Texto: Estela Zatania
Fotos: Jean Louis Duzert (C)
Miércoles, 15 de enero, 2014. 20h. Teatro Bernadette Lafont, Nimes (Francia)
El tiempo en Nimes: Una brisa extremeña y temperaturas elevadas
En el mundo flamenco, siempre hablamos de raíces, de barrios y de familias, de la tradición oral y de matices estilísticos. También se suele atribuir la totalidad de la tradición flamenca a la región de Andalucía. Pero las expresiones culturales no entienden de fronteras impuestas, sino de las personas que cultivan, aman y conservan aquellas formas.
El miércoles en el Festival de Nimes fue el día del flamenco extremeño, glorioso apartado del repertorio jondo. Extremadura, la región más al oeste de España comparte frontera con Portugal y luce cierta influencia musical del país vecino. Los intérpretes extremeños, especializados sobre todo en los tangos y jaleos, su particular forma relajada de plasmar las bulerías con estilos específicos que favorecen los tonos luminosos de Do y Sol, conservan un aire canastero que deliciosamente recuerda tiempos menos complicados, más genuinos.
El primer gran profesional del cante extremeño fue José Salazar Molina, “Porrina de Badajoz”, el que puso el flamenco extremeño en el mapa. Anoche llegaron familiares suyos al sur de Francia para rendir un sentido homenaje público a su maestro que este año cumpliría 90 años. Para los de mi generación que recordamos la movida flamenca de los años sesenta, el “Marqués de Porrina”, mote que defendía el cantaor por motivos legítimos y que lucía con orgullo, fue una de las más grandes figuras de la época.
A mediodía, el escritor e investigador Francisco Zambrano, biógrafo de Porrina, ofreció su interesante conferencia “El Marqués de Porrina, embajador del flamenco en Extremadura” con la cual nos abrió mentes y apetitos. Por la noche en el teatro, el recital homenaje dirigido por el guitarrista Miguel Vargas, empezó con la cantaora Pilar Villarejo “La Ratita” con su valiente decir por tonás, malagueñas rematadas con el fandango abandolao extremeño de Pérez de Guzmán, y por siguiriyas. El gran profesional Antonio Suárez “Guadiana” cantó por soleá y por tangos, además del cante minero que rara vez falta en el repertorio extremeño, y que permite dar rienda suelta al orientalismo tan afín a la música de esta zona. También cantó Juan José Salazar “Xhulo”, por soleá y bulerías, con el swing particular y específico de los extremeños.
Es fascinante como en todos los cantes que interpreta esta gente, se respira el aroma de su tierra. Unas notas inesperadamente bemolizadas, melismas que viajan por rutas inusuales…hasta una soleá “reglamentaria” de Frijones sale con ese sabor inconfundible. Es cante que nos puede sonar “acamaronao”, pero el mismo Camarón adquirió esos aires de ellos, de Ramón el Portugués, Marelu o Juan Cantero, como harían otros de la época que pasaron largas temporadas en Madrid, como Juan Villar o el Turronero, pudiendo absorber el exótico sonido extremeño.
Las estrellas indiscutibles de la noche fueron los veteranos. Josefa Salazar “la Negra”, hija de Porrinas, menudita y rancia, nos enamoró a todos con cantes, no aprendidos sino “recibidos”, y la asombrosa elegancia de Antonio Silva “El Peregrino”, bailando incluso mejor y más seguro ahora, con setenta y tantos, que hace dos años cuando pasó por este festival.