Texto: Estela Zatania
Fotos: Jean Louis Duzert
Miércoles, 20 de enero, 2016. 20h. Teatro Bernadette Lafont, Nimes (Francia)
El cante por bandera y patria
El miércoles día 20, la jornada en el Festival de Nimes empezó con el ciclo de conferencias, en esta ocasión, la de Cristobal Ortega, director de la Bienal de Sevilla desde 2013, que detalló la vitalidad y riqueza del consolidado festival.
Por la noche, en el teatro de la ciudad, otra vez le tocó el turno a Jerez que siempre ocupa un lugar privilegiado en el programa. Si el domingo fue la familia de los Sordera que entregó las características e inconfundibles maneras del flamenco jerezano, anoche David Lagos ofreció su perspectiva personal; otra faceta, otros cantes, siempre dentro del patrón específico. David, un cantaor estudioso y aficionado, con su voz limpia, honesta, valiente y varonil, desafía el estereotipo de «sota, caballo y rey», el repertorio limitado a menudo criticado en los cantaores jerezanos. De hecho, se esfuerza en indagar y rescatar cantes netamente jerezanos, casi en desuso, con particular cariño por la obra de don Antonio Chacón a quien dedica sus «cantes a la memoria de mi paisano Chacón».
Más que un recital de cante, «Made in Jerez» es una cuidada producción. La primera «escena» presenta un surtido de cantes a palo seco con las voces de David y su esposa, Melchora Ortega, y la de El Londro, por turnos y, finalmente, solapadas.
El cante más jerezano, bulería por soleá, es interpretado por David con verso final aludiendo al recientemente desaparecido Manuel Agujetas «que cantaba la soleá de Carapiera mejor que nadie». Respeto y homenaje es la tónica de toda la obra/recital.
Las sabias guitarras de Alfredo Lagos y Santiago Lara mueven la gran máquina flamenca que David pone en marcha con la ayuda del percusionista Pedro Navarro, y el detalle del baile escueto y sabroso de Diego de la Margara redondea la jerezanía de la obra.
Otro momento destacado es la intervención de la bailaora Mercedes Ruiz cuyo estilo, dulce y femenino, se ajusta perfectamente a las guajiras antiguas que le canta Lagos. A continuación, soleá, y «el cante por excelencia, la siguiriya», que el cantaor entrega con intensidad y rigor absoluto, con final espectacular cuando el guitarrista deja de tocar, y sigue David con un cante que todos tenemos mentalmente grabado en voz de Chacón, «Serían las dos de la noche», acompañado por la guitarra grabada de Perico del Lunar; una auténtica declaración de admiración por los patriarcas de este arte.
Una ronda de fandangos de los tres cantaores, y todo se deriva, como es natural, en un fin de fiesta por bulerías, y el estribillo repetido, «el cante es mi bandera».