Texto: Pablo San Nicasio Ramos
Fotos : Rafael Manjavacas
?MORENTE Y EL (SU) PUEBLO?
ESTRELLA MORENTE
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Cante: Estrella Morente. Guitarras: Montoyita y Monty Coros y Palmas: Ángel Gabarre, Antonio Carbonell y Kiki Morente. Percusiones: Juan Carmona junior y Popo El festival “Bankia Flamenco”, antiguo Caja Madrid cumple dos décadas. Veinte aniversario del maratón invernal que se regalan los aficionados madrileños, o que nos regala el banco. O que nos devuelve el banco en forma de flamenco, mejor dicho, que los que pagan son los de siempre. Solo faltaba. Al grano y al Price, que anoche se llenó para recibir de nuevo a la luminaria que nos queda del Universo Morente. De momento, y a falta de ver la evolución y debut de sus dos hermanos pequeños, es Estrella quien nos surte de las dosis de morentismo que tanta falta hacen por estos pagos. Y con ella su grupo, ingente, desorbitado, una sinfónica para corear con a veces demasiado histrionismo y aspaviento un flamenco que, por sí solo, lo valdría y podría con todo. Pero esto también iba con Enrique, matador que se gastaba de una lustrosa cuadrilla pese a su total y absoluta suficiencia. Cosas. De hecho los derroteros que marcaron el recital fueron los de la evocación casi milimétrica del último modelo de “show” que ideó la siempre pensante cabeza de don Enrique Morente Cotelo. Desde los primeros cantes a palo seco hasta el “teatro” del final. Estrella y sus compañeros, cada uno en su papel. Cantaora con decir especialmente limpio anoche, mostró en general una faceta más populista que auténticamente jonda. Con momentos de mucha grandeza en la primera caña y en los fandangos abandolaos y malagueña del final de la primera parte. Por ejemplo. Aún así, notamos como Estrella es mimética a su maestro y progenitor en temas, letras, giros y puesta en escena. Lógico y normal, nadie mejor que ella para hacerlo. Pero por eso también anhelamos tanto su disco, ese del que nos hablan. Para ver, sentir y oír, además, la valentía que, es obligado decirlo, también debe de llevar en sus genes. Dicho esto nos quedamos sin duda con la segunda parte de recital. Porque a pesar de incidir en lo popular y festero de la temática flamenca, lo que salió olió más a ella. La taranta, soleá por bulerías, los tangos de Granada o las sevillanas que se acordaron de Lola Flores y todo lo que pasó por “El Lerele”. Segunda parte que contó un una gloriosa seguiriya y original macho final (cuentan que le dijeron a Pastora que una mujer no podía cantar bien por seguiriya…). Ahí sí, sabemos que ella tiene, además de pólvora, mucho petróleo en los adentros. Trece temas y una coreografía final, acordándose de la estética del Somorrostro y de Carmen Amaya, primera aludida por una Estrella Morente que también sabe echar de menos las raíces, y escenificarlas con mucho talento. Como cuando Enrique pintaba. Un flamenco que nace en el pueblo y va dirigido al pueblo, a veces atajando, pero en general sabiendo cuáles son las veredas que nos llevan a los buenos paisajes. Y así acabó, zambulléndose en un patio de butacas en ebullición para llegar aún más al pueblo de Madrid, tocándoles la fibra con un chotis a voz desnuda. Regalo para los oídos y para las manos de algunos. Que aún hubo quienes tocaron a la que a veces, sobre el escenario, no parecía de verdad. Pero sí, es de carne y hueso, como los su pueblo. |