Cuando parece que el debate estaba superado, alguien vuelve a lanzar la eterna duda: “Los nuevos sonidos, los discos como El Mal Querer, ¿pueden perjudicar la pureza del flamenco?”. La pregunta la formuló una de los asistentes al VI Congreso Internacional de Flamencología, en el marco del festival Ciutat Flamenco 2024 de Barcelona. Contestaron dos de los ponentes de la mañana. Daniel Gómez Sánchez, que precisamente ha presentado este año su tesis doctoral sobre Rosalía, aseguró que las búsquedas “Antonio Mairena” en Google ascendieron en 2018 cuando la catalana publicó su disco. Saúl Castillejo, flamencólogo e investigador, puntualizó igualmente que habría que saber de qué hablamos cuando hablamos de pureza, si nos referimos a la de los años 20, los años 50, los años 60…
El festival Ciutat Flamenco, que este otoño ha celebrado su 31a edición entre el 17 y el 27 de octubre, mantiene ese equilibrio entre los cantes antiguos y el baile clásico de tablao, y los nuevos caminos por donde llevan el género los jóvenes y los no tan jóvenes. “Encuentro genial que exista este debate, es el mejor márketing que tiene el flamenco”, cuenta Luis Cabrera, director del Taller de Músics, institución organizadora del festival. “Ese miedo a perder la esencia hace que haya generaciones que se atrevan a dar el paso a entrar al flamenco y evolucionarlo. La tradición no se pierde, la tradición se transforma”, comenta.
El miércoles 23 y el jueves 24 la guitarra tuvo el protagonismo. El miércoles fue el concierto de Abraham Lojo, más mezclado con jazz y música clásica, y el jueves el de Mercedes Luján. En su concierto, en el Centre Artesà Tradicionàrius del barrio de Gracia, tocó los temas de lo que será su primer trabajo discográfico. Mercedes, nacida en Lorca y residente en Madrid, es una de las promesas de la guitarra, en un mundo que todavía guarda mucha tradición machista (no más que la sociedad en la que vive), y en el que aún son pocas las mujeres guitarristas. “Pero se empiezan a ver un poquito, se ven brotes verdes…”, comenta Mercedes días después ya de vuelta en la capital.
A su derecha tuvo la batería de Nasrine Ramani, y a su izquierda la segunda guitarra y la voz de Teresa Hernández, “un elenco que para mí son como hermanas”, cuenta Mercedes. El conjunto tocó por soleá, nana, bulería y guajira. La guitarrista siguió sola por fandangos y por Levante, en el tramo más clásico del concierto, continuó por alegrías de Cádiz con las palmas de sus acompañantes, y ofreció una “rumba no catalana”, en sus palabras: tocó una matancera, remoto antecedente del palo de la rumba, que la guitarrista aprendió en Matanzas (Cuba). Cerraron por bulerías dedicadas a Mayte Martín, que estaba presente en las butacas.
Mercedes, que lleva el flamenco en el ADN desde que veía a su abuelo hacer compás en la mesa para pedirle a su abuela que le echara más agua, abandonó el flamenco durante una década y volvió al flamenco gracias a Antonio Benamargo, director del Suma Flamenca de Madrid, quien le invitó a colaborar con Rosalía y José del Tomate. “En la adversidad, el ser humano se crece”, explica Mercedes. “Cuando yo empezaba, el hecho de que no me recibieran en un tablao me llevó a hacerme la guitarrista solista concertista que soy hoy en día. Si no te dejan subirte a un sitio, tú te vas para otro porque, gracias a Dios, España es flamenca los 365 días del año y hay tablaos, peñas, festivales y teatros”. La tocaora cuenta que después del concierto una niña se acercó a darle una flor porque quiere ser guitarrista. Le pasó también en abril en San Francisco. “No quiero que estas nuevas generaciones vean dificultad antes incluso de empezar a tocar la guitarra. Yo donde quiera que voy me abren las puertas, y voy a seguir abriéndole puertas a todas las que vienen detrás de mí. No quiero que se diga “¡no nos dejan tocar en los tablaos!”, nos da pereza quejarnos de lo mismo. La verdad es que cada vez hay más mujeres en los tablaos y quiero, después del concierto que fue Barcelona, que se lance un mensaje positivo”, explica la tocaora.
