Texto: ROSA M. TRISTÁN
Fotos Paco Manzano
Emoción y arte puro. La luna creciente iluminó el concierto que el Festival Pirineos Sur regaló ayer a los miles de personas que no se quisieron perderse la cita de la gran Estrella Morente y la joven embrujadora Silvia Pérez Cruz
Dos mundos sonoros que se entrecruzan y que mantuvieron al público en un silencio casi sepulcral durante más de tres horas, tan solo roto cuando la bulería flamenca se adueñó del escenario de Lanuza.
La gran esperada de la noche era Estrella Morente, que hace años se había 'estrenado' como cantaora en este mismo festival acompañando a su padre. «Este escenario sirvió para enterarme que quería dedicarme a esto», reconocía y, quizá en homenaje al fallecido Enrique Morente, en la primera parte de su concierto apareció vestida de negro. Su inconmensurable chorro de voz flamenca, acompañada por la guitarra de Montoyita y Monty, fue desgranando temas de gran jondura flamenca, piezas en las que su arte, genético o cultural, quedó fuera de toda duda.
Fue en la segunda parte de su actuación cuando una Estrella vestida de blanco y mantón verde, imponente en su elegancia, acabó por sacar todo lo que lleva dentro, mientras los relámpagos del cielo anunciaban una tormenta que no quiso enturbiar su actuación. Tras un espectacular baile de “La Globo” que levanto al publico de sus asientos, la joven flamenca hizo alarde del arte que lleva dentro para rendir un homenaje a Lola Flores, para transmitir la alegría de las bulerías, para unos tangos toreros y, como remate, ya en la propina, un bolero aflamencado, 'Volver', que puso el broche mientras las primeras gotas nos recordaban que la naturaleza necesita del agua como el ser humano de la música.