Cante: Dolores Agujetas. Guitarra: Manuel Parrilla. Ciclo: Íntimos de Triana. Lugar: Flamenquería Sevilla. Fecha: Viernes 17 de enero. Aforo: Lleno
Para que sientan cómo es Dolores Agujetas y la sensación que dejó este viernes en la inauguración del ciclo Íntimos de Triana que ha puesto en marcha Carlos Reverte ‘Rufo’ en Flamenquería voy a intentar que esta reseña sea directa, y precisa, como su cante. Que sale a borbotones. Duro, seco, primitivo, estomacal, sin procesar y sin filtro alguno.
Ese cante cuya belleza radica en la naturalidad que ahora otros buscan y ensayan. Que no pretende impresionar, sino satisfacer una necesidad vital propia. Seguramente porque el flamenco es su lenguaje congénito, el que le sirve de desahogo para lo bueno y lo malo. Con el que se redime.
De hecho, aunque el público le jaleó “valiente” por la manera en la que esta mujer encierra los tercios en su boca, nosotros sentimos que lo de Dolores Agujetas no es tanto arrojo como sed y hambre. Y por eso da la sensación que sólo le sale a veces, si está a gusto y quiere y, desde luego, nunca igual. En este sentido, fue un placer escucharla tan cercana y cómplice con la guitarra sabia, acompasada e inspiradora del gran Manuel Parrilla, con su toque detallista pero esencial. “Que me lleve donde él quiera”, dijo la Agujetas.
El recital no duró más que los 45 minutos de reloj que dura su escueto repertorio de tientos tangos, soleares, seguiriyas, fandangos, bulerías y tonás. Porque ella salió a vomitar la verdad que lleva en la garganta y fin. Sin efectismos ni falsos montajes. Mirando a la cara y golpeándose el pecho. Rompiéndose a cachos.