LXIII POTAJE GITANO DE UTRERA
Sábado, 29 de junio, 2019. 2230h. Colegio Salesiano, Utrera
Homenaje a Raimundo Amador
Cante: Mari Peña, José Valencia, Remedios Amaya. Baile: El Farru y su grupo. Familia Amador: Raimundo Amador, Juan José Amador, Luis Amador, Carmen Amador, Manuel Amador, Antonio Amador, Toñi Amador, Raimundo Amador, Jr., Luis Amador Amador. Raimundo con su Banda: Manuel Romero Jero (guitarra flamenca), Humberto Girón (guitarra eléctrica), Roberto Chacón (teclados), Rosario Heredia (cante y coros), Raimundo Amador (batería).
Texto y fotos: Estela Zatania
Llego al amplio patio del Colegio Salesiano de Utrera, y hay la cómoda sensación de que el flamenco sigue vigente en esta localidad al sureste de Sevilla capital. Será nostalgia, inmovilismo o intransigencia como dirían algunos, no sé, pero vas viendo a los amigos del año anterior, colegas de la prensa, los artistas, ese carro rústico que decora el escenario, y sabes que va a haber cante, baile y guitarra como lo aprendiste a querer hace tantos años.
Bueno, el guion mental va así, aunque puede haber desviaciones. Como la presencia de Raimundo Amador y numerosos familiares, y si no, mira la ficha técnica a la cabeza de este artículo. El bueno de Raimundo, uno de los músicos más creativos e importantes del país, homenajeado de esta edición, cumple 60 años (me dicen que son muchos, no lo entiendo).
Pero vamos por partes. Como la parte inicial con la dulce voz de Mari Peña, con la experimentada y sabia guitarra de su esposo Antonio Moya en el acompañamiento. Puso las cosas en su sitio, en Utrera es decir, recordando a ratos a voces desaparecidas, porque Utrera tiene su saborcito, distinto al de las demás comarcas de lo jondo. Por soleá, serena y elegante, pasando por las minas de Egipto y otros estilos clásicos. Cantiñas del Pinini y bulerías romanceadas no pudieron faltar.
José Valencia de Lebrija, con su Juan Requena a la guitarra entregaron su contundente sonido con un poderoso surtido de estilos por soleá. Cante abandolao para el nuevo milenio, fresco a la vez que clásico, incluyendo una bellísima flamenquísima jabera. Por siguiriya, fue necesario colocarnos los cinturones de seguridad para recibir el poderío de Valencia que no te deja respirar. Bulerías… Y el cantaor se quedó con todo, con las sillas, mesas, focos, pantallas…flamencura viva y expansiva.
Qué lejos queda Eurovisión ¿verdad Reme? Ahora eres la dueña y manejas la barca tú solita. Remedios Amaya es una gran profesional con magna personalidad, tanta, que no sabes si hay más música o carisma, y tampoco importa. Su fraseo abierto se convierte en monólogo, y el numeroso público se pone en pie como una pieza una y otra vez. Por bulerías, empuja las posibilidades hasta los límites de su propia imaginación, matizando bestialmente.
Y Raimundo, hombre… A la primera, si he de decir la verdad, y de eso se trata, la relajada música de blues cayó como un cubo de agua fría después de la energía flamenca de los susodichos. Si la música nos transporta a determinados paisajes, muchos tuvimos la sensación de haber bajado en la estación equivocada. Pero la cosa se enderezó justo a tiempo con ese “Ay José, yo te canto Camarón”, balada definitiva del final de los años ochenta. Todo sobre ruedas a partir de ahí con temas y cantes de variada flamencura, bailecitos, soleá a guitarra eléctrica, vamos, una lección de tolerancia, de que el flamenco surge donde y cuando menos te lo esperas.
Homenaje institucional, potaje para dos mil, ¡marchando!, y todavía quedaba el Farru con Román Vicenti a la guitarra y Antonio Villar y otro al cante, y la familia Amador, por si alguno hubiera quedado con hambre.