Texto: Manuel Moraga
Fotografías: Damian Power
19, 24 y 27 de octubre. Dublín – Irlanda
DUBLIN, CAPITAL FLAMENCA
Dublín se ha reivindicado por segundo año consecutivo como una ciudad de la élite flamenca mundial. La capital irlandesa sabe acoger y aplaudir el flamenco de calidad de Belén Maya, Mª del Mar Moreno (Jerez Puro) y Juan Antonio Suárez “Cano”. La merma presupuestaria –ineludible en estos tiempos- no ha restado ni un ápice de calidad al programa que, como en la pasada edición, trata de ofrecer una visión amplia de este arte, desde la estética más tradicional, a la más vanguardista.
Después de alguna que otra experiencia individual –a veces ciertamente esperpéntica- de trasladar el espíritu del flamenco a Irlanda, la Peña Flamenca el Indalo ha demostrado que el rigor no está reñido con el espectáculo, sino todo lo contrario: un criterio basado en la calidad es el único medio de construir programaciones de nivel que permitan apostar firmemente por el futuro de este tipo de acontecimientos.
Obviamente, los inevitables recortes en cultura han llegado también a las costas irlandesas, y el Dublin Flamenco Festival 2012 ha tenido un formato más reducido que el año pasado. La organización ha optado por menos días de programación y por un teatro más reducido, el Smock Alley Theatre, ubicado en la céntrica zona de Temple Bar. Un teatro más pequeño que el Helix del pasado año, pero también muy versátil –cuenta con dos salas- y muy coqueto: era una iglesia gótica, ubicada a su vez en una zona de antiguos asentamientos vikingos. Y para más solera, en su cripta se conserva todavía un sarcófago. Dicen que está vacío, pero nadie se atrevió a comprobarlo: primero, por la pesada lápida de piedra que lo cubre y, segundo, porque en víspera del Hellowen se estaba celebrando en Dublín el festival Bram Stoker, escritor irlandés autor de Drácula. Así que, en fin, tampoco era el momento de abrir nada.
¡Qué bien baila esa mujer!
Pero con todo y con eso, hemos asistido a un festival con un alto nivel de dignidad y eficacia artística ¡Qué bien baila esa mujer!, me comentaba hace poco el bailaor El Mistela –que, por cierto, prepara nuevo espectáculo para diciembre- refiriéndose a María del Mar Moreno. Y efectivamente, María baila bien. Si en España, un profesional del baile como el Mistelalo expresa de esa forma tan contundente, podrá imaginarse el lector lo que disfrutó el público irlandés que acudió el día 19 de octubre al Smock Alley Theatre: la artista jerezana inauguraba el festival.
La compañía Jerez Puro vino con un formato, de mínimos: Antonio Malena al cante, Santiago Moreno a la guitarra y María del Mar Moreno al baile. Por cierto, que Antonio Malena tiene nuevo disco: estad atentos. María, como de costumbre, se dejó la piel bailando y –como se dice en el argot- raspándoselo casi todo. Incluso hizo una incursión en el cante interpretando “María de la O”. Una artista se mire por donde se mire.
Alma de seis cuerdas
El 24 de octubre la guitarra fue protagonista. De hecho, el espectáculo respondía al título “Seis cuerdas”, sin más aderezos. O, para ser más exactos, el protagonismo fue para la guitarra de Juan Antonio Suárez “Cano”. Es importante el matiz porque guitarras flamencas hay muchas, pero como Cano no hay dos. Su mundo musical es único, intransferible. Sus ideas, sus técnicas, su sonido son absolutamente personales. Cano aprovechó la ocasión para avanzar algunas composiciones que formarán parte de su próximo disco, cuyo título genérico será previsiblemente “Atlante”. Un trabajo que, según nos contaba el propio Cano, será grabado exclusivamente con guitarra, sin ningún otro instrumento que la acompañe.
