Texto: Sara Arguijo
Fotos: Adam Newby
Delirium Tremens Voz y guitarra: Rosario La Tremendita. Batería: Pablo Martín Jones. Contrabajo y bajo: Pablo Martín Caminero Ciclo: Flamenco Viene del Sur. Lugar: Teatro Central Fecha: Martes 20 de febrero Aforo: Lleno
Es difícil de explicar pero les aseguro que desde el patio de butacas se siente cuando un artista duda, cuando está inseguro, cuando se encuentra perdido y hasta si tiene miedo. Esto y también lo contrario. Cuando está feliz, cuando se libera, cuando se encuentra a sí mismo o cuando tiene la cabeza amueblada. Justo lo que transmitió Rosario La Tremendita este martes en el estreno en la capital sevillana de su 'Delirium Tremens'.
Al margen de que el camino que ha decidido recorrer sea o no del gusto de los aficionados más ortodoxos y se considere más o menos flamenco -esto es otro debate-, lo que es evidente es que la cantaora ha alcanzado en este proyecto su plenitud artística y personal, dando la sensación de que sus pasos anteriores no eran más que paradas y/o tropiezos necesarios para llegar a lo que ahora es.
En este espectáculo Rosario muestra su discurso definitivo y, al mismo tiempo, marca el punto de partida que la lleva a indagar, reflexionar y construir nuevamente en una suerte de círculo de continuo aprendizaje que, como ella misma explicó, la traslada del caos al equilibrio y vuelta a empezar.
Una rueda de evolución, emoción y liberación en la que se sabe triunfadora por la sencilla razón de que hace lo que quiere hacer y es lo que quiere ser, más Tremendita que nunca. En este sentido, como decíamos al principio, la alegría de la cantaora salpicó el patio de butacas que entendió el hallazgo como una celebración de euforia compartida. “Delirium Tremens es un placer prohibido en el que el corazón me ha latido por la boca”, explicaba.
En cuanto a la propuesta, Rosario pone el pie en escena sacando a relucir sus mejores virtudes, la de una cantaora polifacética, con un profundo conocimiento del flamenco, inquietudes musicales nuevas e intenciones. Así, entre amplificadores, cableado, luces y efectos sonoros varios, se presenta con pose de estrella de rock para llevar el cante jondo a su versión más electrónica. La voz se pone aquí al servicio del mensaje y de una atmósfera en la que hay lugar para la tensión, la distorsión y la armonía.
De esta forma, la trianera juega con los contrastes, las cadencias y los golpes y lleva al extremo sus recursos en un amplísimo repertorio en el que resultaron especialmente interesantes los abandolaos, la soleá, la Valeriana (unos tangos “con aroma de Mariana”, presentó), los tientos ‘Mi infierno es tu gloria’, con los que trajo al recuerdo el rock andaluz de Triana o Smash y el flamenco más setentero, y las bulerías, llamémosle psicodélicas con las que cerró el show en “un fin de fiesta a mi manera”, que dejó a todos de subidón.
De resaltar el cuidado trabajo musical que encierra este Delirium y en el que tienen mucho (o todo) que ver y que decir la batería de Pablo Martín Jones y el contrabajo y bajo de Pablo Martín Caminero, excelentes ambos en sus aportaciones. Y, lo más importante, el que Rosario abra la puerta a un territorio propio que es por lo que la siguen y respetan los muchos artistas que como Esperanza Fernández, Arcángel, Rocío Molina, Salvador Gutiérrez y algunos otros no quisieron perdérsela.
Fotografías:
Más información:
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