Eduardo Guerrero estrena “Onírico” en el Corral de la Morería 

Eduardo Guerrero Onirico

Eduardo Guerrero Onirico

Un espectáculo fabuloso.

José Manuel Gómez Gufi

Read in english

Salió Blanca del Rey a pedir más atención a las cosas que merecen la pena y nos recomendó que llenásemos los teatros de aplausos. A ver si la gente de la cultura hace la viceversa y recomienda a los suyos que se llenen los tablaos.

El Corral de la Morería es la mejor fuente de buen karma que tiene Madrid y en el año en el que ha recibido infinidad de reconocimientos (el último una estrella Michelín) va y lo celebra con el estreno de uno de los mejores espectáculos flamencos que uno ha visto en la vida. Ya sé que parezco un exagerado que viene de otro planeta. Dijo Blanca del Rey que Eduardo Guerrero le recordaba a Vicente Escudero y casi cuenta que veía los bigotes de Dalí en sus tacones (eso le cuadra más a Picasso al que también citó). Todo eso nos sitúa en las vanguardias de entreguerras y los ballet rusos del siglo XX.

El bailaor salió con un impresionante traje blanco e hizo un zapateao. Luego salió Agueda Saavedra con traje de cola y mantón y bailó lento con la cola, el mantón y la gente.

El segundo traje de Guerrero parecía de corrida goyesca biónica, pero no era eso. Eduardo Guerrero es un creador de primera y, además, un gran músico que concilia la dinámica del tacón con el groove del conjunto, empuja a la banda como si fuera Jagger y Richards en los mejores tiempos de los Stones. Además de técnica, posee el talento de dirigir un grupo sin fisuras en la guitarra (Javier Ibáñez y Fernando Morao) en el cante (Samara Montañez, Pilar Villar, Jesús Flores y Miguel Rosendo). La partitura del espectáculo se completa con Fernando Soto, que salió repartiendo por rumbas y nos recordó que cada tablao de principios de los sesenta tenia sus rumberos y así hizo una versión estratosférica del “Te estoy queriendo tanto” deudora de Bambino y de Lola Flores, esos gigantes que hicieron de la rumba un camino paralelo que nunca alivió el concepto jondo. Pero, además, hizo magia con un pañuelo. Tranquilos no salieron palomas, salió pasión y gracia arrebatada por el arte.

Volvió Agueda Saavedra por alegrías con un traje de flores de esos que conforman la psicodelia sureña (mitad tradición y mitad Hendrix). Y la banda, vaya banda, seguía ahí con Eduardo Guerrero empujando. Maravilla de guitarras, estupendo el cante, magníficos ellos y maravillosas ellas. El bailaor no tenía suficiente con el escenario y saltó a un mesa en un arrebato, en una coreografía pensada para ese lugar mítico y lo cuenta en el programa de mano: “Corral de la Morería ha creado a lo largo de su historia conceptos de vanguardia que han hecho evolucionar el flamenco. Onirico es mi aportación…”. Guerrero lleva 10 producciones diferentes para los grandes teatros del mundo, ha sido estrella invitada del Bolshoi de Moscú y ha vuelto a ese lugar para soñar.

Fernando Soto volvió rumbear, de nuevo, protagonizando un antológico “Volver”  y fue tan, tan, tan… buena la versión que ahora no sé si era el ranchero o el del tango que no es lo mismo “volver con la frente marchita” o “volver a tus brazos otra vez”. En todo caso habrá que volver. No se lo pierdan.

Videos

 

 

Fotografías por Paco Manzano:

 

Salir de la versión móvil