Cano actuó en la sala pequeña del teatro, que es un espacio íntimo y acogedor, donde la piedra y la madera conviven en armonía. Un espacio muy acorde con los planteamientos musicales de este artista. Y en sus dedicatorias aparecieron los nombres de Rafael Riqueni y Paco de Lucía. Cano no es flamenco que convoque básicamente al pellizco racial, sino que –a nuestro juicio- su principal virtud es la de creador musical. Una música llena de colores, de recovecos, de conexiones entre su yo interior y su necesidad de expresar. Cano entrega su cuerpo a la guitarra y, en definitiva, a la música que le fluye de dentro a fuera. El público irlandés –de gran tradición musical- valoró muy positivamente la propuesta. Y eso es lo que nos ofreció: la belleza musical que habita en su alma.
El diván de Belén Maya
Y en esa misma línea de conexiones entre la vida interior y el escenario, Belén Maya dio un paso más en “Habitaciones”. Fue el viernes 27 en la velada de clausura del Dublin Flamenco Festival. Esta propuesta de Belén Maya y el actor y dramaturgo David Montero es en realidad una obra teatral, más que un espectáculo de baile propiamente dicho, aunque el baile ciertamente forma parte de la dramaturgia. Más que ilustrar la acción, el baile de Belén Maya es un elemento que hace progresar la historia y, por tanto, se reviste de contenido dramático.
“Habitaciones” es un recorrido por el mundo interior de la hija de Mario Maya y Carmen Mora: su infancia, su relación con el padre, con la madre, con la crítica, con el espectáculo… en este contexto casi psicoanalista, la danza –como apuntábamos antes- es un recurso dramático más que puramente estético, si bien es verdad que todos los pasajes del baile de Belén son una delicia. Pero es que además de bailar, Belén interpreta, mira, anda, habla, interacciona con los diversos personajes que interpreta David Montero. Y, lo que es más complicado, interacciona consigo misma, buscando sus propias emociones en ese viaje introspectivo. Y tanto buscó que terminó llorando, literalmente. Y esto no estaba en el guion.
Flamenco en el teatro
Belén Maya y David Montero han tenido la originalidad de plantear el flamenco como un elemento narrativo más. El flamenco al servicio de la narración, y no al revés, como es habitual que ocurra en las obras donde el baile se adorna con un argumento. Hay que destacar que ambos hicieron el esfuerzo añadido de llevar la mayor parte de los textos al inglés, con lo que el público pudo seguir la obra sin ningún problema. Cuestión de profesionalidad. Al final, la mayoría del público se quedó sentado impactado por el derroche emotivo de Belén. Estamos seguros de que la mayoría de la concurrencia se esperaba otro tipo de espectáculo, pero nadie quedó decepcionado. La prueba es que no había manera de que desalojaran el teatro. Es lo que tiene dar rienda suelta a las emociones.
Como en la pasada edición del Dublin Flamenco Festival, la peña el Indalo ha querido que la capital irlandesa fuera testigo de las diferentes corrientes que recorren el flamenco: desde el más tradicional a las tendencias más arriesgadas. Y hay que sumar a los espectáculos la programación de talleres y conferencias a cargo de Jerónimo Utrilla, maestro compás que impartió cursos de cajón y palmas, además, como decimos, de una conferencia.
Imagen de España
No se puede dar más por menos. En tiempos de crisis toca imitar a los toros: estos animales -que son imagen de España- arriman el culo los unos con los otros para mantenerse de pie. Y eso es lo que ha demostrado tanto la organización como los artistas que han pasado por esa edición del festival. Unos y otros han puesto todo de su parte para que el festival siga adelante. Huyendo del folclorismo y los topicazos pseudoflamencos que se han prodigado por Irlanda –y que tanto daño hacen a la imagen del flamenco y de España- la Peña Flamenca el Indalo ha demostrado una vez más que solo con criterios de calidad se puede exportar el flamenco que realmente merece la pena. Esta entidad privada sin ánimo de lucro lo pone todo y asume riesgos por mostrar el flamenco y la cultura española a la sociedad irlandesa y, en este sentido, se echa de menos la implicación de entidades como el Instituto Cervantes de Dublín, que pierde una gran oportunidad para cumplir –con el trabajo y el riesgo de otros- los objetivos que le son encomendados desde Madrid. Al final, exportar flamenco es exportar España. Cuidémoslo. Cuidémosla.