Diego El Cigala – Suma Flamenca 2011

Text: Pablo San Nicasio Ramos
Fotos Cigala: Miguel Barrio
Foto Fanfare Shavale: Paco Manzano

Descolocaos


FESTIVAL SUMA FLAMENCA 2011

Diego El Cigala
«3 flamencos «

12 de junio 2011 – Teatros Canal – Madrid

Así empezamos y acabamos la noche del domingo. A priori, otra jornada grande para la Suma 2011. Más que nada porque el papel se había agotado a la misma velocidad que para el día de Estrella Morente. Se nota que Diego “El Cigala” es uno de los artistas más conocidos de este arte y que su tirón aguanta así pasen los años.

Así pase el tiempo y él del flamenco, porque cantar por derecho no se le suele ver mucho últimamente. Anda metido en otros proyectos, sin duda más lucrativos, y en contadas ocasiones tenemos la oportunidad de escuchar y regodearnos con una de las voces más bonitas que ha dado el cante gitano.

Y en eso estábamos cuando se nos dijo que bueno, que ya que teníamos tiempo y tal, pues media hora de retraso. De las ocho pasamos a y media, que venía a ser la hora del resto de espectáculos de la Suma. Venga, no pasa nada. Primer “descoloque”.

El segundo no fue tan brusco. Fue progresivo, vino despacito y nos íbamos dando cuenta suavemente. Diego “El Cigala” estuvo a medio gas. Comenzó teloneado por su grupo. Que eran cinco más el guitarrista. Nada menos.

Comandados por un genio, Diego del Morao, la “big band” del cantaor madrileño empezó por bulerías. Desde que se abre de capote guitarrístico es un auténtico privilegio escuchar al hijo del Morao (mucha salud le deseamos al maestro Manuel). Por soniquete, conexión, técnica, flamencura, compás…se me hace difícil encontrar un guitarrista más completo en esta generación.

Pero sus recursos aún estar por explotar. Y quizá sea porque Diego del Morao todavía no tenga un grupo hecho para él y su guitarra. Lo mismo ni existe. Es posible que esto sea cuestión de otro análisis más reposado. Pero queda dicho que este Diego tiene aún mucho dentro.

“El Cigala”, bien pertrechado de copas y silla alta, comenzó agradeciendo su inclusión en la Suma presente “para reencontrarse con lo que había escuchado durante tantos años”. O sea, el flamenco que nos gusta a todos.

Un reencuentro que los aficionados al cante le agradecerían durase más, fuese más fogoso, comprometido…que cundiese, vaya.

Porque el recorrido del gitano del Rastro fue más bien “light”, sin profundidades ni éxtasis. Martinete, taranta, cantiñas, sevillanas y los fandangos “Se equivocó la paloma” como piezas iniciales. Todas de metraje adecuado y correctas. Pero sin un derroche de facultades que sí tiene y que otros (que también se alejan del flamenco) despliegan cuando les da por volver, y sobre todo si están en Madrid con el máximo caché.

A medida que Diego se fue adentrando en su territorio de estilos la cosa se fue complicando. Porque la soleá por bulerías, los tangos y las bulerías duraron bastante más que los otros cinco números juntos. Él ya iba bastante entonado y cómodo, a su manera, pero el modelo de recital se había ido de las manos. Letras y más letras, ahora hacemos esto y luego lo otro, sobre la marcha. Aún así, Diego “el Cigala” gustó, y se gustó. El festival de patadas por bulerías que hizo fin de fiesta fue colofón a una actuación que, quizá a un sector de la afición redima de ausencias prolongadas en el flamenco de “El Cigala”. A otros nos sigue sabiendo a poco.

Cuando íbamos a levantarnos para el descansito o “break”, que queda más moderno, mientras se bajaba el telón, comenzó el tercer “descoloque”. El más estruendoso, brusco e inesperado de la velada.

Los “Fanfare Shavale”, orquesta de viento de gitanos rumanos traída en la noche de la raza, irrumpieron en la sala a golpe de soplo y tambor.

Nueve músicos con energías para hacer sentar a las masas en seco y para, entre sonrisas y palmas de acompañamiento, miradas atónitas y algo de susto, desconcertar a un público que se iba yendo del teatro con cuentagotas. Algo para reflexionar. El choque estético fue tan feroz que la gente no sabía muy bien a qué atenerse y hubo desde los que no dudaron en salir a las primeras de cambio, hasta los que corearon sin descanso la exótica y festera música de esta banda de música tradicional centroeuropea.

Fin de fiesta donde la calidad de una agrupación rumana no se podía apreciar porque el contexto distaba mucho de ser el adecuado. Aún así, las ganas de bailar, aunque fuera descolocado, se le quedaron a más de uno para un buen rato…

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