Texto y fotos: Estela Zatania
Viernes, 18 de julio, 2014. 2200h. Alcázar de Jerez
…Y NO DEFRAUDÓ
El ciclo jerezano Noches de Verano 2014, no es todo flamenco, pero incluye algunas actuaciones destacadas del arte jondo. Anoche Juan Manuel Fernández Montoya “Farruquito” llevó su “Improvisao” al espacio abierto del Alcázar de Jerez.
En primer lugar, ya podemos dejar de referirnos a una obra específica titulada “Improvisao”. Con esta etiqueta, Farruquito lleva ya varias representaciones, en Sevilla y Granada entre otros lugares, y la única constante es la presencia del mismo bailaor que es toda una marca artística. Entonces, debemos entender “improvisao” en su sentido más literal, casi una declaración de intenciones: Farruquito nos quiere ofrecer su forma de entender el flamenco, con buenas voces y guitarras, sin elevados conceptos intelectuales ni historias literarias. Es quizás su forma de darnos un toque de atención, que el flamenco bien hecho se sostiene solo, como vino al mundo, desnudo y autosuficiente, y de esta manera, nos devuelve al sistema antiguo. Antes de que Gades o Mario Maya montaran sus historias coreografiadas que captaron la atención del mundo entero, los grandes bailaores solían anunciarse por su nombre: Carmen Amaya y su troupe, el gran Antonio, José Greco, etc…. La fuerza de su personalidad y fama fue más que suficiente para llenar cualquier espacio escénico. También es un sistema que invita al público a repetir, porque nadie puede decir “ya he visto esa obra”.
Y si un nombre de bailaor actual es una garantía para llenar cualquier lugar sin esfuerzo, es el de Farruquito. Anoche, a pesar de un viento bien fresquito, y una dura crisis económica, el amplio patio del Alcázar se llenó de admiradores del artista.
Abriendo con siguiriyas, la primera sorpresa anunciada fue la presencia del gran cantaor veterano de San Miguel, Manuel Moneo. Impactante e histórica fue la breve colaboración captada por cientos de telefonitos en alto, como si de una figura de rock se tratara. Durante unos minutos la luna se detuvo en su recorrido, el aire se espesó de flamencura y los dos genios conversaron a través de su arte compartido.
El poder comunicativo de Farruquito siguió siendo el hilo conductor de la noche, siempre con el apoyo de un atrás admirable. Cuatro voces bien distintas: la miel tostada de Pepe de Pura, la voz rancia de María Vizárraga, la dulzura gaditana de Encarnita Anillo y el decir denso del Zambullo, la percusión de Ané Carrasco, la guitarra siempre airosa de Juan Requena e invitados jerezanos, más notablemente la bailaora Gema Moneo, sobrina de Manuel, para el deleite del público local.
Además de las siguiriyas, Farruquito interpretó alegrías y un taranto. Nunca se ha prodigado mucho en el compás binario, el 4 por 4, pero se ubicó perfectamente en el taranto, logrando encontrar su personalidad tanto como si fuera el habitual compás de doce tiempos.
Tampoco defraudó por soleá, su salida más emblemática, con largo final por bulerías, y la perfecta complicidad de todo el grupo.