Enrique Morente en concierto. Suma Flamenca 2010.

Texto: Pablo San Nicasio
Fotos: Rafael Manjavacas

Pablo de Málaga I

Enrique Morente
Teatros Canal – 15/06/2010
FESTIVAL SUMA
FLAMENCA – Madrid
«Enrique Morente en concierto »

El Flamenco cubista de Morente

Cante: Enrique Morente, Angel Gabarre, Antonio Carbonell y Enrique Morente Jr.
Guitarra: Rafael Riqueni, David Cereduela, El Melón y El Montes. Baile: Nino de los Reyes, Isaac de los Reyes y El Popo.
Batería: El Bandolero. Artista invitado: Enrique Pantoja.

Algunos ya se iban a casa a las diez menos veinte con el agrio sabor de la miel más dulce en los labios. Bien…sí…pero…
Enrique Morente se había traído con él a Madrid poco menos que a la “Sinfónica de Granada”, y de cante por derecho, bastante poco. De tinto de verano mucho, con más gaseosa que sustancia. Y de pirotecnia más aún. Pero no, no fue así. Nos pilló sin perspectiva. Eran sólo las diez menos veinte. Falsa alarma.

Picasso supo poner el arte patas arriba y el Maestro del Albaycín anda en ello con el flamenco. Para bien, se entiende. Y nosotros ahora al rebufo, tratando de explicar…

Como recital “oficial” Morente presentó, lo dicho, una legión de músicos sobre las tablas. Las percusiones de Bandolero, más batería rockera que nunca. Sus tres bailaores y sus tres cantaores, donde destacó un Antonio Carbonell en plan director de lidia. Teclados y…nada menos que cuatro guitarras. Melón, Monty, el siempre virtuoso David Cerreduela y…oh, sorpresa: Riqueni.

Primera gran alegría de la noche. De nuevo mirando al frente uno de los grandes. Que no sea un espejismo.

Puesta de largo a palo seco por tonás en sus habituales variantes, destacando los martinetes y la carcelera. En corro y a coro, estética morentiana. Con cada vez más gente, ya hasta se hace difícil ver en el centro al Maestro. Y remate tribal, homenaje al anfitrión del momento: Nelson Mandela.

La caña que hizo segundo acto fue un avance de ese primer recital. Coros y palmas excesivos, tacones rotundos, cante excelente pero sin dejarlo volar…y una guitarra entre cuatro bajañís que titubea pero salta de vez en cuando con chispazos de genialidad. Era Rafael Riqueni. Sabemos todos que no está en su mejor momento, pero Morente se lo trajo. Cómo no se lo iba a traer si se acuerda de tanta gente, y a este sí le hace falta. Y a nosotros también.

Y en cada número, el arranque era para su guitarra. Si ayer hubieran salido Morente y Riqueni solos, los cimientos hubieran retumbado de verdad. Para muestra la insuperable siguiriya que ofrecieron. No se recuerda mejor armonización en un estilo tan amigo de monotonías. Si el trianero se vuelve a poner un día en serio, lo cuidan como debe y crea lo que tiene ahí dentro, los guitarristas de arriba se lo pensarían a la hora de sacar un disco. Necesitamos más lecciones Rafael.  Habrá días.

 

En buen nivel pero sin apretar transcurrió toda esta primera parte. Alegrías a más de doscientos por hora, soleá con triple baile mortal y tirabuzón, el ya mítico “Guern-irak” y de nuevo corro. Ya estábamos cerrando la libreta.

Sabíamos que los bises de Morente son largos. Pero no era este primer regreso un bis. Las propinas eran realmente el corazón del concierto. Eran “Adiós Málaga” y el “Autorretrato” de un pintor de Málaga encarnado en dos cuerdas vocales granadinas. Era lo prometido en los programas. No nos acordábamos.

Empezaba el cubista a hacer parar a la audiencia y fijarse en el cuadro. Todos a sus asientos.

Porque la noche iba de pintores y de homenajes. A Van Gogh a través de Antonio Vega, y a la pintura española después de todo lo demás. Que ya empezaba a ser mucho.

Porque después de lo demás hubo segunda vuelta y reencuentro. Bajo los disfraces y sobre ellos, Goya, Picasso y Dalí en la barbería, cantando, despotricando de política y contra los políticos, sacando navajas y haciendo las paces.
Morente se había traído, además, a una compañía de teatro para recrear el nacimiento del flamenco en una barbería, en una fiesta, en un cuadro, en un guitarrista de otro planeta.

Menos mal que no nos fuimos.


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