Miguel Poveda “Sin frontera” |
Texto: Estela Zatania A mediodía el maestro Manolo Sanlúcar habló del espectáculo que interpretaría al día siguiente en el Villamarta, y comentó largamente temas de su nuevo libro autobiográfico, “El alma compartida”. A las siete de la tarde en la Sala la Compañía, el grupo Malucos Danza presentó su obra “Las sobras del festín” con la dirección, coreografía y también baile de Carlos Chamorro. Esta formación, que cumple su primera década este año, se autodefine como “nueva danza española” y cuenta con la colaboración del cantaor Antonio Izquierdo “Merenguito” y el guitarrista José Manuel Montoya. Además de Chamorro, interviene en el baile Pepa Sanz y José Merino en una propuesta vanguardista y variada donde el objetivo es “bailar desde el interior” para que cada intérprete exprese su particular personalidad dentro del contexto de la obra que, en torno a un simbólico reloj, maneja los conceptos de tiempo, vida y muerte.
Miguel Poveda “Sin frontera” En el Teatro Villamarta, donde se presentan los espectáculos de mayor envergadura, cuando es el penúltimo día del Festival, por fin se ha encontrado el homenaje a Jerez que la ciudad quería y se merecía, y vino de la mano de un catalán, el joven cantaor veterano, Miguel Poveda.
La historia del cante está salpicada de famosas rivalidades, más o menos amistosas: Chacón y Torre, Mairena y Caracol, Camarón y Pansequito… Pero una pareja de admiración mutua como la que se ha formado entre Miguel Poveda y Luis el Zambo, no tiene precedentes. Y es más sorprendente todavía, tratándose de un catalán y un jerezano, un Premio Nacional de la Música y un cantaor bonachón que hasta hace unos años trabajaba en su pescadería, gitano y no gitano, de diferentes generaciones…. De hecho, lo único que tienen en común es su afición sin límites, y ganas de compartirla. En el 2008, el flamenco ya ha traspasado casi todas las fronteras, y es el hecho que declara Miguel Poveda con el título de esta obra “Sin frontera”. Hoy en día hasta los más rancios y reacios conceden a Poveda un lugar privilegiado en el panorama del cante actual. Ya no es la curiosidad de un jovencito que acaparó cuatro premios, incluida la Lámpara Minera, en el concurso de La Unión de 1993. Ya no es que “canta gracioso para ser catalán”, ni “hay que ver cómo le gusta el cante de Jerez”. Ahora es Miguel Poveda, cantaor de flamenco y máxima figura. Otra vez el tabanco, la mesa de madera, los nudillos, las copas… Pero en esta ocasión, milagro de milagros, la escena es fresca y natural. El personal, jerezanos todos, excepto por Miguel Poveda y su habitual guitarrista catalán, Chicuelo. Alrededor de la mesa, Luis el Zambo, Moraíto, Andrés Peña, Carlos Grilo y El Lúa. A un lado del escenario, Poveda y Chicuelo trabajan una taranta…luego en el “tabanco”, Luis con soleá y bulería por soleá. Siguiendo en el mismo compás, baila Andrés Peña, el subvalorado bailaor jerezano, más discreto que otras figuras de la ciudad, y posiblemente por eso, más sincero, más flamenco incluso. Miguel nos devuelve a Andalucía oriental con sus malagueñas, incluyendo una estupenda versión de la de la Peñaranda y terminando por abandolao con el soniquete contemporáneo que ahora dan los jóvenes tocaroes a este compás. Nuevamente a Jerez donde Poveda, ya sentado en el tabanco, alterna versos de tonás con el Zambo, y sientes la perfecta comunicación, el respeto mutuo y la ausencia de fronteras entre ambos. El sencillo decorado y novedosa iluminación trasera es extremadamente eficaz, plasmando perfectamente el ambiente de un tabanco de noche, y luego con la primera luz de la mañana. Moraíto y Chicuelo tocan para los tientos y tangos de Miguel. Los dos músicos también hablan el mismo idioma flamenco; la energía de su dúo por bulerías hace que desees no volver nunca a escuchar armonías de jazz tocadas por compás libre, y calienta al público como pocos números instrumentales a lo largo del festival. El Zambo por siguiriyas con su hermosa voz natural, y me pregunto por qué este tipo de voz ha dejado de llevarse hoy en día. Baila Andrés por alegrías, y se agradece su elegancia, honestidad y concepto sentado. Realiza una larga bulería a palo seco, sin cante y sin palmas apenas; las cosas sencillas bien hechas cunden mucho. Viene aclarando el día y se plasma el imprescindible fin de fiesta por bulerías, con las pataítas de todos. Ya de mañana quedan Luis y Miguel en el tabanco para un mano a mano por soleá, a nudillos. El inevitable bis trae la sorpresa del mister Diego Carrasco para la canción por bulerías “Alfileres de colores” con Miguel. Una hermosa celebración de la universalidad del flamenco que hace posible el hermanamiento de dos cantaores maestros. “Sin frontera” es la fiesta jerezana que sueña todo aficionado, que un día soñó Miguel Poveda y logró hacer realidad. Antonio Reyes, Manuel Moneo El joven cantaor Antonio Reyes de Chiclana se encargó de la primera parte del programa en la Bodega Los Apóstoles. Los primeros tercios “En un trono de marfil En la segunda parte tuvimos el placer de disfrutar de uno de los pocos grandes maestros de cante que nos quedan. Manuel Moneo Lara procede de una familia de arraigada tradición flamenca del barrio San Miguel, donde las penas duelen un poquito más, y la bulería se canta de otra manera. Con su joven nieto Barullito al toque, empezó por soleá dejando fluir su majestuoso cante, recordándonos de tiempos quizás más flamencos. Si los cantaores jerezanos son a veces criticados por un decir excesivamente histriónico, Manuel por siguiriyas luce el instintivo fraseo que sólo viene con los años, el don de decir más con menos que tanto apreciamos los aficionados. Fandangos para un cambio de aires, y llegan sus tres hijos para hacer compás para la bulería por soleá que tiene peso específico en este cantaor. El final del recital es, logicamente, por bulerías donde el hijo Barullo canta y las hijas bailan.
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