Crónica desde la Biënnale de los Países Bajos 2013 (I)

Texto: José María Castaño

Diego Carrasco, Arcángel, Carmen Linares, Flamenco & Sherry experience

 

Por mucho que se haya volado en avión nadie que se acostumbre del todo y siempre pesa una jornada con dos vuelos por delante.  Pero si en la escala de Madrid a Ámsterdam te encuentras en la puerta de embarque con Diego Carrasco y su family band les puedo asegurar que todo resulta más liviano.

¿Y dónde vas Pepote? – Me pregunta Diego.

«A Lebrija no desde luego jajajaja – le dije mirando la maleta – … Pues Diego voy Ámsterdam, a la Bienal de Holanda, la que llaman biennäle. Y es la primera vez que asisto al Festival. Ya me contaba muchas cosas Moraíto cuando iba y disfrutaba un montón de su estancia allí».

«¿Qué vas a dar una charla o qué?»

«Sí Diego – le contesto- pero no es exactamente una charla. Es un proyecto nuevo que se llama “Flamenco & Sherry experience”, una actividad didáctica que trata de hermanar las culturas del flamenco y el vino de Jerez. ¡A ver cómo sale el asunto! Llevo unas proyecciones de La Paquera, el Borrico… y vino de González Byass: Tío Pepe y Solera 1847″

(El aeropuerto de Barajas estaba atestado y son las 14.00 horas aproximadamente…)

Y dice el Tate Diego Carrasco arqueando los ojos con sorpresa y alegría. “Olé viva mi tierra… qué arte… pues ya estás sacando una botellita y a mí me das una copa de amontillado Viña AB en recuerdo del Morao,  Pepe mío”…

(Risas) “Hombre Diego… el vino está ya allí no voy a pasar los controles del aeropuerto con 4 cajas de vino encima… jajajajaj”

“Vale, vale entonces cuando lleguemos que me han llamado y me han dicho que en Holanda están bajo cero y hay hielo por todos lados, así que nos vendrá bien un poquito de vino de nosotros que además es el que hace cantar bien de verdad – sentenció Diego con todo el arte del mundo”. El que tiene el santiaguero a raudales.

Le acompañaban el doctor Kelly (“Castaño me debes un dineral en grabaciones jajaja”) y los miembros de su grupo: Currito de Juañares, Maloko, Anés Carrasco, Luis de Periquín, Joselete de Musho Gitano e Ignacio Cintado (bajo eléctrico).

El viaje se hizo bien  y cómodo. Cercanos al aterrizaje en el majestuoso puerto aéreo de Skiptol en Ámsterdam nuestros peores augurios se estaban cumpliendo. Descendiendo se contemplaba como un gran manto blanco cubría por entero la ciudad holandesa de los canales acuáticos muchos de los cuales estaban helados.

Eso para un jerezano es como dejarlo en medio de Siberia sin un perro San Bernardo con un barril de brandy en el cuello. Más o menos.

Pensé: “Del clima este no nos libra ni llevando nuestro Tío Pepe, el sol de Andalucía embotellado, que me parece que es el único sol que vamos a ver…”

En efecto, la ciudad nos saluda con algunos grados bajo cero. Pero pronto encontramos calor en los miembros de una perfecta y amable organización del personal del Festival Flamenco de los Países Bajos que nos trasladó a hotel Lloyd, centro neurálgico de la cita.

Apenas las siete de la tarde, se planteaba el primer problema. El Tate Diego y todo el equipo, yo incluido, queríamos ver los octavos de copa del rey de fútbol en los que jugaban dos equipos andaluces: Betis y Málaga. La solución fue rápida. Justo frente al hotel y nada más cruzar la calle había un restaurante español con un sugerente nombre para una avanzadilla jerezana hambrienta: Pata Negra.

“Olé… – dice Diego Carrasco abrigado como si fuera a recorrer una tundra en vez de dar cuatro pasos de acera a acera…-  si a mí siempre me ha gustado mucho ese grupo de los hermanos Amador y seguro que allí vemos al Betis comiendo jamón de arte…”

Por algo yo lo bauticé como el “gurú” de la tribu. Porque  dicho y hecho. Allí nos recibieron en un ambiente propio de un bar de Triana por sus azulejos y sus tapas un encargado de Huelva, de ascendencia jerezana, y el dueño, un albaceteño de puro arte que nos abrió la puerta de par en par. Y nos puso el fútbol por supuesto. Con el sonido quitado, toda la banda se puso a ensayar entre gol y gol.

No podía comenzar mejor nuestra estancia en Holanda.

Algo que me gustó mucho de la biennäle es que tiene mucho ambiente de festival. Aunque su escenario está repartido por varias ciudades todo está centralizado en el Hotel Lloyd de Ámsterdam y desde allí los artistas van y vuelven a los distintos puntos donde actúan.

Siempre he pensado que esto hace grande a un festival de flamenco o de música en general: su aspecto convivencial.  O sea que continuamente te vayas encontrando a maestros, músicos, compañeros de prensa y aficionados que van a vivir la muestra y encima tengan un lugar de esparcimiento donde el cante o el toque surjan cuando algún artista contento quiera brindarlo.

De este modo, saludé estos días a Carmen Linares y su hijo, Olga Pericet, Belén Maya,  Arcángel, Diego de Morón, Diego de Amparo (de Son de la Frontera), Faustino Núñez, los compañeros de Flamenco World y algunos más. Claro, también a Ernestina Van Noort, alma mater de todo aquello, y su gran equipo con Saskia y Heleen, atentas en todo momento.

