XVI Bienal de Flamenco 'EL AGUA ENCENDIDA' Juan Carlos Romero'PUERTAS ADENTRO' COMPAÑÍA ANTONIO 'EL PIPA''NEGRO COMO LA ENDRINA'

Resumen: XVI Bienal de Flamenco 'EL AGUA ENCENDIDA' Juan Carlos Romero'PUERTAS ADENTRO' COMPAÑÍA ANTONIO 'EL PIPA''NEGRO COMO LA ENDRINA'

XVI BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA
“EL AGUA ENCENDIDA» Juan Carlos Romero
“PUERTAS ADENTRO” COMPAÑÍA ANTONIO “EL PIPA”
“NEGRO COMO LA ENDRINA”

Viernes, 1 de octubre 2010

 


Fotografías: Charo Corrales/ Bienal de Flamenco

Especial XVI Bienal de Flamenco 2010. Toda la información. Programación, reseñas, fotos…

“PUERTAS ADENTRO” Cía. Antonio el Pipa
Teatro Lope de Vega 2100h
 
Texto: Estela Zatania

Dirección, coreografía y escenografía: Antonio El Pipa. Baile: Antonio El Pipa, Macarena Ramírez, Christian de los Reyes, Claudia Cruz, Natalia Meriño, Begoña Arce, Ana Ojeda, Luz María de la Era. Cante: Juana la del Pipa, María Mezcle, Gori Muñoz, Joaquín Flores. Colaboración especial al cante: Cancanilla de Marbella. Guitarra: Pascual de Lorca, Javi Ibáñez. Jaleos y compás: Luis de la Tota. Música original: José Luis Montón.

La muerte, la vida y el amor, el ciclo vital.  “Las tres heridas”, temas ineludibles en todo empeño artístico son el amplio pretexto para una obra libremente inspirada en Miguel Hernández, poeta de moda en este año del centenario de su nacimiento.

Antonio el Pipa, el bailaor jerezano que más representa a su tierra en el extranjero, es fiel al flamenco tradicional que por sus antecedentes y formación, es el que mejor le va.  Pero siempre anda en busca de “la obra”, porque hoy en día los que mandan en estas cosas exigen “proyectos”, y el que se limita a decir “soy bailaor y quiero bailar” tiene poco futuro.   En “Puertas Adentro”, estrenada hace tres años en Málaga en Flamenco, y que es la séptima obra del Pipa, volvemos a ver un trabajo teatralmente desigual a la vez que flamencamente admirable.  Si nos quejamos continuamente de las obras sobrecargadas de simbolismo oscuro o confuso, en esta se exhibe la visión ingenua y sincera de Antonio el Pipa que nos quiere relatar escenas de su vida.   

“Puertas adentro” ha evolucionado desde el estreno, sin perder su tema central.  Ahora el Pipa ha “importado” voces de Sanlúcar y Marbella, María Mezcle y Cancanilla, para contar su historia.  En la primera escena que alude a la muerte de la madre del bailaor, la cantaora “embarazada” lleva el hijo que va a nacer al Pipa y éste, de traje y sombrero retro, baila por peteneras incluyendo el estilo libre aquí sujeto a compás.  El guión se descompone, y se forma un clásico cuadro flamenco en el que Cancanilla se destaca cantando y bailando por bulerías (fue bailaor en sus comienzos) a una guitarra inexplicablemente sin amplificación y que no se escucha desde la fila 3.  Otro problema de guitarra es el aislamiento del formidable Pascual de Lorca, colocado muy al fondo del escenario, y que sigue la antigua costumbre de mirar al artista al que acompaña (dicho con ironía), en lugar de tocar piezas inamovibles que son bailadas.  Se le ve en la semi oscuridad arqueando el cuello de un lado a otro para tomar lectura visual de los artistas.

 

Pero si la parte técnica deja que desear, de la artística hay poco que criticar.  Siguiriyas del Pipa, la nana por tangos… Una guajira es bailada por la joven promesa, protegida del Pipa, Macarena Ramírez, ahora crecidita aunque se ve obligada a salir en faldita corta cuando sus compañeras van de largo.  Una grabación de cantaores jerezanos ambienta unas bulerías, y el otro joven que lleva años bajo la tutela artística del Pipa, Christian de los Reyes, ha madurado y desarrollado considerablemente desde el estreno; ahora es un apuesto adolescente con clara vocación al baile.

 

La cosa sigue su curso mediante bulería por solea y bulerías, y el guión prácticamente desaparece.  Cancanilla canta la soleá del Pipa y echas de menos la química entre el bailaor y Juana la del Pipa que tiene menos protagonismo esta vez.

En general, ha sido un alivio descansar de tanta “conceptualidad” que hemos visto en estos días, y la larguísima ovación al final parece indicar que una parte importante del público opina lo mismo.

