Texto Silvia Cruz Lapeña
Foto: Joan Cortès
Un flamenco entre La Perrata y Billie Holiday
En la puerta de la sala Tarantos de Barcelona una cola de turistas espera su ración de media hora de flamenco en lata. Tras la puerta hay artistas experimentados que con esas tres funciones, seguidas, idénticas y apenas cocinadas, podrán seguir viviendo de lo que hacen. En la puerta de al lado, en el Jamboree, apenas espera nadie. Lo que se va a celebrar allí dentro es incompatible con las filas, aunque al ver las diferencias entre una puerta y la otra, dan ganas de gritar “¡cambien de sala!” y explicarle a esos turistas las bondades de hacer dieta de flamenco fast-food producido en serie y servido en cajitas de cartón con manchas de aceite.
Lo que sonará en el Jamboree no tiene exceso de sal, ni de grasa, es bueno para la salud y ensancha el alma. La música de Dorantes y Renaud Garcia Fons es el fruto de horas robadas a la adolescencia, a la vida, a la familia para tocar, tocar y tocar piano y contrabajo, instrumentos con los que inventan un flamenco que habrían cantado temblando Nina Simone o Billie Holiday. “O La Niña de los Peines”, imagina Renaud. “O La Perrata y la Fernanda de Utrera”, dice el pianista y remata: “Pa’qué más.”
Ambos presentaron “Paseo a dos” en Barcelona casi un año después de haberlo publicado, un disco joya que incluye temas que se clavan en la sesera como un buen hit y otros que siempre extrañan, como si volvieran a nacer cada vez que se pinchan. Para la presentación en la Ciudad Condal arrancaron con la rondeña “Promesa del alba” y la comunicación fue perfecta desde el inicio. “Hay personas que te parece haber conocido de siempre”, contó Dorantes a Deflamenco sobre Renaud horas antes del concierto. Ese entendimiento fue evidente ya en el primer palo: si se miran, se comprenden, es obvio, y si no se miran, no importa: van a una. Siguieron por bulerías y luego por soleá, palo que Dorantes confiesa que se llevaría al pasado para que lo cantaran su abuela y Billie Holiday. ¿Se imaginan?
Flamenco sin grasa
Ya sobre el escenario, ni una estridencia, nada de sebo. Dorantes y Garcia Fons han eliminado todo residuo en sus años de estudio, han comprendido a fondo la música que tocan para que el público simplemente la paladee. Y lo hacen sin tratarle a usted de idiota. Conocen el peso de su don: complicarse la vida para hacer la nuestra más plena y más hermosa. “Es la música mala la que debería ser para minorías”, dejó dicho Enrique Morente, sobre quien Renaud confiesa que le habría encantado escucharlo cantar alguno de los palos que contiene “Paseo a dos.” También nombró a Al Jarreau, intérprete con una capacidad ilimitada para el ritmo y la improvisación. Alguien parecido a él, no cabe duda.
Tras la soleá, cada artista hizo su solo. No les acompañó en esta ocasión el percusionista Javi Ruibal y por eso cada cual sumó otro instrumento al suyo: Dorantes convirtiendo en guitarra su piano pero también en cajón y Renaud haciendo del suyo voz, sonanta y a ratos, batería. La guajira “Entre las rosas” sonó muy delicada y en ella, el francés puso la base musical y Dorantes, la voz, al contrario de cómo plantearon la malagueña. En este palo, con el que hicieron un bis infinito y bellísimo, la “garganta” la puso el francés afinando al extremo la quinta cuerda que le inventó al contrabajo y Dorantes fue la guitarra, acompañamiento amoroso con el que siguió cada pulso de su compañero.
El público se puso en pie, apenas dijo “ole”, que esto es Barcelona y el Jamboree jazzero, y quizás por eso ambos suavizaron algunas piezas restándole ataque y se decantaron por la sutileza en temas como en “En el crisol de la noche”, cuya versión fue más suave que en el disco, un poquito menos flamenca, pero hermosa de otro modo. El paseo que hicieron anoche el francés y el lebrijano lo habría narrado bien Pedro Salinas: “Yo no miro donde miras, yo te estoy viendo mirar”, diría el verso que resume la forma de actuar de estas dos fieras musicales. “Nuestra música se construye sin esfuerzo, como una cosa armoniosa. Y en el plano humano nos ocurre igual”, contó a Deflamenco García Fons sobre su relación artística y personal con David Peña. Ambos son hombres de muchas notas y pocas palabras, rasgo que comparten y que recuerda a algo que escribió Gerardo Diego: “La música brota del silencio. Donde él está, ella duerme.”