Estreno «bailaoras, el nuevo tiempo» con Mercedes de Córdoba, Carmen la Talegona, María Moreno, Lucía La Piñona, Rosario Toledo
José Manuel Gómez Gufi
Hace años que ir a un espectáculo de baile flamenco es un pozo de sorpresas. ¡Hay gentes que proclaman que incluso han visto baile flamenco! La historia reciente de la danza nos demuestra que ha asumido la novedad y las nuevas corrientes estéticas como un acto positivo. Si están en Madrid vayan a ver la exposición “la bailarina del futuro” (Telefónica) que presenta y analiza la ruptura de 7 mujeres de los corsés impuestos por su época con Isadora Duncan, Loïe Fuller, Joséphine Baker, Tórtola Valencia, Mary Wigman, Martha Graham y Doris Humphrey. Recuerden que el Bolshoi estrenó “El lago de los cisnes” en 1877, el ballet quedó para los restos como la obra maestra del clasicismo. Y recuerden que Silverio volvió de América en 1864 para marcar la narración histórica del desarrollo del cante flamenco.
Se abre el telón y las luces dibujan un cuadro de Mondrian en el suelo. Geometría de colores, hay una bailaora de espaldas y un solo de percusión sin compás reconocible, cuatro mujeres entran y salen apresuradamente de la escena. No hace falta que le busquen el sentido, probablemente no lo tiene. En 1984 el grupo de rock Talking Heads rueda una de las mejores películas de la historia del rock “Stop Making Sense”, el punto de partida es un teatro desnudo que se va vistiendo canción a canción, lo novedoso es el traje que viste David Byrne. Suficiente para entrar en la historia del rock.
Me dicen amigos “con sentido/común/flamenco” que no han entendido el comienzo. Se le ven las entrañas al teatro y yo la única explicación que tengo es que me gusta que un espectáculo flamenco arranque en otro lugar, en la acera de enfrente, en mitad del atasco o buscando un sitio para aparcar. Eso me identifica a mí como espectador, el papel de los artistas es llevarme allá donde sean capaces. Al lío.
La mujer de espalda es Mercedes de Córdoba que cumple con el papel de ponerse flamenca en ese contexto con la guitarra de Juan Campallo, la percusión de Paco Vega y el cante de David el Galli y Pepe de Pura. Los efectos de luz sirven de transición y vemos a un ser en la penumbra como una estampa de comic. Es una ilusión, Carmen la Talegona dibuja una figura sobre la silla de enea, lleva una chaquetilla en gris metálico que le da un aire a “Mad Max”, la transición la protagonizan los dos cantaores que abandonan el lateral para oficiar de protagonistas. Pepe hace rugir, literalmente, a los espectadores.
María Moreno baila con bata de cola, me dicen que unas alegrías, ni me fijo. Estoy “enmimismado” siguiendo la espuma del mantón y la coreografía con la bata de cola y pienso en el traje enorme que lleva David Byrne en “Stop Making sense” y lo difícil que es mover el artilugio, tanto como sostener “el mito/de/la/flamenca/encima/de/una/tele/plana”. Bailan las cinco bailaoras con la cola y el mantón en una deslumbrante estampa que va directa al disco duro de nuestros tópicos, nuestros mitos y nuestras leyendas… y ¡tsk! A María se le enredan unos flecos en la penúltima revuelta antes de dejar caer el mantón sobre la bata. Ha sido como cuando pincha el torero al entrar a matar después de una faena de arte ¡uyyyyy!. Pero aquí no hay un derramamiento de sangre innecesaria y uno piensa que cuando ya no haya corridas de toros nos quedará el baile del mantón.
Los vestidos de las bailadoras se han quedado al fondo. Recuperamos la sobriedad y aparece Lucía la Piñona elegantísima en blanco y negro (¡chapeau! al vestuario) y todo avanza para que Rosario Toledo ponga la guinda a un espectáculo brillante y se apagan los aplausos, los olés y los bravos porque aparece Enrique El Extremeño y entona una de trilla y un romance y reaparecen las cinco bailaoras vestidas de calle (y pa matarse desde esos tacones) y se entiende la jugada: esta es la mejor manera de despedirse con una “patá” por bulerías como Dios manda. Lo de los tacones añade el dicho circense de “peligra la vida del artista” y tres de cinco optaron por bailar descalzas. Mención a Pepe de la Pura que se marcó un antológico “compromiso” de Machín y “El Extremeño” que improviso versos para cada bailaora. Luego, el clamor, ¡los oles! y la vuelta al ruedo.
Fotografías:
Video:
fotografías & video: Rafael Manjavacas