Lunes, 21 de agosto,
2006. 2300h. Patio La Salle, Almería
Texto: Ruben Gutierrez
Fotos: Rafael Manjavacas
Un año más, y ya van cuarenta, el
arte flamenco se pasea por la feria de Almería, en
este ocasión, como ocurriera en la edición anterior,
en el patio del colegio La Salle, toda vez que las obras de
remodelación de la conocida como Plaza Vieja y del
propio Ayuntamiento, organizador del evento, impiden la celebración
del Festival Flamenco en un de los espacios mas bellos de
la capital almeriense, aunque podíamos haber vuelto
a la Alcazaba, magnifica fortaleza que acoge una edificación
de la época del Al-Andalus junto con una de la reconquista
católica.
Se
nos presentaba Estrella Morente con su último trabajo
discográfico “Mujeres”, en el que hace
un homenaje a grandes voces femeninas de todos los tiempos,
sean cantaoras flamencas pasando por el bolero y el swing,
pero la granaína representó una serie de cantes
que avalan su carrera artística, como así había
advertido el maestro de ceremonias de esta ocasión,
que era Marcos Escánez, gran aficionado e investigador
flamenco almeriense.
Como es usual en ella subió a las tablas vestida de
época, con un traje corto, camisa con chorreras y mantón
de manila, cual artista de una tonadilla de Don Ramón
de la Cruz; acompañada por los tocaores Montoyita,
Alfredo Lagos y su hermano Enrique Morente Jr, junto con un
grupo de coristas y palmeros de entre los que destacaron A.
Gabarre y A. Carbonell.
Una gran admiración por
la Niña de los Peines
Arranca el espectáculo de manera muy festera con sones
de la bahía de Cádiz, primeramente por alegrías,
para continuar por tangos del Chaqueta, que en tantas ocasiones
hemos odio en los labios del maestro Chano Lobato, para dar
paso a una taranta a la que le acompaña únicamente
Montoyita, volviendo nuevamente a la ‘tacita de plata’
para cantar malagueñas del Mellizo.
Cambiará de tercio haciéndose acompañar
por una de la figuras de la ultima hornada de la escuela jerezana
de la bajañí, nos referimos a Alfredo Lagos,
el cual también ha sabido beber de las fuentes morentianas,
lo que le ha valido no sólo para acompañar en
los últimos tiempos a Estrella, sino también
a su padre, y es que los ecos del Tío Enrique estuvieron
presentes durante toda la noche, al igual que los de la gran
Pastora, y es que según confiesa la albayzinera, siente
una gran admiración por la Niña de los Peines,
como demostró en su interpretación de soleá
y sevillanas rematadas por fandangos de Lucena.
Con
toda su troupe de nuevo en el escenario, Estrella nos condujo
a la tierra que le vio nacer, y de manera muy folklórica
nos ofrece su particular versión de los Fandangos de
Granada que se los dedica al torero Morante de la Puebla,
y ella, en pie con el mantón de manila, cual capote
torero, entre naturales, pases de pecho y un farol, va invitando
a sus coristas a saltar de la silla de anea para marcarse
conjuntamente una serie de pasos que nos trasladan al Sacromonte,
a los prolegómenos de una boda gitana al compás
de la mosca.
Rindiendo homenaje a grandes voces
femeninas de todos los tiempos
El espectáculo continuará con Estrella de pie
en el escenario, en esta ocasión por tangos, como si
estuviera oteando el horizonte en busca de sus palomas en
lo alto del cerro, incorporando pataítas que igualmente
repetirá en la bulería que cierra el espectáculo.
El público, que llenaba el aforo de 2.000 localidades,
entre los que se encontraba una gran representación
de la familia Torres Fernández, muy unida a Morente
y su entorno, con Tomatito a la cabeza, se dividió
al terminar la función, mientras que algunos desalojaban
el patio, otros rogaron su vuelta al ruedo, la cual no se
hizo de esperar para interpretar melodías de la boca
del rió de la Plata, y de este modo se despidió
con todo su gente sugiriéndonos que volvería.