muchos más -junto con la representación de sus legados- forman pare de “Flamenco XXI: Ópera, Café y Puro”. Las coreografías no tienen desperdicio, la música está elegida con sensibilidad y el montaje sonoro revela talento. Cierto es también que algunos pasajes están confusos y cuesta encontrar el referente, pero la obra avanza sola con imaginación, con toques de humor, con armonía entre audio y danza, y con luces y vestuario que ayudan y subrayan las ideas… Ideas, escrito también con mayúsculas, porque suele ser lo más difícil de encontrar: la escasez de este elemento en el mundo de la danza flamenca hace que su valor cotice al alza día a día. Gran obra la de Estévez y Paños, que además interpretan maravillosamente sus papeles, al igual que el resto de compañeros y colaboradores invitados, como Antonio Ruiz y Concha Jareño. Y hay que aplaudir a la organización del Festival por programar este tipo de espectáculos tan originales y arriesgados . Resulta reconfortante ver a los críticos flamenquísimos tomar notas desde las butacas, porque cuando uno acude a ver este tipo de planteamientos (salas Triángulo o Pradillo en Madrid, por ejemplo) no le ve el pelo a ninguna de esas firmas. Les gustará o no, pero al menos han tenido que presenciarlo. Fran Espinosa Baile: Fran Espinosa. Cante: Eva de Dios, Rafael Espejo “Churumbaque”, El Güeñi. Guitarra: Alberto Lucena. Palmas y coro: Farina y El Mori. Percusión: Luís Dorado. Y la noche terminó con otro recordatorio: que lo principal en el arte es la transmisión. No hace falta tener un cuerpo Danone para que fermente el talento. Fran Espinosa recupera la importancia del guiño, de la picardía, de la gracia, del pellizco… En fin, de todo eso que muchas veces no se logra con las sesudas sesiones de estudio y espejo. Fran Espinosa tiene una personalidad especial en el escenario. Siente y baila la esencia del flamenco… y la transmite con una extraña combinación de sensibilidad y fuerza. Quizá abuse de algunos recursos, y le vemos más cómodo en el baile corto –sobre todo bailando al cante y aferrándose a la pataíta- que en desarrollos largos. No obstante, en su terreno es un verdadero mago. Conecta con el público a la primera y sabe buscar el pellizco. Bonita jornada la del lunes en Jerez… Jornada para recordar.
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