Israel Galván “El final de este estado de cosas” |
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Texto: Estela Zatania La Truco, Inmaculada Ortega, La Talegona, Miguel Cañas Baile: La Truco, Inmaculada Ortega, Carmen la Talegona, Miguel Cañas. Cante: Talegón de Córdoba, José Jiménez “Pepe Bocadillo”. Guitarra: Antonio Españadero, Antonio Sánchez. Percusión: Kike Terrón. Flauta: Omar Acosta. Una obra ambiciosa abrió la jornada de jueves en el Festival de Jerez 2008. Con un aroma a los años setenta de cuando las primeras obras de Mario Maya rompieron el molde anterior, tres bailaoras y un bailaor, los cuatro experimentados profesionales, plasmaron un complicado guión que ni con la voz en off comentando las escenas fue comprensible. No obstante, hay un buen nivel de baile, especialmente de las mujeres. Se entiende que es una historia de amor, desamor y añoranza en la que los cuatro protagonistas representan la Melancolía, Dominio y quebranto, Dulce pérdida y Prejuicios (ya os dije que era “ambiciosa” la obra) a través de varios bailes largos como siguiriyas con debla, alegrías, soleá o tangos. El trabajo sincero de estas personas, obviamente dedicadas y serias, no ha tenido un resultado totalmente satisfactorio, pero con un director para aplicar las tijeras, y con cante y guitarra de otro nivel, la obra todavía puede salvarse. Destacable fin de fiesta con las tres mujeres en bata de cola.
Israel Galván Baile: Israel Galván. Cante: Diego Carrasco, Fernando Terremoto, Juan José Amador. Guitarra: Alfredo Lagos. Baile, palmas y compás: Bobote. Percusión: José Carrasco. Conjunto Orthodox: Ricardo Jiménez, Marco Serrato, Borja Díaz. Violín: Eloísa Sánchez. Bandurría: José Manuel Vaquero “Pájaro”. Proyecto Lorca: Antonio Moreno, Juan Jiménez Alba. Coreografía: Israel Galván. Sentí curiosidad por saber qué era la danza japonesa “butoh” con la que Israel Galván abre “El final de este estado de cosas”, y descubrí que es un estilo creado en 1959, calificado en su día como “grotesco, insultante y ausente de cualquier aportación artística […] la danza del absurdo, de la representación del ser humano en su estado más primario, de la ausencia de diseño o estilo”. Con razón, y lo digo sin ironía, Galván sintió afinidad por este género de danza, considerándolo oportuno para introducir su complicada obra que refleja nada menos que el Apocalipsis.
Israel reivindica el derecho de hacer lo que le da la gana en el escenario porque se ha ganado el calificativo de genio, y este genio se siente atraído por lo esperpéntico, abrazándolo y acariciándolo para convertirlo en arte con la fuerza de su personalidad. Entonces, la danza butoh, aunque no sea exactamente un baile por soleá o por siguiriya, tiene su impacto y relevancia para la obra. Del audiovisual que sigue a continuación, con un fuerte mensaje antiguerra, no puedo decir lo mismo, y es casi el único momento flojo a mi juicio. Tratándose del Apocalipsis, hay numerosas referencias religiosas o litúrgicas. Un cuadro navideño que figura en el programa como “Villancicos sin navidad y sálvese quién pueda” facilita villancicos para que Israel juegue y baile, dos acciones idénticas en este bailaor. Su visión es clara, y no hay que perderle de vista por un instante, porque cada segundo trae sorpresas. El programa sigue con “Vírgenes, rameras, guitarras, cornetas, tambores y saetas”, que incluye un baile con tambor rociero, la saeta de Terremoto con fondo de música heavy y una bola de espejitos que cuelga desde arriba como en las discotecas antiguas. “Siguiriyas con terremoto [sic] y hambres y pestes” es un baile sobre tarima flotante de marcada y deliberada inestabilidad, nuevamente con el cante tradicional de Terremoto. “Verdiales y venenos, guerra entre taranto y tarantella” sigue la pauta de música fragmentada y contrastada. Es el mundo surrealista onírico de Israel Galván. Hace excelente uso de pausas y cambios repentinos de velocidad, dando la sensación de que controla la marcha del tiempo real. El feeling flamenco va y viene, a veces fuerte, a veces ausente, siempre en función del flamencómetro personal de cada uno. Todo baile es actuación, pero si piensas en Israel como un actor que baila muy bien, el producto parece tener más sentido. Y Diego Carrasco que no falte. Con su guitarra y su ange canta psicodélicos versos entre toná liviana, bamberas y caña. Un sembradísimo baile de Bobote, por bulerías y sin camisa. “La muerte y los últimos de la fiesta por bulerías, sin fin”, y aparecen los ataudes, uno de ellos para hacer nudillos, otro para que Israel baile dentro de él; un gesto irreverente que caracteriza toda la obra. A lo mejor es cierto lo que he leído sobre el “butoh”, que el que lo practica, lo hace porque de alguna manera llevaba esas cualidades dentro de sí antes de dedicarse a aprenderlo. Sea como sea, el baile flamenco está de suerte por haber sido visitado por el genio de Israel Galván. Ezequiel Benítez, Antonio Malena Un cartel doble ha sido la oferta de medianoche en la Bodega de Los Apóstoles con dos jerezanos, Ezequiel Benítez y Antonio Malena. El joven Ezequiel vino acompañado por Daniel Méndez de Morón de la Frontera, y realizó un variado repertorio de soleá, cartagenera, tientos a paso ligero donde metió un fandango al compás de cuatro por cuatro, fandangos de Huelva y bulerías que también le sirvió para interpretar un fandango. Para el fin de fiesta, su simpática tía contribuyó una pataíta. En la segunda parte, Antonio Malena, que no acaba de lograr reproducir el duende que aportó a la edad de nueve añitos con su cante por siguiriyas en Rito y Geografía del Cante, empleó su voz tamaño industrial para cantiñas, malagueñas con abandolao, soleá, serrana, siguiriyas y bulerías.
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