Compañía de Antonio Márquez 'Preludio, zapateado y
boda flamenca'
7
de marzo. – Teatro Villamarta.
Especial VII Festival de Jerez 2003
Baile: Antonio Márquez, Trinidad Artíguez,
Currillo, María del Mar Jurado, Dolores Pérez, Gemma
Romero, Carmen Robles, Rocío Chacón, Daniel Valera,
Álvaro Méndez, Jesús Lozano, Eloy Aguilar,
Elías Morales Guitarra: Diego Franco, Iván Palmero Cante: Johana Jiménez, Manuel Gago
El noveno día del Festival de Jerez
empezó con la actuación de los jerezanos Eloísa
Jiménez Domínguez 'Elu de Jerez' y Domingo Rubichi
en el Museo Taurino donde la serie de recitales ha prestado especial
y debida atención al cante femenino. A pesar de su juventud
y de no haber grabado prácticamente, Elu, hermana del cantaor
el Salmonete, ya tiene su nombre entre la buena afición.
Su voz fuerte y limpia, antes tirando demasiado a tonadillera, va
adquiriendo matices cada vez más flamencas, y su dominio
de los cantes básicos, siempre con el aire de su tierra,
es admirable.
«Guapo, purista, bailaor y sincero» proclama el titular
de un artículo incluido en el dossier del bailaor/bailarín
Antonio Márquez cuyo grupo se encargó de casi llenar
el Teatro Villamarta la noche del 7 de marzo.
Vamos por partes. Lo de «guapo» es indiscutible, y se
notaba una fuerte representación femenina entre las butacas
desde las cuales salían gritos eufóricos con cada
insinuación del bailaor. Márquez empieza el espectáculo
directamente a pecho descubierto, jactándose de su estilizado
cuerpo como uno de los 'Boys'. Suelo tener predilección por
los bailaores completamente vestidos, pero el hombre está
de un buen ver, qué duda cabe. Tampoco le perjudica una sonrisa
«anuncio de pasta dentífrica» que luce en cada
momento – mira que pocos bailaores se atreven a sonreír en
el escenario.
«Purista».
Habría que precisar el término. El baile de Antonio
Márquez es un baile comercial con sabor de actuación
de sala de fiestas. No obstante, expresa su perspectiva en términos
muy claros: «El flamenco es una mezcla de influencias culturales
que circulaban en la época. Lo demás es oportunismo».
«Bailaor». Expresa admiración por los dos Antonios,
Gades y Ruiz, pero su línea, personalidad y estampa recuerdan
fuertemente a Alejandro Vega y José Greco. A sus cuarenta
años Márquez luce un baile algo anticuado para los
tiempos flamencos que corren, sin que llegue a clásico. El
espectáculo es pulido y profesional, pero arrastra una escuela
antigua con más o con menos efecto. En lo positivo, unas
hermosas alegrías a la antigua – cinco mujeres con mantón
y bata de cola donde se nota la mano de Matilde Coral. Una farruca
tradicional de los cuatro bailaores, menos lograda. Hay que mencionar
el abuso de segundas voces en el cante, un sonido caduco y hartible
que sobra por completo.
«Sincero». Probablemente. Baila entregado y confiado,
claramente orgulloso de lo que hace.
En resumen, es un espectáculo francamente entretenido y
agradable que rehuye la monotonía del negro y gris en el
vestuario que tanto se lleva últimamente, y no se avergüenza
de rendir homenaje al pasado.
A las doce de la noche Esperanza Fernández y Dorantes ofrecieron
sus interpretaciones en la Bodega Los Apóstoles de González
Byass, y a la una, hubo actuación del cuadro de María
Bermúdez en la Peña Flamenca Fernando Terremoto.