Texto: Silvia Cruz
Fotos: Ana Palma
Ana Salazar. Desayuno sin diamantes
Compañía Antonio Gades – Fuego
Patricia Guerrero «Touche»
Festival de Jerez 28 febrero 2015
Especial XIX Festival de Jerez – Toda la información
Marta de Troya. Con ese nombre tan prometedor arrancó el día en la Peña Tío José de Paula. Unas alegrías cantadas por Rafael Reguera y primorosamente bailadas e insinuadas por la de Troya dieron el disparo de salida a la jornada, que siguió por la tarde en la Sala Paúl, con otra mujer a la que no le falta ni pizca de sal: Ana Salazar. Presentaba una obra en la que canta, recita, interpreta y baila: “Desayuno sin diamantes”, la historia de una diva en decadencia aunque a decir verdad al hilo conductor le faltó consistencia. Lo mejor de Salazar fueron sin duda algunos pasajes de baile y los temas cantados a medio camino entre María Jiménez y Lola Flores, que gustaron al público y con los que Ana se sintió muy cómoda. En el grupo de acompañamiento, el público arropó, aplaudió y veneró a Alfredo Lagos, que con la guitarra intentó cuajar la narración y a ratos recibió más calor en el aplauso que la protagonista. Galería fotográfica – Video Ana Salazar.
El fuego de Gades
En el Villamarta estuvo la Compañía de Antonio Gades presentando “Fuego”, una obra inspirada en “El amor brujo” de Manuel de Falla y planificada por el propio Gades, que nunca llegó a estrenarse en España. Lo mejor, sin duda, los toques del maestro que se perciben en algunas escenas. Como la lentitud de algunos pasajes, como si la historia sucediera a cámara lenta. Los protagonistas, Esmeralda Manzanas y Jacob Guerrero, como Candela y Carmelo, se entendieron y se gustaron, y estuvieron correctos y sobrios. El cuadro de acompañamiento superaba la veintena y entre ellos, una que destacó por sabrosura: Raquela Ortega, que junto a Enrique Pantoja bailó unas sevillanas ralentizadas, en un hermosísimo ejercicio de economía gestual con el que demostraron, ella y él, que a veces para expresar lo máximo, basta moverse poquito pero con mucho sabor.
Ángela Núñez “La Bronce” puso la voz rota y tremenda y una interpretación de hembra hechicera que sirvió de contrapunto a la Carmela embaucada por el espectro. El cuerpo de baile estuvo espléndido, preciso y al compás, y además cantó los temas populares de la obra que fueron muchos: villancicos, sevillanas y otras canciones. Apareció, como no, la voz de Rocío Jurado grabada y en la sala se notó un escalofrío. La historia termina en boda, y nada hay que guste más que una historia de amor que acaba en festejo. Aunque sea mentira.
Patricia, la guerrera
La actuación de medianoche llegó de la mano, los pies y el magín de Patricia Guerrero. Se presentó con la voz abarcadora de José Ángel Carmona, violín, percusión y una guitarra. No necesitó más pues ella sola se basta para llenar el espacio: ya sea el del patio de butacas o el del escenario. Presentó “Touché” y así dejó al respetable.
Estuvo grande por soleá, grande en lo moderno y en la raíz. Y es que Patricia es intersección: una bailaora a la que le sienta bien una patá masculina y un braceo femenino; la que ejecuta lo rancio como si hubiera nacido hace un siglo y se lo trajera al hoy sin ortopedia. Porque ese es también su don: que hace fácil lo que es sumamente complicado. Solo un pero y para no darle sólo alabanza a alguien tan joven: aunque no le falta salsa, no le iría nada mal una chispita del tumbao de la cadera de Raquela. Ahora bien, Patricia así podría ser atómica. Porque tiene cualidades físicas, es evidente, pero lo que tiene esta mujer es un coco bien regado que saca el máximo partido de lo que tiene a su alcance. Si eso no es inteligencia, baje Gades y lo vea. Galería fotográfica – Video