El viernes y el sábado fueron para el baile. El viernes 25 para el espectáculo Tres piezas de Karen Lugo y José Maldonado, un show sencillo en forma y contundente en fondo, en el que el bailaor barcelonés y la bailarina mexicana unen con mucho gusto el flamenco y lo contemporáneo acompañados de la guitarra de Chicuelo, uno de los mejores tocaores de su generación.
El sábado el festival volvió a lo tradicional con el show de Inés Rubio, nacida en Reus, ciudad tarraconense de cantera flamenca (‘Reus de la Frontera’, lo llaman algunos). La catalana empezó por seguiriya marcando largo rato solo con los brazos, lució garbo y salero en los tangos y las alegrías, y emocionó con la contención de la expresión y el cuerpo durante el principio de la soleá. Fue especialmente bonito el momento en el que dejó al borde del escenario varios claveles, una a una, con delicadeza, mientras Juan de la María cantaba: “Amoratao está mi cuerpo de los golpes que me dio la vida”. Parecía que quisiera mandar un mensaje de esperanza a su público siguiendo el título de su espectáculo, Florecer.
Los timbres de Juan de la María y Luis de la Fefa tuvieron relevancia por la gran potencia y pellizco con el que cantaron, acompañados del toque de Antonio Santiago y la percusión de Paco de Mode. Un grato espectáculo que lamentablemente no lució como merecía en los últimos minutos debido a problemas de sonido.
El último día del Ciutat Flamenco se reserva para el Auditori, con una coproducción entre el Taller, la ESMUC y L’Auditori, en el que se pretende mostrar la polivalencia del Taller, institución que también abraza el jazz y la música clásica. Bandolero Trío (Enriquito Rodríguez a la trompeta, José María Pedraza ‘Petada’ al piano y José Manuel Ruiz Motos a la percusión) abrieron la gala con unos 20 minutos de jazz, hasta que apareció la gran figura de la noche, Jorge Pardo. Con su pelo larguísimo y su pinta de hippie de los buenos, salió al escenario ya tocando su flauta, (la que marcó cómo debía sonar este instrumento en el flamenco en La leyenda del tiempo) sosteniendo a sus espaldas el peso de ser uno de los mejores músicos del país, y haber colaborado con todo el mundo, de toda música y condición.
Con los solos de Jorge Pardo acompañado de Bandolero Trío, aquello empezó a sonar de una manera que pedía que saliera a cantar Diego el Cigala. Así que salieron las cantaoras Ana Lorenzo (que lanzó el primer “¡chiquillo!” para ir allanando el camino hacia las bulerías) y Victoria Romero, ambas con una impresionante calidad en la voz, acompañadas por los guitarristas Abraham Lojo y David Leiva. Un tramo que parecía medio improvisado y en el que Pardo, como buen flautista, iba guiando a sus músicos y organizando voces y sonidos. Los últimos invitados fueron Original Soundtrack Orchestra, dirigida primero por Albert Torrebella y después por Belén Clemente, con 26 músicos, en su mayoría de cuerda, que no pasarían los 20 años de edad. Jorge Pardo dibujaba sus melodías entre cante y cante, y parecía un cantaor tocando melodías clásicas por bulerías. Hubo fin de fiesta por bulerías, en el que tanto Ana como Victoria dieron una pataíta con mucho arte.
Barcelona bulle flamenco, asegura Cabrera, pero, ¿qué no puede uno perderse de toda la oferta? Le pregunto, con la condición de que no puede contestarme nada que organice el Taller. Recupera el mensaje que Mimo Agüero, directora del Tablao de Carmen, trasladó al público en la presentación del recital de Lucía Beltrán el pasado 19 de octubre: ¿por qué la gente de Barcelona no va a los tablaos de su ciudad?. “Siguen estigmatizados por lo de que solo van guiris, como si los guiris fueran idiotas, pero lo que no hay que perderse del flamenco en Barcelona son sus tablaos”, asegura. Mientras vamos del Carmen al Cordobés, y de Tarantos al City Hall, la afición de Barcelona tiene cita con otro festival pronto: la segunda parte de este festival, Ciutat Flamenco OFF, que empezará a finales de noviembre.
Fotografías: Maud Sophie / Taller de Músics
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