XXIV FESTIVAL DE JEREZ
Sábado, 7 de marzo, 2020
BALLET NACIONAL DE ESPAÑA
Teatro Villamarta, 2100h
Galería fotográfica – video
INVOCACIÓN BOLERA, JAULEÑA, ETERNA IBERIA, DE LO FLAMENCO. HOMENAJE A MARIO MAYA.
Ficha básica – Coreografía: Rubén Olmo, Antonio Najarro, Mario Maya, Mirián Mendoza, Milagros Menjíbar, Rafaela Carrasco, A. Rueda “Toná”, Manolo Marín, Isabel Bayón. Música: Manuel Busto, Manuel Moreno-Buendía, Diego Carrasco, Jesús Torres, Moraíto Chico, Los del Río. Cante: Saray Muñoz, Gabriel de la Tomasa, Luisa Carmona, Noemi Humanes, Juan José Amador “El Perre”. Guitarra: Diego Losada, Víctor Márquez, Pau Vallet. Percusión: Roberto Vozmediano. Baile y danza: Componentes e invitados del Ballet Nacional de España.
El Festival de Jerez 2020 ha cerrado sus imaginarias puertas con un banquete de arte, luz, música y sobretodo, belleza. La belleza de un patrimonio cultural que con este proyecto queda registrado y conservado para la posteridad. Arte español cuyo carácter más fundamental parece mandar un mensaje al mundo entero con toda su energía indicando que hay que abrazar las alegrías y tragedias con igual pasión, porque son la materia prima de la vida. Mi admirada amiga, Marta Carrasco, una eminencia en cuanto a estas cuestiones, me dice que el baile y la danza española conjuntamente representan la disciplina dancística más difícil de dominar en toda su amplitud.
A primera vista, el programa parece imposiblemente largo e impenetrable para una flamenca. Pero luego, entre el numerosísimo reparto ves los nombres de Diego Carrasco, Moraíto, Milagros Mengíbar, Rafaela Carrasco, Jesús Torres o Manolo Marín, y cómo no, Mario Maya, objeto de un dilatado y hermoso homenaje, y sabes que estás en tu terreno, porque el camino de la esencial escuela bolera al flamenco es más corto de lo que muchos piensan.
Rubén Olmo es director del Ballet Nacional de España desde hace 6 meses. El programa dirigido por él que vimos anoche, combina con números corales, solos y pasos a dos, un trabajo de recuperación con conservación y creatividad. Tres nuevas coreografías, incluyendo el sentido homenaje a la enorme personalidad y genio de Mario Maya, ofrecieron los momentos más emotivos para nosotros que bien recordamos sus actuaciones y coreografías: ver a nueve bailaores recrear el baile de Mario sentado en silla te araña por dentro, qué poder evocativo, y qué manera de recordar al maestro. Mucha bata de cola, muchas coreografías complejas, geniales, con un número de intérpretes literalmente incontable, disciplina impecable, el compás de soleá como latidos de corazón, guitarras y cantes que se pierden un poco entre tantos elementos, mantones que vuelan, sombreros de ala ancha, toreros con sus capas sin que se peligre caer en el lugar común, y la presencia de Diego Carrasco mediante su música y textos. Hasta una pataíta multitudinaria por bulería, y todo el mundo llegó sano y salvo a la misma parada, contentos de haber vivido estos momentos emocionantes.