El
maestro gaditano sigue derramando su sal a puñados
generosos.
Benditas
sean las peñas flamencas de mi Andalucía donde
se siguen escuchando voces tradicionales acompañadas
a guitarra. La tarde del domingo, 15 de diciembre el veterano
Chano Lobato deleitó a los socios de la Tertulia Flamenca
el Gallo de Morón con sus chistes, anécdotas,
historias descabelladas, y cómo no, una buena ración
de cante gaditanísimo. Le acompañó el joven
maestro jerezano Fernando Moreno, y juntos formaban una pareja
irresistible.
«No me pongas la cejilla al ocho Fernando por Dios,
¡que tengo setenta y cinco años!» Como si
fueran veinticinco Chano, qué lujo de facultades y
de energía. «No veas Ignacio Espeleta y Pericón,
que quitaron el sentío los dos, pero los más
embusteros de la historia», y cuenta lo del faro fenicio
que pescó Pericón encendido, «ojú,
vamos a acordarnos de ellos por alegrías». Y así
durante hora y media, cantes entrelazados con gracia y compás
para vender y regalar. Tangos, soleá de Cádiz,
bulerías, un popurrí de cantes de ida y vuelta
incluyendo unas rumbas de otros tiempos cuando la rumba no
era agresiva, sino que evocaba calurosas tardes caribeñas…la
Negra Tomasa, Cacharrito p'aquí…a Chano le van estos
cantes como le va la manzanilla a unas cigalitas cocidas de
aquellas que se compran al peso en El Puerto. Todo es sabor
y compás y los socios le adoran. Este cantaor es muy
querido en el pueblo del gallo desplumado, y en 1986 recibió
el homenaje e insignia de oro de la tertulia El Gallo.
«¡Vamos a quitar el pollo que hay allí
arriba y ponerte un monumento Chano!» Malagueña
del Mellizo con fandango de Frasquito Yerbagüena, bulerías
que admitían rancheras, boleros y cualquier otra cosa
que le viniera a la cabeza, tanguillos de los duros antiguos
y de la cazuela que tiene más de quinientos años.
Chano está hecho para estas reuniones, es donde
mejor luce, donde puede contactar con el público y
agasajarlo con el sabor de sus vivencias y su persona. No
todo el mundo tiene que ser Antonio Mairena. En el flamenco
también hay un sitio de honor para las personas como
Juan Ramírez Sarabia 'Chano Lobato' que son el sabor
y la mismísima alma del flamenco.