CONCHA JAREÑO
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“Algo” “Simplemente flamenco” MOMENTOS CON CONCHA Texto y fotos: Manuel Moraga Concha Jareño nos presenta sus dos facetas: la flamenca y la más libre. Dos lenguajes en los que no parea de investigar y que por decisión propia decide no mezclar, lo cual también se agradece. Caminos paralelos que, a pesar de todo, convergen en una misma necesidad expresiva. Aunque daba título a la totalidad del montaje, en realidad “Algo” es el título de una de las tres piezas con las que Concha Jareño construyó ese primer espectáculo en la Triángulo, pieza que fue justamente distinguida con en Premio a la Mejor Coreografía Solista en el XIV Certamen de Danza Española y Flamenco 2007. Desde luego, fue la más redonda de las propuestas. La más terminada y, a mi juicio, la más difícil de definir teniendo en cuenta la música de partida, creada por Juan Antonio Suárez “Cano”. Una partitura compleja, abierta, llena de matices y sutilezas que Concha ha moldeado con su cuerpo para contarnos la lucha interna del proceso creativo. Tanto en “Algo” como en las otras dos piezas de ese primer programa (“Fugaz” e “Inventario flamenco”) vemos a una Concha Jareño preocupada por desarrollar un lenguaje expresivo propio que obliga a afinar el análisis. Los pies (cómo y, sobre todo, dónde los mete), las manos, las miradas… Todo recuerda a la estética flamenca, pero dándole la vuelta a ese calcetín. Quizá la expresividad del gesto queda un tanto dura, pero no desmerece en nada el resultado de las coreografías. A veces incluso les confiere una cierta inquietud. Concha Jareño conoce bien su cuerpo y, pese a que su estructura ósea tiene cierta envergadura, ella es capaz de transmitir gracilidad, tanto en el movimiento como en la composición de estampas y figuras. Esto lo apreciamos sobre todo en el segundo de sus espectáculos que ha llevado a la Triángulo, “Simplemente flamenco”, terreno donde, en mi opinión, más exprime sus condiciones y su talento. Frente al baile efectista que cada vez domina más los escenarios, Concha propone la riqueza textual. En otras palabras, no por hablar más alto se tiene más razón. Una de las características que, a mi juicio, dan la medida de un profesional del baile flamenco del siglo XXI es la capacidad de crear dentro de la tradición. Pero de crear con concepto, es decir, de no perder la referencia de lo que se está contando. En los últimos tiempos vemos los mismos recursos en un taranto, en una soleá y en una bulería… Bien, pues eso no ocurre con Concha Jareño, que se preocupa de investigar dentro del universo expresivo de cada estilo teniendo claro que lo que funciona en un sitio no tiene por qué funcionar en otro, porque al fin y al cabo, son contextos emocionales distintos. Otra característica más de esta bailaora –centrándonos ya totalmente en su faceta flamenca- es su justeza. Concha Jareño no abusa del baile. Define perfectamente los tempos y la temperatura de cada pieza. Su guajira, por ejemplo, es casi un suspiro, comparado con lo que hoy suele hacerse encima de las tablas, y esa belleza concentrada refleja claridad de ideas y deja siempre mejor regusto. Sus alegrías con bata de cola –otro ejemplo- no llegan a decaer en ningún momento: no da tiempo a que eso ocurra. Y son una delicia. Y, por último, comentar de esta bailaora su capacidad para ir creando pasajes dentro del baile. Sus pies, por ejemplo, aparte de demostrar una técnica impecable que no exhibe, sino que complementa, van creando atmósferas, pasajes narrativos distintos. Por eso, creo que no puede definirse a Concha Jareño como una bailaora de pellizco, sino de momentos: el “momento” es siempre más elaborado, más intelectual, y exige un tiempo más que el pellizco.
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