Festival de Jerez: Antonio Márquez / Javier Patino / José Valencia

Texto: Estela Zatania
Fotos: Ana Palma

Viernes, 8 de marzo, 2013. Jerez de la Frontera

 

Especial XVII Festival de Jerez – Toda la información

ANTONIO MÁRQUEZ VOLVIÓ A TRIUNFAR EN EL VILLAMARTA

COMPAÑÍA ANTONIO MÁRQUEZ “SIEMPRE ANTONIO”
Teatro Villamarta, 2100h

Baile: Antonio Márquez con la colaboración especial de Francisco Franco “Currillo”. Primer bailarín: Daniel Fernández. Solistas: Elena Miño, Nazareth Martínez, Sara Chamorro. Cuerpo de baile: Rocío Mansilla, Claudia Martinelli, Sara Gatell, Alba Aranzana, Lucía Maldonado, Víctor Donoso, Axel Galán, Ciro Ortín, Raúl Oliva, Roberto Parisotto. Guitarra solista: Diego Franco. Guitarra: David Durán. Cante: Sonia Cortés, Curro Cueto. Percusión: Amador Losada. Flauta: Pedro Esparza.

 

El Festival de Jerez, dedicado al baile flamenco y danza española, siempre encuentra un hueco para ésta última, y ya son muchas veces que aquel hueco lo ha llenado la compañía de Antonio Márquez.  Aunque abundaran las compañías de danza española, que no es el caso, ni muchísimo menos, Márquez todavía sería máxima figura del género.  

Por ese motivo no sabes si el título de la obra, “Siempre Antonio”, alude al legendario “Antonio” (1921-1996), o al mismo Márquez.  Resulta que es a aquél bailarín y bailaor, Antonio Ruiz Soler, llamado también “El Gran Antonio”, “Antonio el Bailarín” o “El Chavalillo”, tan admirado por Márquez, que se dedica esta presentación donde queda reflejada la visión compartida de los tocayos.

Hoy en día, cuando las obras flamencas son cada vez más complicadas, austeras o incluso futuristas, el trabajo de Márquez es como una versión en danza de las españoladas de los años sesenta y setenta del pasado siglo, aquellas películas con un tipismo andaluz que ahora muchos consideran demodé, pero que nos siguen gustando a casi todos, quieras o no.  

Viendo a Antonio Márquez, o cualquiera de sus obras, lo que más impacta es el profundo amor que siente este hombre por su profesión.  El respeto, y el deseo de hacer que la gente contemple y comprenda la grandeza de lo que se podría llamar la “danza flamenca”.  Porque hay guitarra y cante, hay alegrías, farruca, soleá, siguiriyas, hay batas de cola, mantones y taconeo…pero todo aquello queda en segundo plano.  El mismo Márquez, con su poder comunicativo y personalidad expansiva, su pecho desnudo y su sonrisa tan grande que alcanza hasta los asientos económicos, todo tiene relevancia exclusivamente en función de las exigencias teatrales coreográficas.  Un máster-plan que sólo podemos atribuir a Antonio Márquez que firma la dirección artística.

Al levantarse el telón, el numeroso cuerpo de baile sentado inmóvil en semicírculo, el telón de fondo fantasioso y un fuerte color rojo eléctrico que inunde todo, provocan la primera ovación entusiasmada de la noche, sin que nadie haya realizado un solo paso.  Esta primera parte de las dos que conforman el espectáculo, es la “Boda Flamenca” y se plasma el ambiente de las cuevas de Sacromonte mediante el compás, cante y baile de tangos.  Telas traslúcidas que suben y bajan hacen los cambios de escena rápida y eficazmente.  Transiciones bien logradas, la escena de amor, la fiesta, los novios alzados en hombros…apenas hay tiempo para hacer estos apuntes que estás leyendo.

Y los saludos.  Sólo vamos por la mitad del espectáculo, pero los saludos coreografiados en varios segmentos entretienen tanto o más que el baile…de hecho, son pinceladas de baile, con su iluminación, y las entradas y salidas perfectamente calculadas.  Artesanía pura.

El Bolero de Ravel, pieza central del repertorio de la compañía, trae más de lo mismo, con cambios de vestuario, luces de diseño, formaciones a lo Busby Berkeley (aquellas coreografías geométricas de los años treinta),  disciplina y entrega máximas y vistosidad que no da tregua. 

Más de veinte personas entre bailarines y músicos, una hora y cuarenta minutos de inocente diversión llena de vitalidad, y lo digo sin el menor ánimo despectivo, sino la mayor admiración.

 

 


 

JAVIER PATINO
Ciclo:  Toca toque Jerez
Sala Paúl, 1900h

 

A las siete de la tarde la larga jornada comenzó con el recital del guitarrista jerezano Javier Patino.  Extenso currículum tiene Patino, muchos años en el atrás de los bailaores y cantaores más consagrados, además de una grabación instrumental editada en el 2009.

 

 

A pesar de una amplificación que transformaba los sonidos limpios del músico en borrosos, Patino logró presentar un interesante recital con la gran seriedad que le caracteriza.  Notable fue la granaína con la sexta bajada, una original guajira, el zapateado bailado por el artista invitado Ángel Muñoz que también metió mano al cajón o la rumba que el guitarrista dedicó a su mujer e hijos.

La actuación también contaba con la colaboración de Alexis Lefèvre al violín y José Manuel Posada “Popo” al bajo.

 

 


 

JOSÉ VALENCIA “SÓLO FLAMENCO”
Ciclo: De la raíz
Sala Compañía, 12 medianoche  

 

El título de la primera grabación en solitario de José Valencia, “Sólo Flamenco”, presentada anoche en la Sala Compañía dentro de la programación del Festival de Jerez, parece tener un claro doble sentido.  Con acento sobre la primera “ó”, entendemos que el cantaor no tiene intención ni ánimo de interpretar temitas, sino que se limita al cante flamenco como él lo entiende.  Pero al quitar el acento, se convierte en una reiteración de su deseo de desarrollar su carrera en solitario después de muchos años al servicio del baile, un objetivo también reflejado en el título de su recital en Sevilla del año 2004, “Por fin p’alante”.

 

 

A diferencia de lo que piensan algunos, el cantar para baile no es incompatible con hacerlo “alante”, sino todo lo contrario.  Este recital impactó en la reciente Bienal de Flamenco de Sevilla, y lo ha vuelto a hacer anoche.  Tanto Valencia como Juan Requena, el guitarrista que lo acompaña, fueron galardonados respectivamente con los Giraldillos que otorga la organización de aquel evento.

Con su tremendo poder pulmonar, interpretó malagueña con abandolao, soleá con sabor a campiña, cantiñas igualmente sabrosas, taranta y tientos.  El querido jerezano Joaquín Grilo colaboró con su baile, y Valencia dio las gracias a “esta tierra donde chanela de cante, y donde me toca de familia” antes de interpretar siguiriyas, largas e intensas, bulerías al compás de Lebrija y tonás.   Una hora y cuarenta minutos, y sólo flamenco.

 

 


 

 

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