 

 

 

 

“NEGRO COMO LA ENDRINA” Pedro Peña, Inés Bacán, Concha Vargas
Hotel Triana 2330h

Texto: Estela Zatania

Cante: Inés Bacán, Pedro Peña, María Peña. Baile: Concha Vargas, Diego de la Margara, Fernanda Funi. Guitarra: Pedro Ma. Peña, Antonio Moya. Compás: Antonio el Pelao, Vicente Romaní. Dirección: Tere Peña.

“Negro como la endrina” es el poético título de un espectáculo ideado y dirigido por Tere Peña para representar el flamenco como se entiende en su pueblo natal de Lebrija y en su notable familia. 

En la presentación, el guitarrista y cantaor Pedro Peña afirmó que “para entender del flamenco, hay que vivenciarlo”.  No sé si existe esa palabra, pero se le entiende a la perfección.  Y gracias a las vivencias, el cuadro de artistas encabezado por Inés Bacán, Concha Vargas y el mismo Pedro Peña logró transmitir la emoción y espontaneidad de una reunión familiar al numeroso público que abarrotaba el patio del Hotel Triana, escenario idóneo para el propósito.

La propuesta ha crecido desde su función embriónica (de alguna manera la palabra “estreno” no pega) a primeros de año en el Festival de Jerez.  Está ensayada lo justo para lograr una coherencia, sin sacrificar la libertad artística y la espontaneidad, un equilibrio difícil de lograr que se les escapa a otros.  La voz lastimera de Inés Bacán rebana el aire por tonás, contestada por la de Pedro Peña con su sonido denso y cálido.  El decir específico de Inés aporta un especial misterio a las cantiñas de Lebrija, y Pedro interpreta su emblemática canción de “Un duro en la faltriquera” con el característico vaivén hipnótico del compás lebrijano. Inés por soleá deja patente el hilo de comunicación entre Jerez, Lebrija y Utrera, y el compás seductor abriga fandangos sin tremendismo; en esta parte del territorio flamenco, el cantaor no va en busca del duende sino que espera paciente a que le llegue. Siguiriyas de Inés y Pedro, sin guitarra y a paso ligero, como los antiguos, el baile de Concha Vargas y Diego de la Margara, y nuevamente la enérgica respuesta del numeroso público dice que sí, que las obras conceptuales tienen su lugar, pero el aficionado se alimenta de cante, baile, guitarra y compás, elementos que no están sujetos a la moda.

 

 

 

 

 

 

“EL AGUA ENCENDIDA» Juan Carlos Romero
Teatro Central 21.00h

Ficha artística: Guitarra: Juan Carlos Romero; Cante: El Pulga; Segunda Guitarra: Paco Cruzado; Percusión: Tino Di Geraldo; Violín: Alexis Lefebre; Coros: Los Melli.

Texto : Gonzalo Montaño Peña

El guitarrista Juan Carlos Romero llegó al teatro Central para presentar su último trabajo “El agua encendida”. Un trabajo que muestra la plenitud de un músico ante todo flamenco, que parece no precisar de otras identidades para encontrar su propio yo.

Nada más salir al escenario con la guitarra entre las manos me di cuenta que este músico es una persona tímida, humilde, que prefiere hablar con la guitarra a con la voz y para el cual esta era una ocasión muy importante (al menos esa fue mi impresión).

Tal vez por eso empezó un poco nervioso, la pulsación le traicionó algunas veces y no conseguía sacar un sonido totalmente pulcro a la guitarra por Soleá que abrió el recital.

Juan Carlos Romero venía a mostrarnos su verdad, su concepto de música flamenca, una idea que no busca la modernidad como excusa para evadirse de las responsabilidades del auténtico guitarrista flamenco.

En las composiciones en solitario comprendí que su base está en el toque melódico, modulatorio, con referencias claras a Manolo Sanlúcar (que estaba entre el público) con un hilo del que tira para encontrar las ideas que esconde un gran ovillo de lana del que manan muchos conceptos musicales amplios. 

En las composiciones con voz percibí un gusto estético por hacer cosas agradables, que gustan con sólo escucharlas una vez, como sus Bulerías del sombrero. Además en los temas más rápidos Romero se encontraba a gusto, con un aire y compás arrebatador. Esta fue la faceta que más me sorprendió, la manera de componer para temas con voz, como los interesantísimos Fandangos dedicados a Paco Toronjo que casi lloró Carmen Molina. Uno de los mejores detalles de la noche.

El acompañamiento grupal también me pareció bien escogido, la segunda guitarra de Paco Cruzado, jugó un papel importante en varios momentos del recital, los coros y la percusión de Tino di Geraldo buscaron sonoridades menos recurrentes que los típicos susurros o el insistente sonido del cajón.

El concierto fue “in crescendo” con una mitad del recital muy interesante, que nos mostró a uno de los guitarristas del momento, que da referencias claras de donde viene, de unos conceptos y sonidos muy bien asentados y que también da ideas de a donde va. Se dirige a una verdad basada en lo que él cree, en lo que ha aprendido de pequeño y ha ido desarrollando toda su vida. No necesita que le digan a donde debe ir, hace muchísimo que lo sabe.


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