Espectáculo: Dando el cante. Baile y cante: Juan José Jaén ‘El Junco’, Miguel Ángel Heredia, Alberto Sellés y Juan Tomás de la Molía. Guitarra: Jesús Rodríguez. Percusión: Roberto Jaén. Lugar: Teatro Cajasol. Fecha: 23 de noviembre de 2023. Aforo: Completo.
A menudo pienso en qué es la emoción flamenca. Ese nudo o esa corriente que se te mete en el estómago y te obliga a removerte en el asiento. Esos nervios que lo mismo te sobrecogen que te desatan la risa, de puro desconcierto. Esos ala, ele, ole o arsa de vocales abiertas que se escapan solos de la boca en un instante preciso en que el artista desvela un destello de inspiración único.
Digo emoción flamenca porque cualquiera que haya sucumbido a esa energía que proyecta lo jondo sabe que hablo de una sensación distinta a la que producen otras artes escénicas. Por eso, hablamos de ese duende al que no sólo percibimos sino que escuchamos el corazón.
Pienso esto cuando salgo del Teatro Cajasol y veo las caras de felicidad de los que hemos asistido al estreno de ‘Dando el cante’, el espectáculo que presentaron este jueves El Junco, Miguel Ángel Heredia, Sellés y Juan Tomás de la Molía. Porque, de algún modo, tomo consciencia de que el flamenco exige talento, conocimiento, aprendizaje continuo, desafío… pero también complicidad y comunidad. Es decir, que se rompan las barreras entre el escenario y el patio de butacas y todos nos sintamos partícipes de la misma experiencia. Como compartir un secreto.
En este sentido, la generosidad y la entrega que se vio en las tablas se desparramó entre el público contagiando una alegría reparadora. ¡A ver quién duerme esta noche! me decía la cantaora Anabel Rivera, presente en una sala repleta de compañeros artistas. Entre otras cosas, porque además del origen gaditano -y la herencia que eso conlleva-, los cuatro tienen en común esa manera de entender el flamenco como disfrute, desde la pasión. Y más que bailaores, son artistas. Cantando, bailando, haciendo compás, jaleando y hasta sin moverse (¡vaya ritmo y vaya dominio de la escena!).
Disfrutamos, por tanto, de un repertorio amplísimo -también en estilos y en letras- (martinete, soleá, alegrías, guajiras, soleá por bulerías, tangos, farruca, seguiriya y bulerías) en el que con gusto los cuatro fueron intercambiando los papeles, recreándose y alimentándose los unos de los otros. Como se hace en los tablaos que tanto los han curtido. Con una naturalidad, una sencillez y un entusiasmo que echamos de menos en muchos espectáculos. Y con eso otro que es tan difícil: personalidad.
La de un Juan Tomás de la Molía de cante acaramelado, toque sensible y baile preciso que por soleá mostró la fuerza de sus pies veloces y firmes, pero también el garbo y la picardía que imprime en sus marcajes, recordando los ademanes de bailaor antiguo. La de un Juan José Jaén sobrado de compás que cantando sabe darle a cada tercio su sentido y bailando, como mostró por alegrías, destiló frescura, gracia y manejo del escenario. La de un Alberto Sellés de voz repleta de matices y baile seguro que por seguiriyas dejó patente su riqueza de recursos coreográficos, sin abandonar nunca la intención y la tensión que requiere cada paso y cada palo, como en el diálogo por guajiras que interpretó con el de la Molía. Y la de un Miguel Ángel Heredia pletórico, que fue tan elegante como rabioso, y que en tanto en la soleá por bulerías como en la farruca que bailó con El Junco hizo alarde de sabiduría, manejando como nadie los silencios y buscando siempre el detalle en su zapateado y también en sus brazos sutiles y sus necesarias manos (¡Qué bellas!). Una estampa flamenca que acompañó de un cante soberbio y emocional que se atrevió por todo.
En definitiva, lo que vimos en este ‘Dando el cante’, con el fértil acompañamiento de la guitarra de Jesús Rodríguez y del compás de Roberto Jaén, fue un despliegue que celebramos, aplaudimos y agradecimos. ¡El que lo lleva, lo lleva!
Fotos: Remedios Malvarez – Cajasol
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