Aunque muy atareada a Ernestina se le notaba un poco triste porque era la primera vez que Moraíto no venía a Holanda con lo que le gustaba a él y a ella recibirlo. Me contó cómo le asignaban una habitación grande con cocina:

“Ves justo ahí… hay un supermercado y  Moraíto cuando venía se iba por las mañanas y compraba comida y hongos y en su habitación le daba de comer a medio festival.  Menudas fiestas se liaban en la habitación del Morao» – dijo Ernestina algo melancólica.

La mañana siguiente era viernes. Hacía un frío de esos que un andaluz se siente allí como un esquimal al que le embargan su iglú y le dan dos horas para desalojarlo.

Tenía que trabajar esa tarde, pero sobre las siete por tanto disponía de un tiempo libre. Asomé la cara a la calle que estaba blanca de nieve como un armiño y se me quitó la idea. Pero luego pensé que estando en una ciudad como Ámsterdam debía conocerla.

Así que no lo dudé y tomé el tranvía 26 que me dejó en la estación central de la ciudad. Aunque con frío Ámsterdam es una auténtica pasada en todos los sentidos. Sus calles repletas de gente de todo el mundo, esos numerosos canales por la que la hacen llamar la Venecia del norte, una calidad de capital europea que se nota en todo, sus coffee shop y todo el variopinto escenario cosmopolita y libertario.

A la vuelta, Diego Carrasco y los suyos se fueron a tocar a Rotterdam así que me dispuse para mi conferencia que se celebraba en el Bimhuis, un súper complejo de teatros de varios formatos, salas de cine, restaurantes, salas de conferencias a pie de un gran canal de la ciudad.

Allí me esperaban los asistentes a la primera vez que en todo el mundo mundial se hacía la propuesta “Flamenco & Sherry experience”. No se trataba de una charla de flamenco ni de una cata de vinos propiamente dicha. El propósito era más bien contar los puntos coincidentes entre sendas culturas desde la historia y su naturaleza.

El sitio era espectacular y las vistas no digamos. Faustino Núñez daba una conferencia al lado y a la primera puesta en escena de F&S acudieron unas 25 personas. Al final ofrecimos nuestro Tío Pepe y nuestro Solera 1847 y todos salieron muy contentos, al parecer. Aunque bajo mi punto de vista había que pulir algunos conceptos.  Tampoco estoy muy acostumbrado a ofrecer charlas con traductor. Y se nota.

A las 20.30 y en la sala grande que ellos llaman algo así como Muziekgebouw aan ‘t IJ (ruego perdonen mi holandés aunque sea pegado de internet). Actuaron Arcángel y la Orquesta de la Accademia del Piacere con Fahmi Alqhaí (viola da gamba y dirección musical) además del violone de Juan Ramón Lara, la guitarra barroca y tiorba de Miguel Rincón, la guitarra de Miguel Ángel Cortés, la percusión flamenca de Agustín Diassera y el baile de Patricia Guerrero, como artista invitada.

Con respecto a la Bienal de Sevilla del pasado año, la formación era menor pues no estaban la soprano Mariví Blasco ni las flautas de Vicente Parrilla. De todos modos aquello sonaba muy bien. Utilizando una frase del compañero Fermín Lobatón (que fue el título además de una obra de Mayte Martín) era auténtico y genuino “flamenco de cámara”.

Más que una fusión el espectáculo “Las Idas y Las Vueltas” nos ofrecía un diálogo musical eficaz y bien ensamblado con una mirada renovada y no menos culta de las músicas flamencas con las músicas del barroco.  La visión era arriesgada pero los músicos daban la impresión de conocer perfectamente los márgenes donde la conversación estilística podía producirse y enriquecerse. Siempre un buen maridaje es el que hace que uno y uno sumen tres.

“Las Idas y Las Vueltas” focaliza su atención en la américa colonizada y los trayectos hacía allá y acá de melodías mestizas en las que ya se advierten cimientos que luego soportaran la arquitectura de lo jondo mucho más tarde.

Claro que ver esta obra en compañía de Faustino Núñez es un placer añadido. Y él me explicaba lo increíble por difícil que es tocar como Fahmi la viola da gamba (“ese instrumento es como un cristal Pepe, como un cristal…”) y ese recorrido hermoso por chaconas, jácaras, canarios, guarachas y marionas.

“Pepe te presento al flamenco del siglo XVI”, me comentó Faustino en uno de los aplausos.

Me gustaron dos cosas de sobremanera.

Una, la perfecta conjunción en algunos cortes sobre todo en los fandangos a aquella época y los de hoy (que tan bien conoce Arcángel),  la guajira con la guaracha, la siguiriya con la jácara de Gáspar Sanz…

Y otra que al día siguiente un chico colombiano que vino a mi charla con su mujer, una simpática jerezana, se había sorprendido porque conocía mucho de los sones y piezas que tocaron los de Piaccere desde su niñez. Según él estaban bastante frescas aún en la cultura musical iberoamericana.

Y esta es la mejor prueba del algodón de la veracidad de la propuesta artística de la orquesta barroca con Arcángel, versátil donde los haya, bien escoltado por Miguel Ángel Cortés y el baile de Patricia Guerrero.

Tras el regusto de la puesta en escena de las “Idas y Vueltas” tomé algo en el ambigú y tuve la suerte de charlar un rato con Carmen Linares. Toda una señora del arte.

De vuelta al hotel, la noche amenazaba con la vuelta de Diego Carrasco y los suyos de Róterdam.

Pero eso se lo contaré mañana que la cosa promete.

To be continued….

II Parte

José María Castaño (Ámsterdam, 2013)

 

Fotos Diego Carrasco: Annemiek Rooymans
Resto fotos: Martijn Van Hennik

 


 

 

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