Texto: Sara Arguijo
Fotos: Antonio Acedo – Bienal de Flamenco
Septiembre es Flamenco – Teatro Maestranza de Sevilla Domingo 20 de septiembre
Baile: Eva Yerbabuena Guitarra: Paco Jarana Cante: Enrique El Extremeño, José Valencia y Juan José Amador Violín: Vladimir Dmitrienco Percusión: Antonio Coronel Ciclo
La danza contemplativa
Salió vestida de negro riguroso en un inmenso Maestranza vacío y cruzó un haz de luz cenital que parecía que la iba a arrastrar a un desconocido universo paralelo. Mística, espiritual, sobria y rigurosa, Eva la Yerbabuena abrió su ‘¡Ay!’, el espectáculo con el que se clausuró el ciclo ‘Septiembre es flamenco’, bailando en un estado casi de contemplación. Usando la danza como elemento canalizador que le permite dialogar con el silencio.
Un comienzo denso en el que costaba adentrarse por lo que tenía de personal e intimista. Como si la bailaora hubiese convertido el teatro en un convento de clausura en el que estuviera invitando al público a observar por una ventanilla su particular forma de meditación. Un mundo fantasmagórico y oscuro que ella traslada con una brutal fuerza expresiva, huyendo de cualquier tipo de afecto. Caminando hacia la tragedia.
De alguna forma, la bailaora quiso poner de manifiesto que es de aquí de donde después sale su flamenco, y no al contrario. O al menos, que necesita de esta introspección para expandirse. Así, y a pesar de que la atmósfera continuara siendo férrea, Eva pareció dejar atrás la opacidad y empezó a irradiar luz en unos tangos conmovedores, enérgicos y gallardos.
Impresionante, además, durante toda la obra la envolvente música, con dirección de Paco Jarana, y el atrás de tres cantaores que por sí solos hubieran merecido un espectáculo. José Valencia, Juan José Amador y Enrique El Extremeño actuaron como tres tenores que más que arropar a la artista la manteaban, obligándola a capturar las voces con sus manos y pararlas sus pies. Hasta incluso nos pareció verla levitar en la seguiriya final con mantón y bata de cola que, sin duda, fue el mejor momento de la noche. Una pieza espectacular en la que la Yerbabuena hizo alarde de la bailaora que es. Profunda, elegante y creadora.