Resumen: Festival de Jerez. Matilde Coral / Ramón Trujillo / María Bermúdez – Capullo de Jerez
XIV Festival de Jerez 2010
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UNA VETERANA, DOS ASPIRANTES Y LA FUSIÓN CON CALZADOR Texto: Estela Zatania El martes 2 de marzo en el Festival de Jerez empezó con la presentación del creativo bailaor Andrés Marín del espectáculo que hoy estrena en el Teatro Villamarta, “La pasión según se mire”, que el artista describe como su montaje más “personal”. El jerezano cantaor David Lagos habló de su recital programado para el miércoles en el Palacio Villavicencio, y Ana Morales comentó su obra “De sandalia a tacón” que podremos ver en la Sala Compañía el mismo día. Dentro del ciclo “Vicencias”, que une a veteranos artistas con destacados periodistas para el propósito de entrevistarlos, contó con la presencia de la muy galardonada bailaora Matilde Coral (Sevilla, 1935). La artista, esposa de Rafael el Negro con el cual creó, junto a Farruco, el trío “Los Bolecos” y que haría famosa la “escuela sevillana” del baile, compartió ocurrencias, observaciones y anécdotas con Jesús Vigorra y el público que abarrotaba el auditorio del Centro Andaluz de Flamenco. A las siete de la tarde en el Palacio Villavicencio, hubo recital doble. En la primera parte, guitarrista Ramón Trujillo ofreció un recital en el que pudimos admirar su estilo clásico de picado relámpago y armonía tradicional en un tema de inspiración minera, bulería por solea con discreto cajón y dos pares de nudillos sobre mesa de madera, además de bulerías, alegrías en La y tangos, con breve bis de bulería en escala mayor, tipo chufla. En la segunda parte, el joven cantaor de la Plazuela, el Niño de la Fragua, mote atribuible a que es nieto del fragüero Tío Juane, con el acompañamiento de Pascual de Lorca, empezó con malagueña y alegrías, y una voz dulce y fina, muy apropiada para estos palos. Solea, fandangos y bulerías completaron la media hora de su intervención. El discreto programa de martes no incluía ningún espectáculo en el teatro principal, no obstante doy parte de un encuentro extraordinario, no planeado pero sí propiciado por la celebración de este festival. Dos personas que acudieron al espectáculo de la Sala Paúl, la veterana bailaora Luisa Triana, hija del legendario Antonio de Triana, el que fuera durante años pareja y coreógrafo de Carmen Amaya, pudo saludar al hijo de Carlos Montoya, primer guitarrista flamenco en dedicarse exclusivamente al concertismo, y algunos vimos con asombro cómo comentaron anécdotas y corroboraron datos de hace seis décadas. Y es que este festival tiene eso, la parte social, la convivencia, los reencuentros, las fiestas espontáneas… CHICANA GYPSY PROJECT. Baile y cante: María Bermúdez. Cante: Miguel Flores Quirós “Capullo de Jerez” (Artista invitado), Miguel Rosendo, Juan Cantarote. Guitarra flamenca: Jesús Álvarez. Guitarra eléctrica: Lolo Bernal. Violín: Bernardo Parrilla. Contrabajo: Paco Lobo. Batería: Tato Macías. Dirección musical: Ildefonso de los Reyes. Dirección: María Bermúdez. Hoy en día la palabra “flamenco” siempre suscita el interés del gran público, pero cualquier intento de definirla se interpreta como un atentado contra la libertad de expresión. ¿Pero cómo un género tan admirado no admite siquiera la definición más superficial? Quizás sea más fácil definir su contrapartida, la “fusión”, porque es una palabra con significado propio: “fusión”, de “fundirse”, combinar dos o más elementos homogéneamente en uno. Si la fusión de mantequilla, harina y leche es un proceso irreversible que nos da la bechamel, el espectáculo “Chicano Gypsy Project” de María Bermúdez es más bien un filete con papas y ensalada; elementos deliciosos pero dispares que no se prestan a la fusión. Una clásica canción de George Gershwin u otra chicana son expresiones completas y perfectas en sí, que ni ganan ni se enriquecen al ser colocadas junto al flamenco, y es éste último que sale perdiendo. Entrando en detalles, la escala menor y la flamenca o modal, no se dejan combinar, y siempre una de las dos va a dominar a la otra; en este caso, la flamenca quedó eclipsada por la menor en cada yuxtaposición. Por el mismo motivo, y a la inversa, la pieza que mejor funcionó, fue la ranchera mexicana con alegrías, precisamente porque comparten la misma escala, el mismo idioma musical que digamos. La intervención del Capullo puso el punto más flamenco, aunque había una falta de conexión con el resto de la obra. Hay la incómoda sensación de que se está defendiendo el concepto de la fusión por encima de cualquier otra cosa. Entiendo que el hecho de cantar una conocida canción española como es “Piensa en mí” en inglés, cuando la que canta domina el español y está cantando dentro del marco de un festival flamenco para un público aficionado a dicho género, es mucho más un acto reivindicativo que una expresión artística. El día anterior en rueda de prensa, María advirtió que no hay que tener prejuicios, y que la pureza no existe, argumento repetido por muchos actualmente. Nosotros hemos cumplido con nuestra parte, acudiendo a la función con la mente abierta, pero lo que más logró el espectáculo fue obligarnos, a cada uno de nosotros, a colocar nuestros postes de portería. Por mi parte, he descubierto que el flamenco es mucho más que un mantón, una peineta y una coreografía a compás, porque de todo eso había, pero el flamenco quedó entre bastidores, tímido y reacio a asomarse. En la Peña Tío José de Paula la fiesta siguió con el cante y baile de las mujeres de la entidad para aquellos que aún no estaban preparados para plegar. |