Jesús Torres, Encarna Anillo, David Lagos |
Texto: Estela Zatania La jornada de martes en el Festival de Jerez empezó con la habitual rueda de prensa para presentar los artistas que actuarán al día siguiente, en este caso, el bailarín aragonés Miguel Ángel Berna, y Calixto Sánchez, que maestro de escuela que es (aparte de cantaor), convirtió su presentación en una amena conferencia acerca de las voces del flamenco y otros temas diversos de mucho interés. Jesús Torres, Encarna Anillo, David Lagos El guitarrista Jesús Torres vino acompañado por la segunda guitarra de Arcadio Marín y la percusión de Antonio Coronel, además de las palmas jerezanas de Carlos Grilo y Lúa. Veterano de acompañamiento, habiendo tocado para Manolete, Belén Maya, Merche Esmeralda o Cristina Hoyos, es autor musical de la más reciente obra de Isabel Bayón. Para esta ocasión empleó un tacto dulce de guitarra clásica para interpretar composiciones igualmente melodiosas en las que los nervios a veces pudieron con él, pero causó buena impresión. Dios bendiga la respetuosa e inteligente percusión de Antonio Coronel. La gaditana Encarna Anillo empezó por las alegrías de su tierra, y es cuando te das cuenta de lo que la guitarra controla el “aire”. Juan Diego tocó con mucha musicalidad y buena técnica, pero la ausencia del clásico Do-Sol nos privó del feeling de la tacita de plata que normalmente nos invade cuando arranca una guitarra por alegrías. La cantaora interpretó la malagueña de la Trini, uno de los estilos de Málaga que se escuchan poco por estas partes, y terminó por abandolao. Por soleá empleó un curioso decir preciosista que parece augurar el comienzo definitivo de una nueva “ópera flamenca” que viene tomando forma desde hace casi diez años. Una milonga susurrada mantiene el lirismo, y bulerías dedicadas a La Perla sirven de despedida. Manuela Ríos A esta reducida sala secundaria del Festival hemos tenido que venir para empaparnos del color y olor del flamenco que tan a menudo vas buscando con lupa en estos festivales con vocación de satisfacer el amorfo gusto internacional. Manuela Ríos, sevillana, dio una lección en como hacer mucho con pocos recursos, en lugar de poco con muchos, basándose en cuatro voces excelentes, una guitarra excepcional y su propia capacidad bailaora. Valores humanos que ni siquiera hacen mella en las arcas públicas. En resumen, un espléndido antídoto que borró recuerdos de algunos momentos menos brillantes que hemos vivido en estos días; gracias Manuela Ríos por recordarnos que el flamenco no es frialdad, sino la vida misma. |