Texto: José Manuel Gómez «Gufi»
Fotos: David Mudarra
Diego Guerrero / Suma flamenca / Centro Cultural Paco Rabal
Cruzar Madrid a las 19 horas con la solanera derritiendo asfaltos y meninges es un acto de fe en los seres humanos que te indican pa acá y pa allá. Así que llega uno al centro cultural Paco Rabal sudando tinta que es lo que destilamos los escritores analógicos.
Diego Guerrero está interpretando “Gitanos de la cava” una pieza de jazz flamenco con la que comienza su concierto, al rato el cronista nota un escalofrío que, de momento, no es musical y viene del aire acondicionado de la República de Vallekas, ahí donde vivió el pionero José Antonio Galicia.
El lapsus nos hace recordar que Diego Guerrero es el músico que ha compartido más y mejor en los últimos años con su jam de los miércoles en el Café Berlín en la que hemos visto juntos y revueltos a varias élites del jazz y del flamenco del mundo mundial en un laboratorio en el que se han implicado nuestros mejores músicos de tres estilos: el jazz, el flamenco y lo afro-cubano. Tengo amigos que se han cruzado medio planeta para asistir a esas sesiones.
Diego Guerrero explica desde el escenario que su idea era asaltar los festivales de jazz, de flamenco y de músicas del mundo “pero parece que sólo encajamos en el Café Berlín” inmediatamente alguien gritó: “aquí si que encajas”. De momento su concierto no tiene el dinamismo de la jam quizá por que hay muchos parones para afinar. Con la operación de escurrir el sudor de la camisa me he perdido “Vengo caminando” una de las canciones luminosas de su primer disco, una portentosa declaración de intenciones en la línea de aquel “Sólo quiero caminar” de Paco de Lucía.
POR FANDANGOS
Diego es de Huelva y para demostrarlo canta por fandangos de Farina (que era de Salamanca) luego le recuerdo que lo pertinente hubiera sido acordarse de Angelillo que era republicano y de Vallecas. No lo conoce, el cronista lo sabe porque era acercarse a Juanito Valderrama y pronunciar “Vallecas” y Juanito era un no parar de llorar el recuerdo de Angelillo que vivió largo tiempo exiliado y murió en el olvido.
El caso es que lo que empezó por Farina luego se fue pa Huelva y me insiste: “Paco Toronjo, esa es la clave”. Diego es más músico que cantautor y más arreglista que cualquier otra cosa, por eso lleva una banda de lujo con Carlos de Jacoba a la guitarra que se queda solo para mostrar sus virtudes. Vuelve la banda para estrenar la balada “Azules” y se mete en el guaguancó con “Malos tiempos” en la que presenta al saxofonista cubano Roque Martínez que se suma a Enriquito en la trompeta. Todo la banda demuestra tener “la clave cubana” independientemente de sus orígenes. José María Pedraza “Petaca” es de aquí pero tiene un poderoso tumbao en el piano. Ivan Machado está en el bajo y es cubano, Nasrine Rahmani es australiana pero es rumbera universal como el otro percusionista Rafa Jiménez “Chispas” que es de Vallecas. Ana Fernández y Cheto Muñoz llevan las palmas y el compás y aún queda sitio para una invitada más, Naike Ponce una de las grandes voces flamencas con parada en Madrid interpretan “Luna de plata” de Parrita. Deja para el final “Las Costanillas” una composición de José Antonio Salazar para acabar con la tradicional “pataita” por bulerías. Como dice su canción más clarividente “Vamos lento porque vamos lejos”.