El recuerdo colectivo de la historia del flamenco
Es hermoso de ver como Jerez apoya al flamenco y a sus artistas, profesionales y aficionados, nuevos y menos nuevos…»venerables» se llaman éstos, un eufemismo bien intencionado que se refiere a aquellos individuos de edad avanzada que llevan el recuerdo colectivo de la historia del flamenco en el ADN de sus venerables cuerpos.
No, ya no cantan ni bailan con tanta perfección técnica…para eso están sus hijos, nietos, biznietos y demás personas que han tenido el privilegio de saborear y asimilar una herencia de incalculable valor cuya transmisión siempre ha dependido de la comunicación oral, el careo creativo, perdiendo gran parte de su misterio y atractivo cuando el proceso se realiza a través de medios artificiales – la comida casera siempre tiene mejor sabor que la enlatada.
…esa voz nasal cargada de fatiguitas y de vivencias
Entonces, después del Son de Santiago con Juana la del Pipa, Fernando de la Morena y Enrique Soto, el Cuadro de la Peña La Bulería de Jerez con Manuel Moneo y el Cuadro Flamenco de Fernando Terremoto con el Capullo de Jerez, la cuarta y última noche del ciclo «Ciudad del Flamenco», una serie de actuaciones ofrecidas gratuitamente en la jerezana Plaza de la Asunción fue dedicada a los «venerables». La noche arrancó con un veterano famoso que sigue manteniendo un paso ligero como profesional: Antonio Núñez el Chocolate, con su guitarrista habitual, Antonio Carrión. Jerezano de nacimiento, sevillano de formación y espíritu, según afirma el cantaor, este hombre de 73 primaveras todavía eriza vello con esa voz nasal cargada de fatiguitas y de vivencias con los Pavones, Vallejo, Caracol y otros gigantes de la época. Ante tal dominio, a hueco suenan algunas voces actuales que abogan por un punto y aparte generacional, y ven a maestros como el Chocolate y otros de su quinta como un capítulo concluido del flamenco.
Después de abrir con taranto, se metió por soleá anunciando «me voy a acordar de Jerez», y con la ayudita de Tomás Pavón así fue. Al Chocolate le gusta charlar con su público y hacer pequeñas presentaciones de todo lo que canta. Prologó la siguiriya anunciando: «los cantes de Cagancho como los hacía Tomás Pavón, y otra cosa de fuelle del Loco Mateo». Y los fuelles respondieron a la perfección para 'dos días de Santiago y Santana' provocando la sentida ovación del numeroso público compuesto por aficionados locales, nacionales y extranjeros. «Fandangazos chocolateros» para terminar como es su costumbre, y tocaba el turno al cuadro de los venerables de Jerez.
…»me voy a acordar de Jerez», y con la ayudita de Tomás Pavón así fue.
Ovación emotiva cuando sale María Soleá, hermana del desparecido y muy añorado Terremoto de Jerez. Con Juan Parrilla, hermano del Parrilla de Jerez al toque, los miembros de la graciosa pandilla de veteranos ofrecieron sus cantes y bailes con puro sabor Jerez destacándose Tío Enrique Soto Sordera, Tía Antonia María y la simpática María Soleá.
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