Texto: Estela Zatania
Fotos: JeanLouis Duzert
Jueves, 17 de enero, 2013. 20h. Teatro de Nimes (Francia)
EL BAILE ECOLÓGICO DE JAVIER BARÓN
Hoy en día el flamenco a menudo nos llega preenvasado en paquetitos virtuales de estiropor que luego ensucian el paisaje mental cuando hayan dejado de ser útiles. Es el flamenco “fresco” nos dicen, pero de un frescor tan efímero como el del pan de antes de ayer. Porque lo verdaderamente fresco no requiere embalaje. Ni el baile de Javier Barón requiere escenografía ni guión ni palmeros siquiera. Así de honrado y desnudo anoche vino el bailaor de Alcalá al Teatro de Nimes. Hasta el escueto título de la obra parece burlarse de lo rebuscado de tantos otros: “Barón”.
El baile de Javier no genera desechos. No sobra ningún movimiento. Este bailaor no es de la escuela de los puños y muecas, ni castiga el suelo con sus pies. ¿Porqué iba a hacerlo, si convoca la presencia de los duendes con la mayor facilidad? Envuelto en la energía del compás y del cante, es la placidez en el ojo del huracán donde no sopla el viento.
El largo baile por bulerías con el que arranca, es puro arte e inspiración. Aparentemente discreto, intrínsecamente poderoso. Como el baile de aquella gente mayor que con un movimiento del dedo meñique o una mirada te contaban sin interferencias las verdades de la vida. Pero no es fácil decir mucho con poco; ese hermoso dominio de la insinuación no está al alcance de todos. Es una forma de bailar que no depende sólo de la fuerza física, sino de la inteligencia, el buen gusto y una extrema sensibilidad. Viendo bailar a Javier Barón, estás en todo momento aprendiendo a bailar. La claridad de sus movimientos y la sinceridad de su personalidad componen la expresión flamenca más elocuente y comunicativa. El compás mismo toma forma delante de tus ojos.
Después de las bulerías, el cantaor David el Galli interpreta cante minero acompañado a la guitarra por Juan Campallo. Vuelve Javier por tangos en clave de taranto con el cajón de José Carrasco y cantes de la Repompa o de Granada, gentileza de David que está cantando mejor que nunca a pesar de tener la voz un poco cruda esta noche debido a un resfriado. Pocos bailaores no granadinos encuentran tanta inspiración en el compás del cuatro por cuatro como en el de los doce tiempos como son la bulería o la soleá, y a Javier también le cuesta encontrar las alturas que había alcanzado por bulerías, pero no abandona su forma sobria y concisa.
Un solo de percusión prescindible, y un solo de guitarra de bello sabor antiguo por granaína de Juan Campallo, Premio Bordón Minero 2007, hacen tiempo para que Barón vuelva descansado para realizar su tercer baile que es prologado por los cantes de trilla del Galli. Alegrías, mirabrás y alegrías de Córdoba se transforman en siguiriyas y martinete. No se llega a superar el baile por bulerías del comienzo, pero ahí queda eso, perfecto testimonio de la exquisitez flamenca del baile de Javier Barón.
Ya no hay generosas subvenciones para el flamenco. Gracias a artistas como Barón, ni la crisis económica puede parar el poderío del flamenco.