Texto y fotos: Antonio Konde
Miguel Ochando, Eva Esquivel, La Nitra, Adela Campallo, Juan Pinilla, Lucía Guarnido, Belén Maya
Los Veranos del Corral 2010 Segunda semana- July 26-29, 2010
Miguel Ochando, Eva Esquivel, La Nitra, Adela Campallo, Juan Pinilla, Lucía Guarnido, Belén Maya
Si algo tiene la Muestra Andaluza de Flamenco que se desarrolla en el Corral del Carbón de Granada cada verano es el lugar que da a la gran nómina de artistas de la ciudad, para que se expresen. Un escenario con un encanto enduendado, que hace que todo lo que por allí pasa se haga más flamenco desde el mismo momento en que pisa las tablas allí dispuestas. Segunda semana de cante, baile y toque plagada, en esta ocasión por artistas granadinos salvo alguna excepción. Miguel Ochando no necesitó más que de su guitarra para demostrar quién es. No es muy habitual que artistas de la sonanta flamenca interpreten piezas de otros compositores, y menos durante un recital entero. Se ha primado siempre la creación propia por encima de la interpretación de grandes obras. En otras músicas es más que habitual, como en la clásica, pero parece que en el flamenco pueda ser un desprestigio si uno no interpreta su repertorio. Ochando viste de otra manera, y lo que se pone le queda muy bien.
Comenzó con una granaína en la que los trémolos predominaron sobre el resto de técnicas, de manera sobresaliente. En solitario también se atrevió con la rondeña de Montoya personalizándola. Con la compaña de Alfredo Mesa interpretó Zapateado en Re de Esteban de Sanlúcar, tangos en tono menor, guajiras y bulerías echando un pulso ambas guitarras en un mano a mano donde saltaron chispas. Muestra ésta de que la guitarra en Granada tiene un lugar de privilegio en el flamenco actual. La segunda parte de la noche fue para el baile de Eva Esquivel, acompañada de Antonio Campos y Sergio Gómez “El coloraito” y la guitarra de Luís Mariano. Tantos años dedicándose a esto se le nota. Su baile está maduro, exponencialmente potente en los momentos precisos. Con tarantos y tangos rematados con levantica Esquivel ganó enteros a lo largo del tiempo, hasta que se encontró asi misma. Intro de malagueñas en las manos de otra gran guitarra granadina, la de Luís Mariano que mejora de manera progresiva. El cante del “Coloraito” musicalizó el cante de Chacón y el fandango albaicinero que recoge el contoneo de Eva embutida en bata de cola y rematando fugazmente antes de empezar la milonga que dio tiempo a la bailaora a volver para danzar por alegrías.
El mismo marco y veinticuatro horas más tarde acogió el cante de La Nitra y el toque de Paco Cortés. La Nitra se dio a conocer mundialmente por ser una de las voces que el Gran Paco de Lucía llevó en sus giras hace unos años. Poco queda de aquello. Un repertorio compacto, con cuatro cantes, muchas ganas de agradar, y poco resultado. La guitarra de Cortés fue quién se llevó las ovaciones pues a pesar de entregarse la cantaora en cada tercio, su voz estuvo rozada y posiblemente el estar semialejada de los escenarios no estuvo a la altura en los cantes de levante que realizó. Agradó por soleá, alegrías y bulerías que acabaron en fandango, pero faltó transmisión. Adela Campallo, bailaora sevillana, está en un buen momento. Nutrida de conocimientos, más serena, ha vuelto a sus orígenes. Alejada de vanguardismos, comenzó con baile personalizado y adaptado al cante de galeras del Lebrijano. Lejos estuvo el cante que no encontró su sitio a lo largo de la noche. Voces de Juan José Amador y Javier Rivera. Por alegrías se impuso el flamenco, y es que aunque parezca extraño, este escenario lo vuelve todo flamenco. Un cuadrado mágico custodiado por una fuente que lo convierte todo en flamenco. Apareció con fuerza y expresiva en demasía en sus pies. Cante de levante y fandango de Lucena en la voz de Amador para que la sevillana volviera a pasearse por seguiriyas. Y aquí apareció el duende en forma de baile. Enérgica de principio a fin. Para que más. De nuevo, Granada por un tubo. Única lámpara minera además de la de Manuel Ávila, Juan Pinilla presume de ser un cantaor atípico. Y para muestra un botón. Su repertorio nunca es el mismo, sus cantes tampoco. Sale de estereotipos cantaores, para adentrarse en cánones, a veces olvidados en el flamenco, pero que están ahí. Zambra romanceada en homenaje a Caracol y petenera haciendo honores a Pastora Pavón. Vidalita versión Morente y caña rematada por soleá. Cantiñas con letras de Machado y Alberti y final por fandangos de Macandé, Rebollo y El Gloria. La guitarra de Paco Cortés, como siempre magistral. Y más Granada. Que no se diga.
Segunda parte del espectáculo, y apartado de baile para Lucía Guarnido que ha dado el paso de comenzar su carrera como solista. Tiene una técnica depurada, un control corporal muy bueno, pero le falta ese puntito para despegar. Por seguiriyas confeccionó un baile telúrico, con momentos de gran belleza. Luís Mariano, otra de las guitarras que está triunfando en las noches del Corral hizo bulerías, que cedieron el testigo a la bailaora, que por caracoles hizo lo mejor de la noche. Contoneos, y juegos con su figura fueron premiados con sonoros aplausos. Antonio Campos, es otro granadino que se sale. Por tangos de la tierra demostró su gran momento y porqué forma parte del atrás de las mejores compañías del momento. Guarnido se despidió con soléa por bulerías, en las que se excedió en el braceo que, ensombreció en cierta medida el final de la noche. El final de la semana se reservó para Belén Maya. Guinda para el pastel de la semana. Como dije antes, este escenario vuelve flamenco aún todo lo que pasa por sus tablas. Belén estuvo fantástica. Muy flamenca, guiños sin parar a su padre en sus figuras, en sus juguetes con los brazos. Cambiando el curso de lo establecido, comenzó por tangos pasando a tientos y finalizando en taranto. La guitarra de Rafael Rodríguez y el cante de José Valencia añadieron flamenquería al evento. Soleá por bulerías y alegrías para Maya, muy gestual, sonriente y buscando la complicidad con el público, que encontró desde el momento en que apareció con bata de cola y mantón, con los que degustó un concepto renovado de su baile: ¡flamenca por los cuatro costaos!
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