Resumen: FESTIVAL DE FLAMENCO DE NIMES. 'Mujeres' de Mario Maya. Merche Esmeralda, Belén Maya, Rocío Molina
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FESTIVAL DE FLAMENCO DE NIMES
“Mujeres” |
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Texto: Estela Zatania El Festival de Nimes ha clausurado después un admirable programa de actividades, reforzando y consagrando su lugar entre los eventos más destacados del calendario flamenco internacional. Cincuenta y siete artistas, once espectáculos, conferencias por Claude Worms, Pierre Lefranc, Estela Zatania, Juan José Téllez, Rubén Gutiérrez, hasta una ”conferencia musical” con Diego Carrasco que explicó las diferentes facetas de la bulería de Jerez, además de cursos de baile, exposiciones y un extraordinario encuentro con José Galván, Pastora Galván, Israel Galván y Eugenia de Los Reyes. A las seis y media de la tarde de sábado, el cantaor lebrijano, José Valencia, uno de los pocos jóvenes que se dedica rigurosamente al cante más clásico, dio un recital acústico de cante en el Palacio de Justicia con el acompañamiento de Miguel Iglesias. Con acostumbrada entrega, y su excelente y potente voz, hizo una larga serie por soléa, malagueña de la Peñaranda con abandolao, cantiñas con fuerte sabor a Lebrija, siguiriyas duras e hirientes, bulerías en postura de taranto y un bis de tonás.
La obra “Mujeres”, el último regalo que hizo el gran bailaor y coreógrafo Mario Maya a los aficionados antes de dejarnos tan precipitadamente durante la última Bienal de Sevilla, es una de las obras de mayor éxito del año 2008. Hermosa escenografía, coreografías originales y muy cuidadas, tres espléndidas bailaoras. Aunque no sea precisamente “todo el baile femenino reunido en tres bailaoras” como leemos en la publicidad, porque no hay nada comparable a Manuela Carrasco por ejemplo, sí que es una admirable yuxtaposición de personalidades bien definidas. Habiendo visto la obra en más ocasiones, se puede hablar de su desarrollo y evolución. En Nimes, no fue la excepcional interpretación que tuvo lugar en Cádiz hace sólo unos meses. Faltaba vida y energía, probablemente reflejando la sensación de pérdida desde que Mario Maya, guía artística y espiritual, ya no está para ver el fruto de su labor. Ya no se insiste tanto en la recuperación de los clásicos accesorios del baile de mujer – Belen Maya con abanico, Rocío Molina con palillos o castañuelas, Merche Esmeralda con mantón – aunque siguen usándose en una simpática presentación que abre la obra, y la excelente coreografía de caracoles firmada por Manuel Liñán. Los sabrosos tangos con sabor granadino donde Belén combina antiguo y contemporáneo, movimientos sensuales y geométricos con sorprendente facilidad, todavía es uno de los mejores bailes del espectáculo. El cantaor Antonio Campos es notable, y su dúo con Jesús Corbacho por tonás y trillas capta la atención del público a pesar de la ausencia de baile y guitarra. Merche Esmeralda en bata de cola de lunares es majestuosa por soleá a tiempo ralentizado, como se hacía en los años setenta. El hipnótico baile de Belén y Rocío a cantes de romance desprende una belleza intemporal. Un solo vocal de Tamara Tañé sigue tan fuera de lugar en esta obra como en otras ocasiones, y la siguiriya de Rocío rezuma magia y misterio, creando una intensidad casi insoportable. El final por caracoles, con las tres mujeres en batas de cola, está lleno de vida y frescor, y el maestro Mario, desde algún lugar, sonríe contento.
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