Resumen: Festival de Jerez. Joaquín Grilo 'Leyenda personal' / Patricia Ibánez & Abel Harana / Soniquete
XIV Festival de Jerez 2010
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JOAQUÍN GRILO – “LEYENDA PERSONAL”. Texto: Estela Zatania El concepto del “autorretrato”, la obra biográfica bailada, está de moda actualmente. Queda sesudo decir que el trabajo es una introspección, un viaje por el pasado para encontrarse en el presente y viajar hacia el futuro. María Pagés, Antonio el Pipa, Rosario Toledo, muchos han presentado obras con ánimo seudo biográfico. Pero no vayas a pensar que en “Leyenda Personal” del jerezano Joaquín Grilo vemos aquellos comienzos en el programa Gente Joven, su triunfo en el Concurso de Córdoba, u otras referencias por el estilo. De hecho, es el Grilo de siempre (por lo que damos las gracias), que se rodea de diversos elementos simbólicos… una mecedora, un libro gordo, supuestamente de recuerdos, el sonido de los latidos de un corazón, el telón traslúcido, imágenes proyectadas de fotografías antiguas e imágenes de la familia del bailaor, los cuatro monigotes que descienden desde lo alto, las cuerdas que atan al bailaor convirtiéndolo en títere… que parecen destinados a entretener al que no se deja seducir por el buen baile, cante y música sin más historias. Incluso cuando el bailaor declara a la prensa que la obra es una defensa de la independencia artística, un homenaje “a la pobreza, al humilde, a la pobreza que me rodeó en mi infancia”, una reflexión sobre el paso del tiempo y para quedar redondo, a su mujer y a todas las madres, sigue siendo el Joaquín que todos queremos y admiramos, y ojalá los artistas no se metieran en tanto berenjenal. Teatralmente, “Leyenda personal”, anteriormente estrenada en el 2008, es una obra hermética y claustrofóbica, pero pulida y profesional, que por los pelos logra evitar ser engullida por la pesada carga conceptual. Se agradece el piano de Dorantes, uno de los pocos teclistas dentro del flamenco que realmente acompaña al baile y al cante, que no toca sus composiciones sin más. Establece un diálogo perfecto con el bailaor resultando en algunos momentos espectaculares. En el cante, el aval de José Valencia, aunque Carmen Grilo también aporta mucho, y ha cantado mejor que otra veces, y una orquesta de cuerda que aporta belleza. Hay momentos sobreactuados, con melodramáticos abrazos que vuelven loco al público, pero algo menos a la que escribe. Tientos, solea, siguiriyas, fandangos de Huelva, cantiñas, bulerías…pero posiblemente el baile mejor construido e impactante ha sido la poderosa farruca, recordando a ratos la versión de Gades. Y siempre la necesidad de Grilo de plasmar formas cómicas: el muñequito de trapo, el deformado patoso (véase el baile de los patios de vecinos de Triana), el borracho, el viejo… Hace lo que le da la gana, y lo hace con maestría. Globalmente, una presentación excelente, con música excelente, una obra entretenida, aunque si es por pedir, pediría menos abrazos a los cantaores, menos chascarrillas y un baile más sentaíto. PATRICIA IBÁÑEZ Y ABEL HARANA “MEMORIA ANTIGUA” Baile y coreografía: Patricia Ibáñez, Abel Harana; Piano: Pedro Ricardo Miño (artista invitado); Cante: Vicente Gelo, Fabiola Pérez, David Sánchez “El Galli”; Guitarras: Ramón Amador, Manuel Valencia; Percusión: Roberto C. Jaén; Dirección musical: Ramón Amador Texto: Manuel Moraga Se abrió la tarde del domingo con dos bailaores jóvenes que proponen una mirada al pasado, en concreto para “recordar estilos de cantes que están casi en desuso”. Eso es lo que comentaron en la rueda de prensa del día anterior. La intención es loable, aunque es paradójico que sea el baile quien se proponga recuperar cantes, cuando las posibilidades de expresión del cante en este contexto son generalmente más limitadas. Y tampoco creo que recuperar una forma de cante influya demasiado en los demás aspectos el espectáculo: por ejemplo, no creo que los bailaores ejecuten de diferente manera un Taranto de Linares que un taranto de Almería… o sí… No queda eso muy claro. Pero, en fin, ya digo que de una u otra forma me parece un gesto meritorio. En el plano más dancístico, hay que reconocer que tanto Abel como Patricia tienen la suficiente preparación e inquietud como para comenzar a proponer sus propias ideas. Y así lo demostraron, sobre todo en el taranto (Patricia) y en las cantiñas (Abel). Por cierto, que ya que se trata de “memoria antigua” podría haber tomado Abel la referencia de los Pelao en la farruca, que es mucho más antigua que la de Gades, y desde luego, mucho más injustamente olvidada. De cualquier manera, son dos talentos con proyección que han empezado un nuevo camino, y aunque les parezca difícil encontrar escenarios donde expresarse, más complicado es definir un estilo propio que les identifique. Creo que Patricia Ibáñez y Abel Harana tienen cualidades e ideas. Lo más duro de este camino es ahondar ahora en su personalidad. Hay que destacar, sin duda, el gran trabajo de todos los artistas “de atrás” y la colaboración especial de Pedro Ricardo Miño. Con esas espaldas cubiertas, el camino, desde luego, queda mucho más despejado. Soniquete “Asignatura Pendiente” Cante y baile: Ángeles Cortés, Rodríguez Junquerita, Reyes Moreno Romero, Teresa Moreno Jiménez, Dolores Carrasco Ruiz, Manuela Fernández Martínez, Manuel Marín Valencia “Manuel de la Chochete”. Guitarra flamenca: Jesús de los Ríos Carrasco, Fernando Romero Moreno. Bajo eléctrico: Ignacio Cintado. Texto: Estela Zatania Un grupo de chavales del barrio Santiago de Jerez, allegados a la Peña Terremoto, componen el grupo “Soniquete”, una especie de taller formativo para el flamenco. Se barajan estirpes tan jerezanísimas como la de Moraíto, el Niño Jero o los Sordera, y el proyecto es promocionado como ajeno al “flamenkito” a pesar de la juventud de los componentes. Con esa esperanza acudí a la actuación del domingo a las doce de la noche en la Sala Paúl. No es que el flamenkito tenga nada de malo, sino que abunda, tanto en Andalucía como en el país entero y hasta en el extranjero. Pero el flamenco tradicional interpretado por jóvenes, hay que buscarlo con buena lupa en Jerez donde los chicos tienen otros espejos más roqueros en los que se miran. Ojalá fuera cuestión de sangre como todavía creen algunos. Dos cantaores peques que son jaleados como Manuel y Pedro, abren con una pincelá de bulerías, con dos jóvenes guitarristas muy competentes y jerezanos ambos, y la cosa promete mucho. Y como estamos en Jerez, sale Moraíto para hablar de la importancia de los niños, “hijos y nietos de grandes sagas jerezanas”. El joven cantaor Manuel, dedica su cante por solea “a mi padrino, Terremoto hijo”, y nos emociona con su cálida y sincera interpretación. Por fandangos, directamente al grano caracolero con “Malva loca”; el chico sabe lo que hace. Pero de pronto, los guitarristas cambian los instrumentos acústicos por eléctricos, entra el cajón y bajo eléctrico y todo sabor a Jerez queda diluido en el mar de la música pop aflamencada. Había magia mientras duraba, y damos las gracias por ese ratito porque sabemos que eso está ahí para otra generación. Si es que les interesa. |