Fantástica demostración de talento en su guitarra, en el cante de Jesús Méndez, Antonio Reyes, Duquende, el compás de los Mellis y el baile de Patricia Guerrero.
José Manuel Gómez Gufi
La magnitud del concierto se puso en evidencia cuando el público estalló en una ensalada de aplausos, oles e interjecciones en todos los idiomas conocidos en una noche de domingo en la que los artistas acudieron al encuentro con el público y -¡habló Duquende!- que sintetizó: “la última vez que estuve aquí fue con Paco de Lucía y ahora con Dani”.
Fue un maravilloso concierto de guitarra que comenzó con el de Morón por bulerías, luego tocó por los tientos del disco con Jesús Méndez al cante, en su línea seria y sólida y cuando parecía que todo estaba cumplido con suficiencia sacó el grito huracanado y el desplante de su tía, la Paquera de Jerez, en un aviso de lo que estaba por venir.
Y salió Patricia Guerrero con traje raso contemporáneo -me dicen que baila la farruca- y condensa todos los lenguajes expresivos del flamenco y de la danza con armonía y con el magnetismo de los artistas que atraen el foco sobre sí mismos y te hacen olvidar el resto ofreciendo belleza.
De vuelta al cante, turno para Antonio Reyes que también ha grabado en “21” un disco de guitarra con 11 cantaores; ya saben que Antonio ha hecho un disco espléndido con Diego del Morao (de la brillante generación de jóvenes maestros de la guitarra con Dani y Rycardo Moreno) el caso es que Dani se adapta tan bien a las cualidades y gustos del cantaor que se acaban yendo por los tangos grabados por su compadre.
Es el momento en que el guitarrista se vuelve a quedar solo y nos ofrece una suite, nos queda la evidencia de que el concierto sigue siendo de guitarra por mucho que se cante y se baile. Pero el tocaor se pone al servicio del cantaor de turno y nos ofrece una lección de concisión y creatividad a la hora de “acompañar” y, en eso; su disco “21” es una fuente inagotable de sorpresas. Así que, cuando apareció Duquende, en lugar de hacer las seguiriyas del disco, Dani le hizo un homenaje a Paco de Lucía, insinuó una copla de su disco póstumo, le reformó una falseta y le puso en bandeja al cantaor recordar a Camarón por tarantas. Luego interpretó “lo bueno y lo malo” de Ray Heredia con una delicada y minimalista intervención de los Mellis (atinadamente sobrios toda la noche). El cantaor sabe darle profundidad a esa canción “a la italiana” del Ray, la ofrece en su repertorio como reflejo de una época y de una generación que es la de los “jóvenes flamencos” que por las cosas de la edad y del saber, ya pintan canas y magisterios.
Cualquier otro hubiera dado por concluida la faena: unas bulerías y a dormir pero Dani aún tenía mucho que ofrecer y los demás también. Dani había tocado un montón de estilos diferentes (incluido el suyo) pero le quedaba acordarse de su apellido y de las falsetas de Diego del Gastor y aparecieron por bulerías que inició al cante Antonio Reyes que enseguida se fue a su querencia por Camarón, le siguió Duquende por la misma senda y por diferentes recovecos y les bailó Patricia con pantalón… y entonces le llegó el turno a Jesús Méndez que cantó para Patricia Guerrero que bailó para el cante y fue un placer para todos los que asistimos a ese momento sublime en el que el trabajo duro de muchos años se convierte en ARTE y el personal siente que le estallan los sentidos y más o menos eso fue lo que intentaba explicar Federico García Lorca con aquello del duende.