Texto: Estela Zatania
Fotos: Ana Palma
Concha Jareño «El Baúl de los Flamencos»
Claudia Cruz, Marina Valiente «Cádiz, Sevilla ¡Qué maravilla!»
Martes, 3 de marzo, 2015. Jerez de la Frontera
Especial XIX Festival de Jerez – Toda la información
La jornada del martes en el Festival de Jerez fue marcada por otra pérdida en los pocos días que llevamos del Festival. Juan de la Plata, escritor, flamencólogo y fundador de la venerable Cátedra de Flamencología de Jerez desde 1958 tenía 83 años.
Pero el Festival sigue su curso, anoche con tres bailaoras para dos escenarios, y dos espectáculos que se salían de lo habitual.
El baile de mujer domina el martes en el Festival de Jerez
CONCHA JAREÑO «EL BAÚL DE LOS FLAMENCOS»
Teatro Villamarta, 2100h
Baile: Concha Jareño. Artista invitado (baile): Adrián Santana. Colaboración especial (guitarra): Juan Antonio Suarez «Cano». Artista invitada (cante y baile): Ana Salazar. Cante: Manuel Gago, David Sánchez «El Galli». Percusión: Bandolero. Palmas: Torombo. Idea original, dirección artística, coreografía y repertorio: Concha Jareño. Dirección artística, coreografía, transiciones musicales, fotografía y repertorio: Rafael Estévez. Música original y dirección musical: Juan Antonio Suárez «Cano».
El libreto de la obra «El baúl de los flamencos» de Concha Jareño es de los complicados. Hay una docena de escenas, y otro tanto de cantes, algunos tan exóticos como la calesera o la soleá petenera. Es señal de que había cerebros prodigiosos detrás, como son los del irrefrenable Rafael Estévez o de la misma Jareño. Tienen historial de genialidad, y siempre se merecen atención.
También investigan. En este caso, el objetivo ha sido destacar los diversos complementos del baile flamenco, y exponer algo sobre su origen. El mantón, el abanico, las castañuelas, el bastón, los chinchines, la capa, el sombrero o la bata de cola, cada elemento tiene su momento. La idea es buena, aunque sólo sea para ayudar a garantizar la continuidad de estos objetos; durante unos años se consideraban accesorios cutres e innecesarios, pero se han recuperado gracias al esfuerzo de algunos artistas que han insistido en su empleo.
Concha es una bailaora bailarina altamente preparada. Vino a Jerez con un equipo artístico de lo mejor y una obra extremadamente currada y preparada. Pero se complica demasiado a veces, había momentos que costaban seguir, y me encontraba deseando que sólo bailaran y cantaran sin tanto adorno intelectual.
En cuanto a las danzas y los bailes, nada que objetar. Es un recorrido histórico absolutamente variado. Según el programa: bulerías, zapateado, tango de Cádiz, versión del Mochuelo y otra inspirada en Pastoria Imperio, calesera y trilla, guajiras, martinete con jotilla, taranto y verdial, pregón y cantiñas, caracoles, zapateado y caña, pasodoble y caña, soleá petenera y peteneras…la cabeza da vueltas cuando pienso en la responsabilidad de los cantaores actuales, que por cierto, aquí ambos hacen un trabajo de primera. David «El Galli» se ha convertido en un señor cantaor, y el miércoles tendremos oportunidad de escucharlo en recital acústico en el Villavicencio.
Concha está guapísima vestida a la antigua para guajiras con abanico y batín. El bailaor Adrián Santana hace un trabajo estupendo en una variedad de bailes y papeles, y la bailaora cantaora Ana Salazar queda simpática en su papel andrógino polivalente. La música para esta complicada obra la pone el admirable guitarrista Juan Antonio Suárez «Cano».
CLAUDIA CRUZ, MARINA VALIENTE «CÁDIZ, SEVILLA ¡QUÉ MARAVILLA!»
Sala Compañía, 1900h
Baile: Claudia Cruz, Marina Valiente. Cante: Pepe de Pura. Guitarra: Román Vicenti. Coreografía: Claudia Cruz, Marina Valiente. Coreografía alegrías: Manuel Liñán.
A las siete de la tarde, en la Sala Compañía, tuvimos la oportunidad de ver a dos bailaoras jóvenes, Claudia Cruz y Marina Valiente, de Cádiz y Sevilla respectivamente.
El concepto del baile flamenco de dúo se lleva poco actualmente, y si son mujeres, menos todavía. Pero es un terreno digno de atención, y estas dos bailaoras lo llevan con inteligencia y creatividad. La primera escena ofrece dos bailes en solitario de Claudia y Marina, un taranto y una zambra a caballo entre Granada y Caracol, con un vestuario exótico de colores, y movimientos de cadera del baile oriental. También hay soleá por bulería y siguiriyas, pero sin duda alguna es en las alegrías cantiñas de las dos, vestidas de batas de cola blancas, donde impacta la disciplina y capacidad de ambas. Algo diferente a lo que estamos acostumbrados; que no todo ha de ser oscuridad y negrura para que sea «flamenco».