Texto: Estela Zatania
Fotos: Antonio Acedo
Farruquito «Pinacendá»
XVIII Bienal de Flamenco de Sevilla
Lunes, 15 septiembre 2014. Teatro de la Maestranza
XVIII Especial Bienal de Flamenco de Sevilla – Toda la infomación
El Flamenco clásico contemporáneo intemporal de Farruquito
Baile: Farruquito (Juan Manuel Fernández Montoya). Cante: La Mari (Ana Vizárraga), La Fabi (Fabiola Pérez), Zambullo (José Manuel Doya), David de Jacoba (David Maldonado). Guitarra: Román Vicenti, Carlos de Jacoba (Carlos Maldonado). Percusión: El Piraña (Israel Suárez). Flauta: Juan Parrilla (Juan Fernández Gálvez). Violín: Thomas Potiron.
La tarde de lunes en la Bienal de Flamenco de Sevilla, hubo lleno absoluto en el Teatro de la Maestranza para el estreno de «Pinacendá», la nueva obra de Farruquito.
En su última aparición en la Bienal hace cuatro años, el bailaor quiso seguir la moda de las obras con hilo argumental, artistas invitados y música ajena al flamenco, pero no acertó. Su fórmula de toda la vida es la que le sigue sirviendo. Baile flamenco clásico en la línea familiar de furia contenida, impresionantes combinaciones de pies y dramáticos pellizcos, todo envuelto con leves detalles de escenografía y apoyado por un buen surtido de voces flamencas y airosas guitarras. Se dice pronto, pero el extraordinario baile del principal es el ingrediente imprescindible que hace que la máquina funcione. No es el baile del Farru, ni del Carpeta, ni del Barullo, todos excelentes en una línea similar. Farruquito tiene una madurez artística y sensibilidad oscura -posiblemente el resultado de su contacto directo con el abuelo Farruco- que aportan la dimensión que está por llegar a sus hermanos y primo.
«Pinacendá», en caló, significa Andalucia. La palabra también fue empleada hace años por el guitarrista Andrés Batista, que tuvo mucho contacto con Farruco el viejo, para titular una composición por bulerías. Representa el deseo del bailaor de reivindicar la raza gitana, la región de Andalucía y en general su perspectiva del flamenco. Según el programa, hay ánimo de dar un «paseo por cada una de las provincias andaluzas», aunque son 7 piezas para cubrir 8 provincias. Falta Málaga, pero luego hay un popurrí de abandolao que incluye algún guiño para esta provincia.
La voz de la cantaora Fabiola que suena al 7 u 8 por medio, con toda la brillantez asociada, rompe por siguiriyas. Sobre el telón de fondo se proyecta la imagen de tres rosetones que proporcionan un ambiente de iglesia y de reverencia. El flamenco como religión, como algo indeformable y digno de máximo respeto. Contrasta diametralmente con la perspectiva contemporánea, como la que vimos el domingo con Israel Galván. Y te das cuenta que ambos caminos son válidos y necesarios. En menos de cinco minutos, como suele ocurrir en las actuaciones de Farruquito, el público se ha despeinado.
Hay una suite de fandangos de Huelva que queda poderosamente aflamencada, cante minero, baile por alegrías, unos sabrosos tangos de Granada y un maratón por bulerías. Pero el momento más emotivo tiene lugar con la aparición sorpresa de Pilar la Faraona, hija de Farruco el viejo y tía de Farruquito. Mu' a lo gitana, descalza y con cesta de mimbre, su inesperada presencia provocó toda la nostalgia imaginable, que sólo fue en aumento cuando bailó con su sobrino.
A las once de la noche en el Espacio Santa Clara, hubo más flamenco para el gusto clásico con Miguel Funi e Inés Bacán en una presentación titulada «En estado puro».